Blog: Comiendo prójimo

Las barbies del habla hispana

Hablamos un español bonito, con mucha estética, pero con un vacío de consciencia más grande que el de un político cualquiera.

Semana
15 de diciembre de 2013

En la calle, en la escuela, en el taxi, en el bus, en el almacén uno escucha la gente respondiendo los gracias con a la órdenes, como hablándole al amo ¿De verdad queremos decir eso? Si a usted le dicen que se ponga de rodillas y que lama los zapatos, ¿lo hace? 

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Caricatura por: Stiven Acuña. 

El español es un idioma hablado sin conciencia; no analizamos las palabras que salen de nuestra boca, como si el hecho de que alguien hable mal le diera permiso a los demás de que lo imiten, o que el progreso cultural no vaya de la mano con la evolución de su lengua. 

En la Era Digital, donde cada vez hay que decir más con menos palabras y más imagen, nos vemos maniatados por una falencia que podría llamarse menor: no pensamos a la hora de hablar. Cuando usted va a responderle a alguien: "A la orden, mi Dios le pague" ¿cómo que mi Dios le pague, y si yo necesito es plata para pagar el arriendo?, ¿el me la va a dar? O empelotar ¿usted de verdad se vuelve pelota al desnudarse? Se le ven las pelotas si es un hombre promedio, pero nada más. 

Muchas de estas palabras provienen de una castellano más antiguo, donde se crearon dichos y modismos del lenguaje que eran acordes al desarrollo lingüístico de los habitantes: a menor número de palabras conocidas, menos creatividad y variedad en la comunicación en los mismos comentarios humorísticos.  

Es de suponerse que en la época de la esclavitud, cuando los descendientes de la corona y los adinerados negociantes realmente poseían a sus esclavos, estos respondieran antes sus amos: "¡A la orden, mi don!", un sentido que seguro se expresaba literalmente, debían cumplir lo que al amo se le antojara. Y nótese la propiedad con que lo llama "mi don", porque él es su amo, suyo

"Siéntase como en su casa", ¿de verdad?, ¿puedo quedarme en ropa interior, ir a atracar la cocina, no lavar platos y tirarme a ver televisión en la cama matrimonial? Porque eso es, básicamente, lo que un soltero promedio hace en su casa. 

Es palpable la evolución del español en comparación con otros idiomas, ya que este ha perdido infinidad de complicadas normas y formas que han dejado atrás ajustes acordes a lo que podría considerarse un uso educado del lenguaje (término cambiante, y determinado a un momento específico en el tiempo, ¿me entienden? No es lo mismo decirle granuja u holgazán a alguien en este momento que habérselo dicho años atrás, donde sí era un insulto); pero este proceso evolutivo necesita avanzar más de la mano con el cambio cultural al que se someten sus hablantes. 

Es como la "confusión" de la bolsa de leche: ¿bolsa con leche o bolsa de leche? ¡Qué ganas de joder la vida la de los desocupados! Sí bolsa de leche es un producto terminado, es un nombre propio y no requiere especificación del contenido. Y es que hay un montón de puristas por ahí que van en contra de lo que venga y no dejan que el idioma progrese en paz, con su cultura. 

O cuando los jovencitos dicen "qué chimba" en lugar de decir "qué lindo, qué divertido o qué chistoso" Se sienten hasta incómodos si utilizan las formas correctas, no vayan a pensar los demás que son unos aburguesados indignos o unas mariquitas que no merecen la compañía tan masculina que tienen. ¡A eso hemos llegado! 

Y eso que los colombianos somos los que mejor hablamos el español, que lo hemos cuidado más de no mezclarlo con acentos muy trascendentales, al menos en la mayoría de las partes. No tenemos el exagerado y sensual acento argentino, ni el de la papa caliente de los ecuatorianos. Pero aún así, nos falta inteligencia tras ese sonido bonito, somos las barbies del habla hispana, así otros países vecinos tengan también sus usos indebidos en el lenguaje, sobre todo en Perú y Ecuador. Y aún así, el infierno está lleno de colombianos que dicen "eCxena y éTsito" 

Ellos no hacen el feo, pues reconocen que son un pueblo humilde y de raíces indígenas; mientras nosotros nos llenamos la boca con la innovación, el progreso y el bien hablar. ¿De verdad?... Somos las barbies, hablamos lindo pero con el lenguaje lleno de modismos, desusos y abusos, tanto hablados como escritos, Porke Nhos BalE MaaADhre La iNtegRiiidaD dHe sTe vEyo idDhioMaa. 

Ahí les dejo, sus mercedes, y a la orden.