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crónica taurina

Se salvó la tarde

La técnica de Rincón y el valor de Gallo salvaron la tarde del domingo en la Santamaría, escribe Hernán Miranda.

Hernán Miranda Torres
6 de febrero de 2005

Todo estaba servido el pasado domingo en la primera plaza del país: un excelente cartel, una ganadería con mucho prestigio, boletería agotada, y una tarde de verano. Pero infortunadamente la materia prima que es la bravura de los toros estuvo ausente durante las dos horas y media que duró el festejo. Y si no es por el empeño de los tres alternantes habría sido una tarde de bostezo y aburrimiento, pues el encierro de El Paraíso, muy bien presentado, con un buen promedio de kilos, variopinto, fue manso y uno de ellos, el primero de César Rincón estuvo a punto de echarse en los chiqueros.

César Rincón

Como lo decía en el párrafo anterior el toro fue tan manso y tan rajado, que al inicio de la faena del diestro bogotano, en forma descarada buscó el refugio de la querencia y allí, completamente entablerado tuvo que matarlo luego de tres pinchazos y dos intentos con el verduguillo. Por supuesto la rechifla fue fenomenal cuando las mulillas se llevaron los restos de este manso de solemnidad. Y el segundo, que pintaba para cosas grandes, un castaño quemado, se inutilizó en una de sus extremidades y ante la petición del publico fue cambiado por el de reserva. Con este, un negro de 460 kilos, el maestro Rincón volvió, como siempre a mostrar esa sabiduría, ese entender a sus oponentes y luego de instrumentarle tandas con ambas manos muy templadas y dejándole la muleta en la cara para que no buscara los adentros le ligó una faena que parecía embolatada. Le dejó una media estocada que fue suficiente para que el ejemplar doblara y recibiera como premio las dos orejas, que con una hubiera sido suficiente. A Dios lo que es de Dios y a César lo que es de César.

Juan Serrano

Apenas unos pellizcos de su arte en su primer oponente al que le ejecutó unos doblones para llevarlo a los medios y allí derechazos de buen trazo y unos trincherazos mandones y toreros. Mató de estocada tendida pero que fue suficiente para que el burel doblara. Una oreja. Y nada más pues en su segundo un toro que se quedaba parado en la mitad del viaje y que necesitaba un lidiador de campanillas y Finito no lo es, le cogió asco y con mucha prisa lo despachó entrando a matar saliéndose de la suerte de una manera descarada.

Eduardo Gallo

Hacía mucho rato no se veía un arrimón como el de este joven diestro recién alternativado. Sufrió varios achuchones por quedarse quieto y en uno de ellos se salvó de la cornada. A su segundo ejemplar, con 530 kilos le instrumentó cinco verónicas bajando las manos y ganando terreno, para posteriormente como el toro se quedaba parado se metió prácticamente entre la cuna de los pitones y así aguantándole una barbaridad le pudo sacar tandas tanto con la izquierda como con la derecha. Definitivamente demostró mucho valor y si los toros lo respetan indudablemente será en corto tiempo una figura del toreo. Mató a la primera y el público pidió los apéndices que fueron otorgados con los cuales salió por la puerta grande en compañía de su padrino de alternativa el maestro Rincón

El domingo

La única corrida de El Juli en Colombia al lado de Diego González y Sebastián Castella con un encierro de Juan Bernardo Caicedo.