OPINIÓN ONLINE

Trumpopulismo

Resignados, en los países del Tercer mundo caímos en la ideología del mercado sin que, al parecer, se viera una luz al final del túnel. Y, ¡Oh Sorpresa!, la potencia económica más importante del mundo eligió a un populista de derecha.

Javier Gómez, Javier Gómez
16 de noviembre de 2016

Recientemente en un debate escuché la definición de populismo: es la manera facilista de resolver problemas complejos con soluciones simples. Y en política eso cuenta: hay populismos de Derecha y de Izquierda.

Y hay quienes matizan su posición y se hacen llamar de Centro, también de Derecha y de Izquierda. Podríamos decir que el Centro, el de la corbata bien puesta y de buenos modales, es el fiel cumplidor de los ajustes fiscales, del buen manejo de las cifras macroeconómicas, pero además de las recomendaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

Bien, empecemos por estos últimos. Estos gobiernos políticamente correctos pero atiborrados de tecnócratas “apolíticos” se pasan la vida en eso: definiendo políticas económicas en detrimento de la mayoría de la población. Disfrazan con palabras técnicas que no están al alcance del ciudadano de a pie medidas antipopulares: recorte del gasto, reducción del déficit fiscal, sostenibilidad macroeconómica, etc. Esto es, menos inversión social, clavarle impuestos al pueblo, etc. Secretismo y cero rendición de cuentas es el común denominador. Son refractarios a la crítica y sus mejores aliados, los medios de comunicación, que tragan entero, no mastican, y en la mayoría de los casos son propiedad de quienes regulan la economía, no pisan callos.

Y así se pasan la vida, estos gobiernos “responsables” del Centro. Gobiernos que prometen y no cumplen. Mientras tanto, crece la desigualdad, la exclusión, cero ascenso social, la gente se muere en las puertas de los hospitales, las oportunidades son más escasas o no hay, el trabajo cada día es más precario, los campesinos miserables y, lo peor, con sus políticas se perpetúa la premisa de que “el que nace pobre muere pobre”. Y, por supuesto, los ricos cada día son más ricos.

Resignados, en los países del tercer mundo caímos en la ideología del mercado sin que, al parecer, se viera una luz al final del túnel. Y, ¡Oh Sorpresa!, la potencia económica más importante del mundo eligió a un populista de Derecha. En el país en donde se concibió el famoso consenso de Washington: la austeridad fiscal, la privatización y la liberalización de los mercados.   

Donald Trump, el anti político, hizo la lectura políticamente incorrecta y le habló al ciudadano estadounidense de la exclusión laboral, de la precariedad de sus ingresos y, de entrada, le dio un golpe conceptual a la intocable ideología neoliberal: “primero el trabajador americano” y “vamos recuperar los puestos de trabajo que se fueron de este país”. Sin titubeos anunció que cerrará fronteras económicas, renegociará los Tratados de Libre Comercio, le plantará cara a su mayor acreedor que es la China y, pensando en los pobres de su país, reactivará el empleo mediante la inversión pública para consolidar el sueño americano, a lo Keynes.

Qué paradoja, a los regímenes de Izquierda de América Latina, que se le adelantaron a Trump desde la década anterior, los analistas y medios de comunicación los satanizan y califican de populistas por pretender buscarle “soluciones simples” a problemas estructurales. Pero esos son problemas que, como pudimos constatar con el triunfo del populismo de Derecha en las urnas, padece la potencia económica más importante del planeta. Eso piensan cuando menos, los más de 60 millones de estadounidenses que eligieron al impredecible magnate.

¿Cuándo le tocará a Colombia tener un líder que le pegue una patada al tablero y remueva las ideas centrócratas de quienes nos gobiernan? Porque aquí estamos mamados de que los “políticamente correctos” justifiquen la desigualdad, la concentración de la riqueza, la falta de oportunidades, la informalidad laboral; de que el pueblo se muera, además de hambre, en las puertas de los hospitales; sí, estamos mamados de la corrupción y de que los mismos de siempre y con la misma gente gobiernen este país. Etcétera, y más etcéteras…