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Se despeja el camino para que Peñalosa reciba el respaldo del Partido Liberal a la Alcaldía de Bogotá

El ex alcalde de Bogotá anunció que recibía ‘complacido’ el apoyo de esa colectividad. Esto significa que tendrá el respaldo del uribismo y del Partido Liberal en su intención de volver a gobernar la capital.

Élber Gutiérrez Roa
9 de mayo de 2007

Año y medio ha pasado desde cuando el ex alcalde Enrique Peñalosa abandonó al Partido Liberal en pleno proceso de selección de candidato presidencial tras comprobar que pese a las garantías de esa colectividad no contaba con el músculo suficiente para derrotar a Horacio Serpa en la consulta interna. Serpa ganó la consulta, pero perdió estrepitosamente frente a Álvaro Uribe en las elecciones de mayo. Peñalosa, sin saber cómo explicarle al país su voltereta, decidió que sería candidato presidencial por el uribismo y finalmente ni siquiera se presentó a las elecciones.

Desde entonces el ex alcalde de Bogotá ha rechazado varios cargos académicos y públicos (se decía que iba a ser ministro en el segundo gobierno de Uribe) para dedicarse a planificar su futuro político. Si bien es cierto que cuenta con una imagen de gerente eficaz, Peñalosa ha sido un mal político. El reposo le hizo bien a su imagen, desdibujada por la época de las elecciones presidenciales, al punto de que nuevamente aparece como una de las cartas más importantes para acceder a la Alcaldía. Su trabajo al frente del Distrito entre 1997 y 2000 le dejó el capital electoral más grande de su vida y todo indica que el electorado aún lo identifica como el creador del sistema de transporte masivo de la ciudad -TransMilenio- y como uno de los impulsores de las ciclorrutas permanentes y otros atractivos de la nueva Bogotá.

¿Qué tiene que hacer ahora Peñalosa? Seguir trabajando con prudencia. A las puertas de su aspiración no solo está la posibilidad del apoyo liberal, sino que podría darse el respaldo de Cambio Radical, el partido del senador Germán Vargas Lleras. De concretarse un acuerdo de este tipo la elección giraría en torno a dos candidatos: Peñalosa y el aspirante del Polo Democrático, que saldría de la consulta entre la ex canciller María Emma Mejía y el ex senador Samuel Moreno Rojas. Del cuidado que Peñalosa tenga para no crear un ambiente de división depende que sus apoyos liberales y de Cambio Radical no sean vistos como una componenda burocrática sino como un acuerdo ideológico por Bogotá.

El apoyo liberal está casi garantizado con la desautorización del jefe de ese partido, César Gaviria, a la posibilidad de una consulta interna para elegir candidato propio. Gaviria, pragmático como es, sabe que Antonio Galán Sarmiento no cuenta con opción frente a las candidaturas que están en marcha. Ni siquiera pudo sacar un puesto en el pasado congreso liberal de Medellín. Además, no tiene ningún sentido hacer consulta interna cuando hay solo un candidato. Por muy fuertes que sean sus lazos con la familia Galán, Gaviria no puede arriesgar el partido a una derrota más después de las tres de las elecciones presidenciales y de más de cuatro periodos sin candidato propio a la Alcaldía de Bogotá.

Galán lo sabe. Su aspiración no cuajó y se murió antes de nacer. Había llegado más lejos en 1997, cuando alcanzó a postularse en las mismas votaciones en las que participaron Gustavo Petro, Juan Carlos Flórez, Harry Gaithner, Carlos Ossa, Enrique Vargas Lleras, Dimas Rincón y Carlos Moreno de Caro, quien perdió en una reñida votación frente al hombre que hoy vuelve a dejar a Galán sin chance de ser candidato: Peñalosa. Para esa ocasión Peñalosa ya había acumulado suficientes derrotas electorales como para tener un impresionante equipo de campaña, que a punta de adhesiones de los demás candidatos, un efectivo mensaje a la ciudadanía y el respaldo de la industria bogotana le dio la alcaldía.

Hoy quiere repetir cargo, pues cree que esa es la mejor manera de no salirse de la carrera presidencial, así la alcaldía le obligue a aplazar por un tiempo dichas aspiraciones. No hay mejor manera de presentarse a una elección presidencial que recién salido de un cargo como la alcaldía de Bogotá, ojalá con índices de popularidad semejantes a los de su primera administración.

Su triunfo le serviría también al liberalismo, que entraría a compartir el poder en la alcaldía y evitaría que sus nuevas fichas para las presidenciales de 2010 se quemen desde ya, incluido César Gaviria. Otro que quedaría con el camino libre para las presidenciales es Vargas Lleras, aspirante a la línea de sucesión en el uribismo y competidor de Peñalosa por el aval de Uribe.

Paradójicamente, la petición de Peñalosa para que el liberalismo se acerque al uribismo, que le hizo merecedor de fuertes rechiflas en el congreso liberal de Bogotá, hace dos años, cobra ahora vigencia. Con el giro del liberalismo hacia el centro y Peñalosa como bisagra, el partido del trapo rojo está cada vez más cerca de la coalición del gobierno.