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Abdón es Abdón, pero Ruddy es Ruddy

A Hommes no se le pinta como es: un antidemagogo obsesionado con la educación, ajeno por completo a las dinastías económicas

Semana
1 de junio de 2003

Me gusta leer a Rudolf Hommes. Tiene mucho humor, una inteligencia traviesa, y un 'no se qué' del hipismo de los años 60. Un economista no aburrido. Un pensador actual, provocador, mamagallista, que mezcla su gusto por la salsa y la bohemia con una gran estructura intelectual.

Por estos días entre los ex ministros de Hacienda Hommes y Abdón Espinosa se ha desencadenado una dura pelea ideológica. Ambos colaboradores de El Tiempo, si del primero puede decirse que es columnista estrella, de Espinosa, faro del cepalismo, se dice que es el columnista más "ladrilludo" del país.

Me leo rigurosamente a Abdón como un ejercicio periodístico nunca ingrato, aunque pienso en el trabajo que deben estar pasando los directores de El Tiempo, cuyo esfuerzo por actualizar el periódico noticiosa y editorialmente está haciéndose notar, para reducir la periodicidad de las columnas de Abdón. O por lo menos para transformarlas, de una sábana interminable que son hoy, cuya extensión se devora toda la página editorial, a, aún así, un sustancioso pañuelo.

Francamente no quisiera estar en los calzones de quien tendrá que cumplir la misión de abreviar a Abdón.

Pero más allá del gusto del lector por una o por otra columna, la discusión entablada por ambos columnistas es de fondo, aunque en la forma ha habido gruesos ataques: Abdón dice que "con su habitual estilo camorrista, cínico y pedestre, el asesor del Presidente de la República y consultor privado, Rudolf Hommes Rodríguez, a quien la multiplicidad de funciones y ocupaciones no parece generarle ninguna incompatibilidad....".

Me siento culpable de que a Hommes se le haya armado esta dualidad. Hombre muy cercano y muy útil consejero para el entonces candidato y actual presidente Uribe, cuando fue claro que era un asesor extraoficial, en esta columna se planteó la necesidad de que él y Fabio Echeverri (en las mismas circunstancias) fueran efectivamente contratados por el gobierno para evitar susceptibilidades.

El resultado es que a ambos se les paga una remuneración simbólica. Es obvio que su trabajo de asesores valdría muchísimo más que eso, pero ni el Estado puede pagárselos, ni ellos pueden prescindir de eso tan aterrador y tan de mal gusto en que incurrimos muchísimos colombianos, que es la necesidad imperiosa de trabajar para ganar un sustento.

¿Qué hacemos: capamos la consejería de Ruddy al presidente Uribe -casi el único capaz, con Fabio Echeverri, de romper el unanimismo que rodea al Presidente- o confiamos en la buena fe con la que ejerce su cercanía con Uribe?

No sobrarán quienes contesten que es mejor caparlo. Y seguramente los de esta teoría pertenecen al grupo de quienes han encasillado a Hommes en la 'demoníaca' escuela del neoliberalismo rampante.

Yo me pregunto a qué horas se quedó solo Ruddy como adalid de esta escuela económica. El ex presidente Gaviria resolvió sacarle el cuerpo al tema. Y como gavirismo tampoco queda, pero samperismo sí hay, este último se ha encargado de agigantar la calumnia. La de que Ruddy es un desalmado que quebró a la agricultura, a los comerciantes, a los médicos, a los deudores de vivienda, que empobreció a los pobres, que enriqueció a los ricos y que se tiró al país.

A Hommes no se le pinta como realmente es: un antidemagogo obsesionado con el tema de la educación, ajeno por completo a las dinastías económicas, hijo de un académico, protagonista de la pelea más frontal contra los grupos económicos, y de cuyo período al frente de Hacienda quedó un crecimiento económico del 5 por ciento, un desempleo que llegaba al 8 por ciento, unos índices crecientes de confianza internacional en Colombia, un aumento considerable de la cobertura de salud y eléctrica, etc. Ser serio no significa ser neoliberal. Es lo mismo que le pasa, al contrario, a Salomón Kalmanovich, miembro de la Junta del Banco de la República: un 'trosko' a quien, por ser tan serio, acusan de ser neoliberal.

Hay que aceptar que lo más controvertible que tiene el ministerio de Hommes es haber disparado el gasto público. Pienso que el gobierno Gaviria confió en que lo iba a heredar un presidente que manejaría la ortodoxia económica para controlar el déficit fiscal y los desarreglos cambiarios.

Exceso de confianza o no, lo que pasó es que llegó la bobadita de Samper a sostenerse a punta de manipular la economía y comenzó la debacle.

Abdón puede que sea Abdón, pero Ruddy se las ha arreglado para ser cada vez más Ruddy. Y eso lo tiene convertido en el mejor columnista del país.

ENTRETANTO? ¿La agente 001 de CM&, Claudia Hoyos, es espectacular. Siempre tiene un buen cuento para agarrar al televidente. Pero, ¡por favor!, ¿por qué la dejan sobreactuarse? Lechuza, de D'arcy Quinn, es de lejos el mejor programa de opinión. ¿Por qué lo pasarán tan tarde?

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