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¿Irrelevancia de la paz…?

Los jefes de las FARC y los plenipotenciarios del Presidente están en el mismo barco y la suerte del gobierno por más que se actúe como si no, esta atada a la de las FARC en materia de paz

Semana.Com
29 de junio de 2015

A los poderes de Bogotá como diría Manuel Marulanda, y de paso al resto de los colombianos, las FARC parecen estar diciéndonos que así hayan sufrido grandes reveses en los años recientes y a pesar de los pesares por las pérdidas de sus líderes y estructuras, en su guerra hay todavía tela de donde cortar.  Su lenguaje parece un grito: O hay país para todos o no hay para ninguno. Camino culebrero. No sólo porque el Estado ha demostrado capacidad para imponerse militarmente y reducir las iniciativas de las FARC, sino especialmente porque la  permanencia de las armas farianas en el escenario significa anclar regiones enteras a una constante de dolor y atraso que les garantiza el desprecio de la mayoría de la gente.

Lo más loco es que del lado del gobierno se responde igual. Vamos a conseguir la paz por las buenas o por las malas, dijo el presidente en tono de que será más por las malas. Igual a como las FARC por 50 y más años han querido imponer su visión de estado y sociedad. Estamos en el círculo de la perversión.

A ambos, el sentir, la situación de los más empobrecidos y vulnerables parece interesarles sólo en función de cómo le es útil para sus intereses. La gente del común parece que les vale huevo. Usted derrama petróleo y causa daño ambiental dice uno, usted da todas las gabelas a las transnacionales y no distribuye la riqueza dice el otro. Usted asesina soldados mientras duermen y están en condición de indefensión replica uno, usted bombardea a guerrilleros mientras descansan en medio de la selva dijo el otro. Así, entre unas y otras, seguimos en lo mismo. En todos los tonos e idiomas muchos hemos insinuado: aceleren las conversaciones y finalicen la confrontación. Hasta ahora la respuesta es repartirse culpas, como si eso solucionara.

Pretenden que lo que pasa se resolverá sólo. Pero no. Hay algo que deben saber: su proceso está perdiendo valor y así como el sabor de un plato depende mucho de la manera como se prepara, del valor que tenga el proceso para lo sociedad depende un desarrollo positivo en el  posconflicto y la integralidad de la paz territorial que se quiere construir.

Por todo eso es necesario que la mesa y los plenipotenciarios de ambos lados escuchen. No sólo que pretendan ser escuchados, atendidos y comprendidos por el país.

Los jefes de las FARC y los plenipotenciarios del gobierno están en el mismo barco y la suerte del gobierno por más que se actúe como si no, esta atada a la de las FARC en materia de paz. Pretender que las FARC quedaran como los malos y el gobierno como los buenos en el proceso es una gran equivocación. Este proceso es para resolver una anomalía de la sociedad colombiana  y entregar a la siguiente generación un escenario en el que pueda desarrollar sus potencialidades con apego a criterios y normas de respeto a la dignidad humana y al espíritu de la democracia. No debe ser un proceso para mostrar o imponer la derrota del otro pero tampoco uno para que aquellos que no estamos ni en el Gobierno ni en la guerrilla sólo seamos admitidos como espectadores de la repetición de nuestra propia historia y se cumpla lo que alguien dijo que la historia se repite una vez como tragedia y otra como comedia.

ajimillan@gmail.com
@alvarojimenezmi

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