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Chae Jung Anh / famosa cantante coreana

Te quiero blanca

Sara Guevara explora una nueva faceta de Oriente: la obsesión por la blancura.

Sara Guevara
16 de junio de 2006

A medida que se acerca el verano, las mujeres de Occidente se preparan para ir a la playa, tenderse al sol y lograr un envidiable bronceado. Al otro lado del mundo, en Asia, millones de mujeres se arman de gorras de ala ancha, guantes hasta el codo, sombrillas, y protectores solares de alto alcance que las protejan de un indeseable color tostado que en muchas ocasiones les ha costado borrar.

Los sociólogos han debatido hasta el cansancio las razones por las cuales los asiáticos comparten una profunda convicción cultural de que la piel blanca es más atractiva. Una de las razones, dicen, es la asociación del color de la piel con la riqueza y los niveles de educación. Otros, sin embargo, se aventuran a decir que el concepto occidental de la belleza en términos de color de piel ha calado profundamente incluso en las clases sociales menos pudientes, que se someten a tratamientos muchas veces peligrosos, con tal de aclarar el tono de la piel.

Los resultados publicados por Synovate, una empresa dedicada a las encuestas comerciales, dejaron boquiabiertos a más de uno. El estudio decía que el 61 por ciento de los entrevistados en Hong Kong, Malasia, Filipinas, Corea del Sur y Taiwán creían que se veían más jóvenes con la piel blanca. El 40 por ciento de las entrevistadas en por lo menos dos países confesó estar utilizando productos blanqueadores para la piel.

Para los esteticistas, la culpa de la histeria colectiva por la blancura la tienen la publicidad y las casas de moda, que últimamente andan en busca de talentos de tipo Eurásico. Desde Pekín hasta Bombay, los rostros blancos y las facciones occidentalizadas de cantantes y actrices venden millones.

Muchas asiáticas consideran que la piel blanca es sinónimo de éxito y sofisticación. En lugares como India y Paquistán, miles dicen ser víctimas de la discriminación por parte de los hombres que buscan mujeres de tez un poco más clara no sólo para cubrir las plazas de empleo, sino para escogerlas como esposas.

Los médicos en Tailandia están alarmados. El uso de los blanqueadores se ha extendido, como en Japón, incluso a los pezones y a otras partes íntimas que mujeres y hombres pretenden blanquear hasta dejarlos de un tono rosado.
De acuerdo con los dermatólogos, aunque las lociones blanqueadoras, los correctores, los gel y otras presentaciones son relativamente seguras, el peligro proviene de aquellas que contienen altas dosis de mercurio, uno de los mejores agentes blanqueadores.
Los cuestionamientos surgen, así mismo, ante algunas cremas con hidroquinona, una sustancia también utilizada en el revelado de fotos. El compuesto, prohibido en Europa desde 2001, y que ha sido vetado también en Asia, continúa circulando muchas veces importado desde América Latina con porcentajes superiores al límite del 2 por ciento.
Los médicos traen a colación un artículo publicado en junio de 2005 en el Journal of Cosmetic Dermatology, donde un médico y un químico holandés se refieren a la utilización cosmética de la popular hidroquinona como “una bomba de tiempo” cuyo “uso se debería suspender inmediatamente”.

La piratería de cosméticos, que en Asia se ha llenado los bolsillos, ha sido también la culpable de casos lamentables. En abril, un programa de la televisión tailandesa mostraba el testimonio de una atractiva camarera que entre sollozos explicaba que luego de haberse aplicado una crema blanqueadora que predicaba maravillas, su piel había quedado cubierta de parches albinos que han sido imposibles de quitar. “Mi vida es un desastre. Perdí mi trabajo porque la gente me evita. Yo misma, no puedo mirarme en el espejo”.

Lo curioso es que el ataque de blancura no sólo afecta a las asiáticas. Son muchas las mujeres extranjeras residentes en Tokio, latinas y europeas, que acuden al esteticista con el ánimo de lograr la tan anhelada y legendaria piel de porcelana japonesa de la que tanto se habla en Occidente. “Cuando visito a mi familia en Bogotá. me dicen que estoy como una leche. Pero la verdad, así me siento mucho mejor y aquí me veo absolutamente normal”, me confiesa una colombiana.

La moda de la blancura no parece retroceder. Ahora el objetivo no sólo de los casas de cosméticos, sino de las salas de estética, parecen ser los jóvenes de entre 18 y 25 años, que gozan del 50% de descuento en muchos de los tratamientos que se ofrecen. La idea, según ellos, es lograr que su patrón de belleza se ajuste a unos parámetros globales, y que se sientan realmente integrados, y no acomplejados, ante la gran cantidad de caras nuevas y hermosas que aparecen a diario en la televisión. “Es cuestión de imagen”, concluyen.