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Vanemerak

¿Este es el entrenador que necesita hoy Millonarios? ¿Realmente es buen técnico? ¿Es un factor desestabilizador?

Armando Neira / Editor de Semana.com
13 de febrero de 2008

Día a día, Mario Alberto Vanemerak empieza a dejar que sumen más los prejuicios sobre él que los logros deportivos. Y eso en un técnico de fútbol es hincarse ante una guillotina de la cual difícilmente se sale con vida. ¿En qué momento le pasó esto? En realidad no existe un día específico. Se trata de un proceso de deterioro gradual que llegó hasta el punto de poner no sólo en duda si es él técnico que necesita Millonarios sino algo más sencillo: ¿es un buen entrenador?

Al contrario del imaginario colectivo que cree que el fútbol se juega con los pies, la fortaleza de este nace es en la cabeza y Vanemerak a cuentagotas ha ido dejando dudas sobre la frialdad que necesita un técnico de un deporte sometido al escrutinio público a cada instante.
 
Doy varios ejemplos de errores protuberantes. El primero –y probablemente el más doloroso– fue en aquella noche de noviembre en el partido contra el América de México en la semifinal de la Copa Suramericana. Gerardo Bedoya se lesionó cuando ya se habían hecho los tres cambios. El técnico no lo sacó sino que lo dejó que anduviera allí en el campo, herido, impotente, perdido en la batalla. La imagen de impotencia, de derrota del jugar se transmitió a todo el colectivo y se extendió hasta la tribuna. Fue una decisión equivocada. Eso no se le hace a una afición, menos a un club y lo más grave a un jugador profesional cuya integridad física debe defenderse por encima de cualquier otra cosa. Los jugadores viven de sus músculos. Son la esencia de su vida. Y exponerlo a una situación de riesgo es un hecho imperdonable.

Después vino la final de la Copa Cafam. Ese torneo de características menores para la galería tenía una importancia enorme para la autoestima de los jugadores. Por eso, había que contar con lo mejor que se tenía en ese instante que después las cargas se ajustarían sobre el camino. Vanemerak decidió dejar por fuera a Ciciliano. Algunas versiones dicen que estaba ligeramente lesionado pero otros afirman que el técnico quiso probar al equipo sin su mejor carta porque en el inicio del campeonato no podría contar con él al tener que cumplir una fecha de sanción. Si esta es la verdadera razón cometió un error garrafal porque debió haberlo puesto, jugarse el todo para ganar esa copa y ya después resolvería el problema del futuro. Sin su elemento estelar perdió contra el América de Cali y los jugadores llegaron golpeados anímicamente al campeonato.

Un torneo que se inicio contra el Medellín y en el que Vanemerak se equivocó en la lectura del partido. Siete jugadores marcando a un delantero y en momento en que el rival tenía un hombre menos. Era el momento oportuno para recomponer el dibujo táctico y aprovechar el entusiasmo con que hasta ese momento debutaba Cochas. Ocurrió lo inesperado. Lo sacó del juego.

Luego vino el partido ante el Cali donde el equipo creó pero no remató. Y cuando la gente aún se lamentaba por la pena máxima errada por Ciciliano ante un improvisado portero, Vanemerak explotó.
 
Y lo hizo de la peor manera posible. Ante los micrófonos. Rompió los códigos internos de los equipos que ordenan que las crisis internas se resuelven de puertas para adentro y puso en la picota pública a toda la junta directiva. Una cosa es haber amenazado a varios periodistas ante la Fiscalía –una cosa insólita porque si él sabe que alguien cometió un delito como figura pública que es debe denunciarlo y no guardarlo como una especie de chantaje: “si ustedes me dejan en paz yo no los señaló”–, pero otra más nociva es la de señalar a miembros del club como elementos perversos. Los efectos son demoledores sobre toda la estructura.

A Vanemerak se le valora su incondicional amor por Millonarios, su entusiasmo a toda prueba y sus indiscutibles logros en la Copa Suramericana. Pero, ¿eso lo gradúan como un entrenador capacitado para dirigir al equipo azul en estas épocas de tremendas dificultades económicas? ¿Tiene la suficiente cabeza fría de un estratega o el corazón acelerado de un barra brava? Cada hombre se labra su propio destino. Y por lo visto hasta ahora Vanemerak está dando señales de que vibra como pocos cuando va al estadio. Sin embargo, parece que hoy por hoy sus características hacen que prefiera estar más en la tribuna donde puede desahogarse, maldecir, equivocarse y luego irse a casa, anónimo entre la multitud. Y no como la persona más visible, importante y referente del club.

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Esta columna fue publicada en la tarde del miércoles 13 de febrero. El jueves 14, Guillermo Francisco Reyes, viceministro de Justicia, aseguró a Caracol Radio que el Gobierno Nacional se retirará de Millonarios si el técnico argentino Mario Alberto Vanemerak no se presenta ante la junta directiva a ofrecer disculpas por sus explosivas declaraciones. “El problema no puede crecer más, esta situación ya tiene un límite, como para que el Gobierno siga prestando su nombre en un equipo donde no existe de parte de uno de sus empleados el más mínimo decoro y la más mínima respetabilidad”, sentenció Reyes, quien fue claro al advertir que si Vanemerak no se presenta, abandonará su cargo en la junta directiva de Millonarios.