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Carlos Hoyos publicará este año el libro Colombia, 100 destinosmaravillosos. Cortesía, archivo personal.

FOTOGRAFÍA

Vistazos desde el cielo

El fotógrafo Carlos Hoyos invita a los colombianos a ver su país desde los cielos. ¿Cómo? A través de sus maravillosas imágenes tomadas con su Helix Cam, un híbrido de helicóptero y cámara.

César Paredes
17 de julio de 2007

Dos hechos mágicos se conjugan: volar y registrar la realidad en imágenes. Un instante es suficiente para que la luz dibuje, las formas y colores de un paisaje natural o arquitectónico, desde una perspectiva nunca antes vista. Desde un modelo de helicóptero a escala, con una cámara adaptada, Carlos Hoyos logra el registro de panorámicas de ensueño, dignos escenarios para películas de Hollywood.

El aporte que Hoyos ha hecho a la fotografía aérea, esconde maravillas propias de una historia de Julio Verne. Su reciente invento, el Helix Cam, es un modelo pequeño de helicóptero que utiliza energía eléctrica, la evolución de modelos anteriores que utilizaban gasolina. Pero además de eso tiene una cámara adaptada que se puede monitorear a control remoto.

“Me di cuenta que la fotografía aérea no estaba desarrollada porque las plataformas normales para realizarla eran helicópteros o aviones a escala real que daban ángulos muy altos. Fue así como dediqué gran parte de mi vida a desarrollar la aerodinámica, la técnica, y la fotografía”, explica.

Nacido en Anserma, Caldas, Carlos Hoyos es el cuarto hijo de una familia de 12 hermanos. Su contacto con la fotografía fue desde siempre, como él mismo lo dice: “Yo nací fotógrafo”. Su padre era el fotógrafo del pueblo. “Fotoyos”, le decían y a sus hijos fotoyitos. En el taller se retrataron los mejores momentos de varias familias de la región, y poco a poco Fotoyos llegó a ser reconocido por que intervenía las fotos con “trucos”, para mejorarlas. “La gente de municipios circundantes iban allá. Porque así la persona no fuera agraciada, la hacía quedar hermosa”, recuerda María Teresa Hoyos, hermana mayor de Carlos.

De esa vena, de pasión por la fotografía e ingenio, salió Carlos. Un observador agudo y visionario que poco a poco se fue formando. Cuando vio por primera vez un helicóptero quedó fascinado por el insecto gigante que transportaba personas. Esa impresión fue algo que lo persiguió toda su vida. Siempre tuvo curiosidad por saber qué se veía desde arriba.

Al igual que todos sus hermanos salió muy joven de su casa. Era el momento de abrirse paso por la vida. Llegó a Bogotá a trabajar en una compraventa. Pero aburrido, se dio cuenta que no era lo suyo y luego consiguió trabajo como fotógrafo de turistas en La Plaza de Bolívar. Una foto bien lograda le significó su llegada al Canal Caracol en donde después llegó a ser camarógrafo de televisión y de 16 mm.

Sin embargo, no sentía que sus sueños estuvieran cumplidos y decidió irse para Estados Unidos, donde estaban varios de sus hermanos, a probar suerte. Pronto se puso a trabajar en su invento: una cámara que pudiera lograr ángulos aéreos. “Carlos siempre ha sido muy creativo, siempre estaba fabricando cosas. Él mismo hacía sus lámparas, adornos y pintaba su cuarto al punto de que era el mejor decorado de la casa”, anota María Teresa.

Su sueño comenzó aterrizar el día en que se presentó a una compañía que trabajaba para la industria del cine. Le financiaron el proyecto y contrató un equipo de ingenieros que él junto con un hermano dirigían. Llegó el día en que su invento voló. Una suerte de libélula gigante grabó y retrató, desde un nuevo punto de vista, la tierra.

En 1997 patentó la cámara aérea. Desde entonces se ha hecho merecedor de varios premios en Estados Unidos y en Colombia. El último de ellos, el premio a la innovación, Portafolio 2005. Su invento cambió la forma de hacer cine, y con su aparato ha participado en cerca de 100 películas y 200 comerciales.

Pero su contribución a la concepción de imágenes va más allá de la cámara aérea. Hoyos no sólo experimenta con nuevos encuadres y ángulos. También ha experimentado con papeles diferentes al fotográfico y le apuesta a una tendencia pictorialista, consistente en realzar aspectos que asemejen la fotografía a una pintura. No obstante, esto no lo logra interviniendo la fotografía digitalmente, sino con lentes, filtros, películas y papeles procurando una saturación de colores, pero sin manipular la foto.

Desde hace cuatro años Hoyos emprendió su nueva misión: “Promover locaciones de Colombia con un lenguaje fotográfico, pero con una estética cinematográfica”, como él mismo dice. Primero publicó el libro Cartagena de Indias con Villegas Editores en 2003. Luego, volvió a evocar los años de su infancia y dedicó un trabajo completo que se llamó La Tierra del Café, libro que editó en 2006, en su casa editora en Los Ángeles, CH Fine Arts Photography.

En 2006 comenzó su participación en la Association of Film Commissioners International, que es una entidad que se encarga de promover locaciones para la industria del cine a nivel internacional. A través de esta, Hoyos busca dar a conocer los paisajes colombianos. Para esto prepara un nuevo trabajo que publicará en noviembre de este año: Colombia, 100 maravillosos destinos. Además, gestiona la exposición de su trabajo en importantes galerías de Estados Unidos, donde ya ha tenido la oportunidad de exhibir su trabajo. Él espera que sus fotografías no sólo sean un legado sino un catálogo que motive la inversión extranjera, no sólo del cine, sino también del turismo.

“Colombia merece ser destacada ante el mundo. Este país es un estudio en potencia. Mi misión es mostrar a Colombia de una forma que antes no se había visto y para eso tengo todo un programa que incluye el libro y exposiciones en varias partes”, explica.