Blog: Comiendo prójimo

Siguen muriendo niños por culpa de las matemáticas

Nos siguen enseñando a defendernos de una ecuación lineal, pero no de un agresor.

Semana
24 de julio de 2014

El bullying se presenta, generalmente, en el escenario donde una persona se siente inferior, frágil e indefensa frente a otra. El gordito que se ahoga corriendo así que no intenta ni escapar, la niña poco agraciada que se esconde tras su cabello para pasar de invisible, el niño que lee con un ojo y repasa con el otro, o simplemente aquel que se siente o luce diferente a los estándares sociales de comportamiento y belleza. 

Pero si analizamos a fondo estos diversos casos, encontraremos que siempre parte de problemas de autoestima. Si en lugar de enseñarle tantas teorías y fórmulas a los niños y jóvenes, les educáramos en el autocuidado, en el respeto por su cuerpo, en la importancia de que seamos diferentes, únicos, valiosos, hermosos y educados, esa niña no tendría que vomitar para verse más delgada, porque se quiere con sus kilitos extra y/o sabe que puede adelgazar sanamente para sentirse mejor, pero por ella, no para que la acepten en un grupo de “amigas” o para que alguien la quiera; y ese niño que tiene intereses diferentes no tendría que ocultarse de nadie por miedo a que lo rechacen, al fin que se quiere a sí mismo primero, se valora y sabe que quien lo quiera, amará también lo ‘peor’ de él, como dice Buika. 

En la escuela nos enseñan a hacer muchas cosas, pero quizá sea hora de cambiar ciertas enseñanzas, ya que a leguas se nota que no han sido efectivas en las nuevas generaciones —y en las viejas tampoco, quizá lo diferente sea el poder de difusión que tiene la información ahora—; se les debe de enseñar a defenderse de otras personas, partiendo del valor y el respeto que se tienen a sí mismos y a su entorno. Debemos utilizar un nuevo sistema que busque enseñar los derechos y deberes a cada uno, donde los jóvenes entiendan hasta dónde es libre desarrollo de su personalidad y dónde inicia el irrespeto hacia otra persona. 

Cuando se realiza un examen o test sorpresa, la mayoría de personas se ponen nerviosos y se confunden con lo que saben, así que prefieren confiar en los conocimientos del vecino y le copian, aún cuando esté puede estar equivocado.

Si a los niños y jóvenes les damos confianza en sí mismos, vamos a obtener resultados satisfactorios para ambas partes. Cuando Pedrito confía en su inteligencia y su conocimiento no está nervioso para solucionar un examen, presentar una exposición o simplemente participar y opinar en clase o en medio de un grupo de personas, porque está seguro de lo valioso que es él; pero si constantemente sólo le recalcan lo malo que hace y las veces que se equivoca, él se encierra en el disfraz ridículo de adolescente incomprendido, del que después uno siente vergüenza al crecer, pero ya es tarde.

El bullying es culpa de las matemáticas, del lenguaje, de sociales, química, física, religión, ética y muchas más áreas del conocimiento, porque el problema proviene de los cimientos de nuestro sistema educativo, que no parece querer enseñarle a seres humanos y pensantes, sino a reses uniformadas; un sistema de gobierno que no gradúa bachilleres sino que los aborta a una sociedad cruel, visceral y desordenada, sin conocimientos suficientes para valerse por sí mismos o acceder a una educación universitaria de calidad. 

Pensemos que a un gobierno corrupto le interesa tener un pueblo torpe y manejable, que se pueda engañar fácilmente, sin que se cuestionen muchas cosas o las pregunten a viva voz, porque les convenimos más siendo manadas de reses para el matadero, que ciudadanos críticos que revelen y castiguen la corrupción.