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El 20 de julio: símbolos y valores

El narcotráfico nos ha conducido paulatinamente a la pérdida de valores, al olvido de nuestra historia y al desconocimiento de la patria.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
17 de julio de 2017

Si se hiciera en nuestro país una encuesta preguntando qué hecho sucedió el 20 de julio, cuando se celebra la Independencia nacional, es previsible que muchos no tengan la menor idea. Es lógico, porque la enseñanza de la historia y de la geografía, se volvió en desde hace varias décadas algo inútil y desueto.

Paulatinamente hemos perdido el sentimiento de patria, fundamental para sacar adelante a un país y luchar concertadamente para el logro de grandes metas y objetivos.

Los símbolos y valores que hace algún tiempo llenaban de emoción a nuestros padres fueron sustituidos, como consecuencia del narcotráfico, por la corrupción y la violencia rampante, la intolerancia y el afán de lucro a toda costa.

En esas condiciones, a pesar de la concertación de acuerdos con las Farc y eventualmente con el ELN, si no superamos ese telón de fondo que ha venido enmarcando la vida del país en los últimos años, no saldremos adelante y todo se quedará en postulados incumplidos.

Paradójicamente, ahora que contamos con miles de escuelas y cientos de universidades, los muchachos saben menos de Colombia que antes. Son testigos cotidianos de que, para alcanzar sus objetivos, no basta con ser competente y capaz, sino que es indispensable tener buenos padrinos, y valerse de cualquier medio para lograrlos.

Es curioso que en regímenes tan opuestos como los de Cuba y Estados Unidos, para no mencionar sino dos casos, el conocimiento de la historia nacional, es un elemento esencial de la nación. No hubiera sido posible para ningún presidente de Estados Unidos llevar a miles de jóvenes a exponer sus vidas en Irak, Afganistán o Siria, si la sociedad norteamericana no tuviera a flor de piel el orgullo por la historia de su patria y la veneración por los símbolos de su nacionalidad. Trump trata ahora de recoger ese sentimiento con el lema de ¡Primero América!

Tampoco Cuba hubiera podido resistir durante medio siglo la presión asfixiante de los Estados Unidos y de otros Estados, si a los cubanos no se les hubiera inculcado el culto a José Martí y a los líderes de la revolución, así como el conocimiento de la isla.

Maduro, para sobrevivir, ha resuelto seguir por ese camino y mitificar a Chávez. Ahora los militares y policías venezolanos repiten cotidianamente una retahíla que empieza con las palabras: ¡Chávez vive!, una práctica similar a la que se cumplió durante el Tercer Reich, que iba acompañada con la elevación marcial del brazo derecho…

En Colombia, para que tengamos un mejor país será indispensable reducir el flagelo del narcotráfico y comenzar pacientemente por enseñar de nuevo la historia y la geografía de la patria.

(*) Miembro de la Academia Colombiana de Historia y de la Sociedad Geográfica de Colombia