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Robert Moog, desconectado

El inventor del sintetizador moderno falleció la semana pasada. Obituario para el genio de la electrónica (Lunes 29).

Jorge Patiño*
26 de agosto de 2005

El domingo 21 de agosto, en su residencia de Asheville, Carolina del Norte, falleció Robert Moog, como consecuencia de un tumor cerebral inoperable. De los fabricantes de instrumentos musicales del siglo XX, Moog (pronúnciese Mog) hizo por los sintetizadores lo que Les Paul o Leo Fender hicieron por la guitarra eléctrica.

Descendiente de alemanes, Moog nació en Nueva York el 23 de mayo de 1934 y, curiosamente, no era músico, sino físico e ingeniero eléctrico. Obligado por su madre, aprendió a tocar piano, pero lo que verdaderamente le gustaba era jugar con los aparatos electrónicos de su papá.

Como le interesaban más las posibilidades sonoras de esos aparatos, Moog construyó, a los 14 años, un theremin (instrumento electrónico primitivo que consistía en dos antenas que cambiaban sus ondas por la interferencia del cuerpo humano), según un modelo de "hágalo usted mismo" que apareció en una revista.

Más tarde, en 1961, Moog escribió un artículo sobre cómo construir un theremin, el cual vendía con un kit para armarlo. Vendió mil unidades y se dio cuenta de que podía ganarse la vida con eso.

Durante los años 60, los sintetizadores eran trastos sin teclado, del tamaño de neveras, cuyo sonido era difícil de manejar. Consistían, básicamente, en una serie de perillas y conectores que servían para manejar, hasta donde era posible, el sonido producido por los osciladores del aparato.

Moog trabajó durante esa época con compositores que se mostraron interesados por el sintetizador, pero que tenían sus reservas por la falta de un teclado y por el gran tamaño del instrumento.

En 1968, Moog, que siempre se caracterizó por prestar atención a las sugerencias de los músicos (entre los que se encontraba Peter Gabriel), logró convertir el complicado armatoste en un dispositivo que era apenas más grande que una máquina de escribir antigua. Mantenía un sistema simplificado de perillas y cables. Pero la verdadera revolución estuvo en el teclado que le agregó. A diferencia de los sintetizadores actuales, que vienen con un banco de sonidos predeterminados, los de Moog no sólo carecían de ellos, sino de la posibilidad de guardarlos, por lo cual, si un músico lograba obtener el sonido que quería, tenía que grabarlo.

Utilizarlos en vivo requería cierta pericia. Si no se tenía clara la posición de las perillas, el sonido de una canción podía cambiar sustancialmente. Esa dificultad no hizo menos atractivo el instrumento.

El compositor Walter Carlos grabó en 1968 Switched-On Bach, un álbum con transcripciones de Bach tocadas en Moog. A pesar de que presentaba algunos pasajes ligeramente desafinados, el disco fue un éxito y Carlos repitió su experiencia clásica-electrónica en la banda sonora de La naranja mecánica, de Stanley Kubrick, en la que incluyó versiones de piezas de Beethoven y Purcell.

Pero la banda que más popularizó el sintetizador y que lo sacó del estado de simple curiosidad musical de laboratorio para convertirlo en la base de la música electrónica como la conocemos hoy, fue Kraftwerk. El grupo alemán, que al principio mezclaba el Moog con flauta, guitarra y violoncelo, abandonó poco a poco los instrumentos acústicos y se dedicó por completo a los electrónicos. Tanto, que incluso llegaron a desarrollar sus propias innovaciones, como las baterías electrónicas, los sintetizadores de voz y la sincronización en tiempo real de imágenes y sonidos. Kraftwerk, a su vez, inspiró a bandas tan influyentes como Depeche Mode y New Order. Fue precisamente uno de los músicos de New Order, Stephen Morris, quien dijo que el sintetizador era "el instrumento lógico para el 'punk'", porque no requería saber teoría musical. Además, no había que ceñirse al registro del aparato, sino que era uno mismo quien creaba los sonidos.

A Moog le interesaba más la ciencia que los negocios, mas no por ello dejó de ser un empresario exitoso y desinteresado. Vendió su compañía en 1971 y aun así siguió trabajando para ella. En 1978 fundó una nueva empresa de instrumentos, Big Briar, a la que rebautizó en 2002 como Moog Music, cuando compró nuevamente los derechos de la marca que lleva su apellido.

Ahora, Robert Moog descansa en paz. Sobre todo, porque logró lo que se propuso cuando joven: vivir de la venta de instrumentos electrónicos a los que se les pudiera sacar toda clase de ruidos.

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