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¡A las armas, uribistas!

Recluten a Fernando Londoño, alias Invercolsa, como jefe de finanzas; a Andrés Uriel, de logística. Y convoquen a Martí como jefe de comunicaciones.

Daniel Samper Ospina
25 de febrero de 2012

Noté con estupor que pasó inadvertida la chiva del año que publicó El Tiempo en su última edición dominical. Se trata de una entrevista en la que el narcotraficante Víctor Patiño Fómeque niega tener vínculos con la delincuencia de la siguiente manera: "el día en que supuestamente me vieron en Cali llevaba seis días hospitalizado por una operación de hemorroides que me desangró". ¿No es esa la chiva del año? ¿No es, al menos, la chiva del ano?
 
Este país, queridos amigos, no aguanta más derramamientos de sangre. Lamento que mis colegas traten de aumentar las ventas publicando tantas noticias sangrientas. Hace un mes fue la visita del tubito con la Hemoglobina Divina del Santo Padre que, según me dicen, quedó encantado con nuestro país, pese a las amenazas que recibió de alias Mi Sangre. Ahora, El Tiempo acude al periodismo rojo para mejorar la circulación, pese a que quien necesita mejorar la circulación es, justamente, Patiño Fómeque.

Su confesión demuestra lo sangrienta que puede llegar a ser la mafia colombiana, pero, por un instante, pensemos en el futuro: ¿qué tipo de país vamos a entregarles a las próximas generaciones? ¿Es este el tipo de narcotraficantes que queremos para Colombia? Mientras la Yakuza japonesa es sobria y vengativa, y la Camorra italiana es tan inmisericorde como elegante, nuestros mafiosos alegan su inocencia con el pretexto de que sufren de hemorroides. Amenazan con aportar un cojín para demostrarlo. Y así es imposible salir adelante. Seamos serios: ¿no es más digno inculparse de cualquier delito con tal de ocultar una operación de almorranas? ¿No es más digno decirle al periodista, con vehemencia, "no tengo hemorroides, ese martes yo no me operé de nada: ¡a mí me respeta, ese día yo estaba traficando!". Ahora la DEA no acusa a Patiño de constreñimiento sino de estreñimiento, y lo chantajea con un pote de Digestar jalea, que, como todos sabemos, propicia una "acción blanda, suave y placentera".

No hay nada qué hacer. Así es Colombia. A la incontinencia urinaria de Yidis, se suma la enfermedad de Patiño, que el diccionario define como una "tumuración en los márgenes del ano debida a várices de su correspondiente plexo venoso". Con esos antecedentes nacionales, a mí también me dan ganas de dejarme la barba y pasar a la clandestinidad, como lo hicieron Alfonso Cano, Timochenko o Luis Carlos Restrepo. El país está acabado. Las noticias dan ganas de llorar. Bomberos de Puerto Colombia alquilan su sede para grabar una película pornográfica en la que los actores se pisan las mangueras. Los Nule se declaran en dieta. El Pincher Arias se convierte en un mártir de la ética y renuncia al Partido Conservador. Cuando estaba todo listo para que viniera Paul McCartney, y Jorge Barón ya daba por hecho que le daría la patadita de la suerte al exbeatle y el dummy gigante de Pastas La Muñeca ya estaba inflado, amenazan con no prestar el Campín con el pretexto de proteger la grama. Por favor: si aguantó el galope de Léider Preciado, ¿quién duda de que soportará un simple concierto? Si quieren cuidar la hierba, basta con que no dejen ingresar a Wílder Medina.

Para rematar las noticias semanales, Luis Carlos Restrepo fue declarado prófugo oficialmente y Macaco acusó a José Obdulio de instigar montajes contra los magistrados. Tan pronto como lo supe me afané: que mi maestro no se trague la pepa letal, la Hermeseta última, pensé desesperado; que no cometa una locura. Más bien pase a la candestinidad él también y funde con Restrepo el primer bloque de la guerrilla uribista.

Están en mora de hacerlo. Y ese es, justamente, mi consejo para todos ellos, los amigos uribistas: monten el Bloque Guerrillero Álvaro Uribe Vélez. Rebélense contra este gobierno traidor; rebélense contra la infame justicia del Estado de Derecho que tanto los persigue. Atáquenla de verdad, no con leves montajes a los magistrados. Sigan órdenes del Comandante Ternura. Recluten a Fernando Londoño, alias Invercolsa, como jefe de finanzas; traigan a Andrés Uriel como jefe de logística; vinculen a Rafico Nieto como explosivista: que ser semejante petardo al fin tenga sentido. Y convoquen a Armando Martí como jefe de comunicaciones para que garantice el flujo de mensajes a través de ondas telepáticas: los adultos, de ondas grandes; Pachito, de microondas.

Como primer acto, perpetren un hurto simbólico similar al de la espada de Bolívar: ingresen al Palacio de Nariño y róbense a Edward Niño. Luego, tómense el Palacio de Justicia; quemen los expedientes de Sabas, de Edmundo del Castillo, de la Coneja Hurtado; liberen a sangre y fuego al Pincher Arias y a alias Don Berna Moreno; y resguárdense en la frontera panameña con la soterrada complicidad de Martinelli, hasta que, en unos años, y tras decretar una zona de despeje en El Ubérrimo, los indulte el gobierno de Simoncito Gaviria, que para entonces ya se peinará solo y habrá propuesto a Edward Niño como procurador, porque a él solo le gusta gente de su talla.

Camaradas uribistas: a vencer o morir. Levántense en armas. Eviten el arresto del Comandante Ternura y del ideólogo del frente, mi maestro José Obdulio, intelectual ejemplar, escritor fabuloso cuya prosa es suave, blanda y placentera, y sería un buen jarabe para Víctor Patiño Fómeque.n