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Un negocio de grandes proyecciones

Una preparación adecuada deberá tener Colombia para la negociación del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Una agenda debidamente pensada y la coordinación con cada sector interesado, es clave para obtener la aprobación del TLC que de ser una realidad llegaría a cambiar el panorama del comercio exterior nacional. Un primer paso para ese proceso lo dio la semana pasada la Procuraduría General de la Nación al anunciar que vigilará el proceso.

Juan Pablo Parra*
8 de febrero de 2004

Según palabras de Francisco Fernández, consejero económico de la embajada de Estados Unidos en Colombia, la negociación del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos será una negociación entre iguales en la que los dos países deberán buscar los mejores resultados a su favor.

Esto quiere decir que no habrá ningún tipo de concesión ni de ventaja por parte de los negociadores, y por lo tanto Estados Unidos tomará todo lo que se ponga a su disposición para lograr su mejor provecho así como lo deberá hacer Colombia.

Esta reflexión es síntoma de la manera como Estados Unidos enfrenta todas sus negociaciones comerciales. Es imperativo entonces, que Colombia haga un trabajo de preparación que le garantice obtener la mejor posición negociadora en los diferentes aspectos que se pondrán sobre la mesa. Esta preparación tiene que fundamentarse en la consolidación de un excelente equipo negociador que logre captar los intereses de todos los grupos que se verán afectados por los cambios resultantes del TLC.

Una postura global que represente los intereses particulares de cada sector es necesaria para el propósito negociador. En este sentido, es importante que los gremios estén en capacidad de establecer sus posiciones con claridad y que se creen los puentes necesarios entre éstos y el gobierno para que fluya la información. La representación colombiana a cargo del equipo negociador deberá contar con un papel activo por parte de todos los sectores interesados, pues de esta coordinación depende el éxito o el fracaso de las negociaciones.

El inicio del proceso se debe dar con la elaboración de la agenda. Esta debe ser clara y se tiene que manejar a partir del principio de que nada está acordado hasta que todo esté acordado con el fin de no llegar a acuerdos incompletos. Mantener claridad sobre este aspecto es de gran importancia para evitar presiones derivadas de los plazos establecidos, pues el tiempo de la negociación se debe ajustar a los intereses de las partes.

Se puede afirmar sin temor a equívocos que el tratado de libre comercio cambiará el panorama del comercio exterior en Colombia. El resultado de la negociación será la eliminación de los aranceles comerciales entre los dos países, es decir el libre comercio. El proceso se centrará entonces en la modalidad mediante la cual se llegue a esta situación sin hacer un gran número de concesiones.

En Colombia, aproximadamente el 85 por ciento de los productos puede entrar en la actualidad al mercado de Estados Unidos sin el pago de aranceles gracias a los beneficios unilaterales otorgados por el Atpdea que termina en 2006. El objetivo general de los negociadores colombianos será la consolidación de este sistema de preferencias y su ampliación al universo de productos restantes. A cambio deberá adoptar posiciones frente a la entrada de los productos de Estados Unidos al mercado colombiano, mediante mecanismos de transición y de ajuste, tales como la desgravación gradual.

A lo anterior se deberá agregar temas como el régimen de aduanas, las medidas antidumping, las normas sanitarias y fitosanitarias, y en un espectro más amplio los regímenes de compras estatales y de prestación de servicios. Serán objeto de negociación aspectos que determinan la interacción de muchos actores en la sociedad. La elaboración de un tratado de libre comercio es un asunto delicado pues de su contenido se desprenden las reglas de funcionamiento y de relación de los mercados en el largo plazo.

Al saber la importancia de lo que está en juego dentro de una negociación de esta magnitud, cabe hacerse la pregunta acerca de lo que se puede esperar de sus resultados. Al respecto la referencia obligada es México, que celebra 10 años de existencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por su sigla en inglés). Aunque para muchos es prematura la realización de un balance que dé cuenta de los resultados alcanzados por el TLCAN, se pueden resaltar algunos elementos para el análisis.

Según un reciente estudio del Banco Mundial se puede afirmar que el comercio exterior mexicano se dinamizó ostensiblemente en los últimos 10 años. La participación del sector exterior dentro del PIB pasó de 21 por ciento a 52 por ciento con un alto grado de diversificación a favor especialmente del sector manufacturero. De una situación de déficit comercial en 1993, se pasó a una de superávit y se aprecia cierta convergencia en el nivel de salarios y productividad a favor de la economía mexicana, en especial en los sectores que tienen que ver directamente con la exportación.

Sin embargo, a pesar de un desempeño macroeconómico positivo, el estudio afirma que no se aprovechó en su totalidad el potencial del tratado debido a que no se realizaron diversas reformas estructurales en la economía mexicana, como las referentes a los sistemas de distribución regional, reformas y mejoras de la educación así como una orientación hacia el desarrollo tecnológico. La institucionalidad que acompañe el desarrollo de un tratado de libre comercio entre economías de distinto tamaño cobra gran importancia a la hora de disminuir efectos negativos derivados del libre comercio.

De la puesta en marcha de un tratado de libre comercio se desprenderán diversas consecuencias. Los efectos que se le puedan causar a las economías dependen de la preparación de la negociación. Sin embargo, siempre habrá ganadores y siempre habrá perdedores. El país tiene que prepararse pues de los resultados de la negociación dependerá su capacidad de integrarse y mantenerse como una economía viable. Es de gran importancia la iniciativa de negociación de una Tratado de Libre Comercio con una economía tan importante como la de Estados Unidos. Sin embargo esta debe enmarcarse dentro de una perspectiva amplia de desarrollo económico que incluya el fortalecimiento institucional y la búsqueda de competitividad, sin la cual el TLC se constituiría en un instrumento de aumento de las asimetrías ya existentes.

* Coordinador Maestría en Asuntos Internacionales

Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales Universidad Externado de Colombia