OPINIÓN

Tres no son compañía

“Saldo trágico deja la nominación a la Vicepresidencia de Juan Manuel Santos: un herido, un frustrado y un vicepresidente con iniciativa”, es lo que cualquier tabloide sensacionalista titularía y lo que, en efecto, ha ocurrido durante la última semana.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
1 de marzo de 2014

El herido: Angelino Garzón, quien termina muy mal su relación con el presidente Santos. Angelino siente que le están dando un feo adiós. Ni una mención de agradecimiento tuvo el día en que anunciaron con bombos y platillos la llegada de Germán Vargas a una Vicepresidencia “activa de verdad". 


Aunque formalmente los vicepresidentes no tienen funciones constitucionales distintas a la de reemplazar al presidente en sus faltas absolutas, Angelino estaba convencido de que era útil en la tarea de gobernar. Sus programas en defensa de los derechos humanos, sus intervenciones siempre que hubo paros y protestas en los últimos años y hasta su participación en el ‘comité del espacio’ que le valió una inhabilidad a su hija para aspirar a la Cámara, le hacían creer que resultaba imprescindible.

Estrellarse contra la realidad de la ingratitud y entender que la embajada en Brasil era sólo un premio de consolación lo enfureció. Y nada más peligroso que un personaje con la popularidad de Angelino en las encuestas en plan de sacarse la espinita. El presidente, que casa peleas innecesarias como la que tiene ahora con Andrés Pastrana, debería intentar arreglar las cosas con su herido vicepresidente, no vaya y sea que la oposición de Angelino le resulte más cara que la de Uribe.

El gran ganador de la jornada, sin embargo, se llama Germán Vargas Lleras. Su entrada al tiquete de la reelección se hace bajo sus propias condiciones. Santos no le está haciendo un favor a Vargas sino al revés, lo que le permite a este último pedir “una gran coordinación con ministros y alcaldes en torno al tema de la infraestructura y la vivienda”, como se le ha oído decir.

El mico sabe a qué palo trepa. Ambas carteras tienen importantes recursos asegurados y, en el caso del Ministerio de Transporte, cuenta con una gestión bastante avanzada gracias a Cecilia Álvarez Correa.

La ministra de los 8.000 kilómetros recorridos logró aprobar la ley de infraestructura superando los problemas de compras de predios, destrabó varias de las concesiones existentes y diseñó la planeación de las carreteras 4G que se construirán en el próximo período con recursos que ya existen y están listos para ejecutarse.

Con semejante terreno abonado, Vargas llegará a cortar cintas e inaugurar obras mientras sigue entregando casas gratis que se convierten en potentes máquinas de votos. El problema de esa gran coordinación que quiere Vargas Lleras es que va a necesitar ministros sin carácter que se dediquen a decirle “sí señor” todo el tiempo al poderoso vicepresidente que los dirigirá de ahora en adelante. No veo en esas a Cecilia Álvarez y si Luis Felipe Henao se queda, tendrá que resignarse a volver a ser viceministro de facto.

Finalmente, hay que hablar del frustrado. Tremendo oso hizo el general Óscar Naranjo al pedir la Vicepresidencia en una entrevista con El País de España. Se quedó con los crespos hechos.

Seguramente encontrará consuelo más adelante con un ministerio de convivencia y seguridad ciudadana, que le confeccionarán a la medida para mantenerlo entretenido. La pregunta que seguirá retumbando es por qué renunció entonces a sus funciones de asesor en México si aquí en Colombia no tenía un papel inmediato que cumplir. ¿Salida digna ante un fracaso de gestión en México con amague de Vicepresidencia en Colombia?

Los tres, Vargas, Naranjo y Garzón, definitivamente no son compañía.


Twitter: @JoseMAcevedo