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Taiwán, la provincia rebelde

Hay un factor que amenaza como ningún otro la estabilidad de las relaciones entre el gigante comunista y Estados Unidos: Taiwán.

17 de octubre de 2004

China mantiene los cuchillos afilados cada vez que el tema sale a flote. El gobierno comunista considera a Taiwán parte de su territorio y está preocupado por lo que considera un avance sigiloso de la isla hacia una declaración formal de independencia. En más de una ocasión ha advertido que tal declaración llevaría a una invasión. Un escenario preocupante considerando que Estados Unidos es un aliado militar de Taiwán y podría llegar a involucrarse en cualquier conflicto.

La tensión actual entre China y Taiwán se remonta a los orígenes mismos de la Republica Popular China, en 1949, cuando los comunistas vencieron a los nacionalistas durante la guerra civil.

Los nacionalistas, liderados por Chiang Kai-shek del partido Kuomingtan (KTM), huyeron hacia Taiwán, que los gobiernos chinos consideran territorio propio. Desde ese momento el gobierno chino se propuso recuperar la isla, incluso por la fuerza de ser necesario.

El KTM era también partidario de una eventual reunificación. Mientras estaba en el poder en Taiwán, el principal tema consistía en cuándo y cómo se daría la reunificación. Sin embargo, desde hace muchos años existe un movimiento independentista en Taiwán, que ganó impulso desde 1986, gracias al financiamiento del Partido Demócrata Progresista (DPP), que aboga a favor de la independencia.

La política taiwanesa se mueve bajo la sombra de su problemática relación con China. El escenario actual es una muestra de las pasiones que despierta el tema de la independencia. En 2000, el DPP, liderado por Chen Shui-bian, ganó la presidencia. Y fue reelegido en septiembre de este año, apenas dos días después de haber sobrevivido un intento de asesinato, por un estrecho y polémico margen de apenas 30.000 votos (hay 23 millones de taiwaneses).

Desde ese momento las presiones chinas para la reunificación se han intensificado. Taiwán trata de blindarse con armas. La agresiva agenda de reforma política de Chen, que pretende profundizar los lazos militares con Estados Unidos, ha encendido las alarmas del gigante asiático. Más ahora que Estados Unidos aceptó vender un paquete millonario de armas a la isla.

La tensión llegó a su punto máximo hace un par de semanas, cuando el primer ministro taiwanés Yu Shyi-kun abandonó la línea oficial de que la isla sólo buscaba armas para uso defensivo y por primera vez admitió su intención de tener una fuerza de misiles que estableciera un "balance del terror" frente a las amenazas chinas. "Si usted golpea Taipei y Kaohsiung, yo debo ser capaz de golpear por lo menos Shangai", declaró. Se dice que China tiene 600 misiles apuntando a Taiwán mientras ellos no tienen ni uno.

Sin embargo, los ánimos se calmaron un poco con las palabras de Chen el 10 de octubre. El Presidente hizo aproximaciones para restaurar las negociaciones de paz con Beijing, interrumpidas desde hace cinco años, y abogó por un control armamentístico en su discurso más conciliatorio desde que llegó al poder. Por supuesto, también aprovechó la ocasión para pedir reformas en la República Popular.

La creciente economía china es decisiva en la política hacia Taiwán. Su expansión económica está conduciendo el crecimiento de Asia y del mundo y se está convirtiendo en el principal importador y exportador del planeta, de modo que Washington no puede ignorar sus aspiraciones. Algo similar se aplica a la Unión Europea (UE), que este año se convertirá en el principal socio comercial de China.

En su reciente visita a la República Popular, el presidente francés Jaques Chirac declaró que hablar de la independencia de Taiwán es "irresponsable", al tiempo que ejerce presión para levantar el embargo de armas que tiene la UE sobre China. Eso abriría la puerta a un curioso escenario: Estados Unidos armando a Taiwán mientras la UE arma a China.