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Tan bueno no dan tanto

"A nadie se le ocurre que la renovación liberal consiste en que las maquinarias sigan manejando los hilos, y Serpa, las candidaturas", dice Claudia López.

Claudia López
19 de junio de 2005

Al balance positivo del Congreso Liberal le aplica el viejo adagio: de eso tan bueno no dan tanto. La tan anhelada renovación parece posible, pero por ahora va en mera cohabitación. El ex Presidente Gaviria ganó. Otras expresiones políticas reingresaron trayendo nuevas caras y mejores posibilidades. Pero Serpa aguó la fiesta: perdió, pero dijo que ganó, y embolató la consulta abierta y transparente que permitiría la renovación. Típicas volteretas de politiquero profesional.

El nuevo jefe único del liberalismo en su discurso inaugural le dio gusto a su auditorio, sorprendió a la opinión y le contestó a Uribe: "el unanimismo se acabó; aunque se enfurezca, habrá crítica y el partido se prepara para gobernar. Los que se sorprenden con esta posición van a tener que dejar la interpretación maniquea de que cuando el presidente Uribe patea por lo bajo a sus críticos son análisis de estadista, pero cuando ellos le contestan, son agravios personales. El Presidente-candidato es el que ha puesto el tono y el ritmo de la campaña, y si da, va a tener que aprender a recibir".

Gaviria ganó a voto limpio y con gran legitimidad la jefatura única del partido, muy bienvenido. Le hace bien al Partido un jefe de su talante, experiencia y serenidad. Ventajas que no debe perder no importa cuánta pelea le busque el presidente Uribe, quien es hasta ahora el Gran Reformador del Partido Liberal. Se llevó al uribismo a los caciques liberales de más larga trayectoria (ver nota al final), les nombró de jefes a Juan Manuel Santos y a Julio César Turbay, sigue manteniendo de uribista a Samper y, a punta de golpes bajos e histerias de micrófono, unió a los demás.

A cambio de los anteriores llegaron Pardo y Peñalosa con quienes el Partido tiene esperanzas de renovación, no sólo de caras sino de prácticas. Del uno dijeron que ni se notó, y del otro, que parecía Davivienda, en el lugar equivocado. Eso habla bien de ambos. Lo insólito sería que cuajaran como anillo al dedo en ese escenario. Saltaron a la palestra Cecilia López y Rodrigo Rivera, lo mejorcito que quedó de la era serpo-samperista, quienes decidieron dar sus propios pasos y soltarse de ese yugo. Y sí, sigue Serpa, el dinosaurio infatigable, que hasta último minuto se opuso a la jefatura única de Gaviria y a reglas claras para una consulta. Perdió la primera y patalea por la segunda. Aun así, Serpa es el gran derrotado del Congreso Liberal, aunque hizo malabares para acomodarse de conciliador y no de perdedor.

Perdió porque es la primera vez en 10 años que el serpo-samperismo no mangoneó a su antojo el Congreso ni el Partido, o más bien, los mangoneó sólo a la mitad de su antojo. Por eso lo que hay es cohabitación y no renovación. A nadie se le ocurre que la renovación liberal consiste en que las maquinarias sigan manejando los hilos, y Serpa, las candidaturas. Sacarlos en el limpio juego democrático de una consulta abierta y transparente es el paso necesario para que el proceso de renovación liberal sea creíble y posible. Pero Serpa, que no pierde ni las mañas ni las esperanzas, insiste en impedir que la consulta sea, como siempre ha sido, el mismo día de las elecciones de Congreso. Ahora quiere que sea en una fecha aislada en la que no salga el voto de opinión, sino su voto amarrado de trapo rojo.

La fecha de la consulta no es un asunto menor ni logístico. No en vano Luis Carlos Galán se jugó su vida porque la consulta fuera abierta y paralela a otras elecciones nacionales como las de Congreso. Esa es la única manera en la que los candidatos sin maquinaria pueden competir compensando con el voto de opinión, que sólo está atento y participe en una elección nacional y no en una votación aislada de partido. Galán se jugó a muerte por esa decisión, por la lucha contra las maquinarias y las mafias. No creo posible que el hombre que recibió ese legado y ganó con él la Presidencia, deje enterrar esas banderas ahora que es jefe único. Ni los liberales, ni su nuevo jefe, ni los demás candidatos pueden dejarse amedrentar de Serpa. Si no le gusta la consulta abierta, transparente y en marzo, bien puede coger sus maletas, su trapo rojo y buscar nuevo toldo.

***

Nota Final. La siguiente es la lista de los liberales que el presidente Uribe le ha hecho el favor al Partido Liberal de llevarse para el uribismo: José Name Terán y Fuad Char (de la vieja guardia costeña, a quienes está región debe su notable retraso), Miguel de la Espriella (el de las famosas cajas envueltas en papel regalo, y fórmula al Senado de la representante Eleonora Pineda, de Córdoba), Alberto Santofimio (ardiente pro reeleccionista, a quien Galán le debe la vida), Víctor Renán Barco (cacique caldense que, tras 40 años en el Congreso, hace parte del inventario del Senado), José Renán Trujillo (delfín valluno que probablemente perderá la curul por alteraciones en la pasada votación de Senado), Aurelio Iragorri ('electrificado' cacique caucano) Miguel Pinedo (cacique de Magdalena), Piedad Zucardi, (princesa consorte del clan García de Cartagena), Álvaro, 'el gordo' García (investigado por la masacre paramilitar de Chengue en Sucre), Gustavo Dájer (al que le castigaron el hijo al pasarlo de la embajada en Nueva York al consulado en Londres), Luis Guillermo Vélez (paisa, futuro presidente del Senado por la bancada uribista), Salomón Saade (dormilón del Senado a quien J. Vives acusó de querer matarlo en alianza con los paras), Luis Eduardo Vives (el mal pariente). La lista sigue. Se reseñaron sólo los más notables.