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Teatro para todos

Comienza en Señal Colombia la serie Estaciones del drama, un documental de siete capítulos sobre la historia del teatro contemporáneo en Colombia. Semana.com habló con Víctor Viviescas, director del proyecto.

15 de febrero de 2008

Tres semanas antes de que comience el Festival Iberoamericano de Teatro, Señal Colombia les regala a los televidentes un abrebocas de lujo. Desde el sábado 16 de febrero, a las 7 y media de la noche, y durante siete sábados más, se presentará la serie documental Estaciones del drama, dirigida por el dramaturgo, investigador y profesor universitario Víctor Viviescas, con el apoyo de los realizadores Sandra Rozo, Jenny Santamaría y Juan Camilo Ramírez.

La serie se basa en una investigación del propio Viviescas titulada “La representación del individuo en el teatro colombiano moderno”, y consta de siete capítulos de media hora de duración. En él se toman como referentes las trasescenas de diversas obras significativas en la historia del teatro colombiano y alrededor de ellas actores y directores reflexionan sobre su oficio y el impacto que han tenido en forjar la identidad de los colombianos. “Creo que la serie se juega una propuesta arriesgada pero urgente de combinar un lenguaje narrativo audiovisual que convoque a un público mayoritario, en especial a los jóvenes, y que no reduzca la trascendencia de los temas tratados”, señala Viviescas.

El primer muestra cómo El Bogotazo influyó de manera marcada en la transformación del teatro colombiano, y se centra en la obra Nube de abril, de Luis Enrique Osorio. Viviescas la tomó como punto de partida por dos razones fundamentales: “ En Luis Enrique Osorio coinciden dos aspectos fundamentales. Él es un protagonista privilegiado del teatro de la primera mitad del siglo XX y es testigo del 9 de abril, del asesinato de Gaitán y del Bogotazo” Como recuerda Viviescas,. Osorio compartía el Teatro Municipal con las concentraciones liberales que hacía Jorge Eliécer Gaitán en aquel teatro. “Cuando pasa el 9 de abril, ya no queda Gaitán, pero tampoco queda el Teatro Municipal, que a pesar de haber salido ileso de los incendios, no se salva de la demolición que determina la reconstrucción del centro de Bogotá”.

Como recuerda Viviescas, Luis Enrique Osorio emigró a Chapinero para construir el Teatro de la Comedia. “Pero, como él mismo lo reconoce, ya nada será igual. Esta coincidencia hace de Luis Enrique Osorio y del 9 de abril una figura y un acontecimiento que parten en dos la historia del teatro y la historia del país”.

Agrega Viviescas que Osorio, hacia 1948 y después de trasegar por distintas convenciones poéticas, había encontrado en l a comedia popular la clave de un teatro que interpelara al público de su época. “Después del 9 de abril, la comedia popular de costumbres no será suficiente para dar cuenta de la complejidad y del vértigo de los acontecimientos políticos. Desde mi punto de vista, Osorio encarna otra estrategia de modernización del teatro colombiano que fue eficaz en un momento, pero que será superada por los acontecimientos”.

Luego, en los sucesivos capítulos, se recorrerán temas como los sesenta, la época del teatro independiente y las creaciones colectivas, la ruptura de los nuevos dramaturgos con los postulados de sus maestros de los 70 y también se reflexionará sobre la manera de mostrarle al público actual un texto del pasado. Dos de ellos están dedicados no a una época sino a un dramaturgo, el antioqueño José Manuel Freídle, y otro al Teatro La Candelaria. Viviescas explica los motivos de esta decisión:

- Los protagonistas del teatro colombiano del siglo XX son múltiples y diversos; la serie intenta recoger el mayor número de ellos, sin ninguna pretensión de exhaustividad, lo que sería imposible. Pero, dicho esto, Freidel y La Candelaria constituían por sí mismos "toda una crónica". En el capítulo sobre Freidel buscamos vincular otros autores contemporáneos y posteriores que, de alguna manera, coinciden en proponer lo urbano y, específicamente, lo fronterizo, lo marginal como temas de una poética que reflexione las contradicciones de la ciudad contemporánea. Creo que Freidel, desde 1975, amplía el campo de la dramaturgia colombiana abriendo espacio para que estos temas y estas poéticas cobren carta de ciudadanía. El Teatro la Candelaria coincide con otros colectivos de teatro en mantener una trayectoria de 40 años; Santiago García coincide con otros autores colombianos importantes de una misma larga trayectoria -como Gilberto Martínez y Carlos José Reyes que también son invita dos a otros capítulos-, pero, de todas maneras, el Teatro La Candelaría es él mismo todo un relato: es un grupo estable en permanente renovación, son la imagen y la memoria de la creación colectiva, cuentan con un equipo de no menos de cinco autores y autoras individuales. Contar un poco de todo eso reclama más que un capítulo individual.

SEMANA.COM: ¿Cuál es, en su opinión, el presente y futuro del teatro colombiano en la era de la multimedia?
VÍCTOR VIVIESCAS:
Creo que la explosión multimediática en el teatro es un fenómeno, como dicen los muchachos, sobre todo "noventeañero". Fue en la década de los años 1990 que hubo una fascinación y una irrupción de lo mediático en el teatro. Yo creo que el teatro del presente y el que se proyecta, que puede seguir incluyendo la incursión en los medios o su incorporación a la escena, se plantea unas desterritorializaciones que están más en otra dirección: proponer nuevas experiencias que no se apoyan tanto en la narración de historias sino en provocar experiencias de todo tipo en el espectador; desplazarse de la sala de teatro convencional a la plaza, al atrio, a los edificios en ruina; incorporar a los no profesionales al acontecimiento teatral para que den testimonio de sus conflictos actuales. Todo lo cual plantea un devenir de nuevo profundamente político pero en direcciones distintas a las del teatro político de los años 70.

Para finalizar, Viviescas advierte que no se trata de una serie para eruditos, “así su realización haya reclamado mucha dedicación y, por qué no decirlo, erudición”. Su objetivo ha sido que los televidentes se apropien de una historia que les pertenece y que hasta ahora ha estado escondida en los anaqueles de los especialistas o en los hábitos culturales de algunas elites ilustradas. “Es teatro para todos”.