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Sueños libertadores

Los Juegos Bolivarianos sirvieron para que los deportistas colombianos demostraran el buen momento por el que pasan. Reportaje fotográfico de Andrés Wiesner.

Andrés Wiesner
20 de agosto de 2005

Lo único que no se puede negar de los Juegos Bolivarianos es que cumplen el sueño del Libertador Simón Bolívar de ver unida a la Gran Colombia: Venezuela, Panamá, Perú, Colombia, Ecuador y Bolivia. Aquellos países liberados por Bolívar se dan cita cada cuatro años gracias, nada más y nada menos, que a una competencia deportiva.

En la decimoquinta edición de los Juegos, Colombia, por tercera vez en una historia que nació en 1938, fue la encargada de recibir a 2101 deportistas que compitieron en 30 disciplinas y que hasta el cierre de esta edición, -el pasado viernes- habían conquistado 385 medallas de oro, 314 de plata y 321 de bronce.

En Pereira, Armenia, Bogotá, y Cartagena se vivió la reñida disputa entre Venezuela -siempre favorita y reforzada ahora por técnicos cubanos - y Colombia quien dio la pelea hasta la muerte por hacer respetar su localía.

La ratificación del buen momento por el que pasan deportistas como la medallista olímpica María Luisa Calle y el campeón de la última vuelta a Colombia Libardo Niño; además del surgimiento de nuevas promesas deportivas colombianas, fueron algunos de los sucesos más destacados de los juegos.

A pesar de ser unas competencias en las que rara vez se imponen marcas internacionales, en las que solo participan seis países y en donde no hay un gran despliegue de prensa y publicidad, los Juegos Bolivarianos son un paso obligado de deportistas que quieren competir en mundiales y olímpicos, una interesante prueba para medir sus condiciones y un espacio de cultura y entretenimiento que tanta falta hace en los países participantes.