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Novedad: volvemos a ser un país de cambios

En la ciudadanía, el Congreso, las fuerzas armadas, las FARC y la comunidad internacional hay señales para que Colombia pase la página del conflicto armado.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
31 de octubre de 2016

Un país que se enfrenta a si mismo, que modela su destino de manera más consciente es el que presenciamos hoy. La moderación empieza a superar la radicalidad verbal y la plebitusa que vivimos los partidarios del Sí esa página del periódico de ayer.

Como en 1991 el escenario es novedoso.

A los desafueros verbales de algunos, se oponen la prudencia y responsabilidad de las declaraciones mayoritarias por parte de las FARC y del presidente como líder natural del Sí.

La generación que esta creciendo hace de la paz su bandera y la calle su escenario. Líderes del centro democrático como ‘Pacho‘ Santos ha matizado la pugnacidad con que enfrentó la etapa previa al plebiscito y las reuniones de los diferentes voceros del No con los del Gobierno, han convertido las mesas en el teatro de su confrontación.

Debemos confiar en nuestra capacidad como país para salir fortalecidos de la situación creada con los resultados del plebiscito.

Hay más señales:

El Congreso: Sí, ese congreso que como cuerpo produce lástima antes que admiración y respeto, acaba de elegir a Fernando Carrillo como nuevo procurador. Esta es una corrección luego del desafortunado, corrupto y polarizante período del señor Alejandro Ordoñez y sus emocionales cánticos a un catolicismo excluyente y fétido.

Las Fuerzas Armadas: frente a los resultados del plebiscito han actuado de la manera más responsable, digna y patriótica que he visto a lo largo de mi vida. Hoy sin ambages puedo decir que su actitud presente produce orgullo. Realmente se hace realidad la manida frase de que las Fuerzas Armadas son las garantes de la paz. Profesionales al 100 %.

Las FARC: Decididas a cerrar su confrontación armada con el estado, han mostrado madurez y respeto por la voluntad expresada en las urnas. Trabajan con la delegación del Gobierno para conseguir un acuerdo que permita avanzar a una etapa de política sin armas en el país. Mientras cumplen a pie juntillas la decisión de cese al fuego bilateral, las FARC hoy se muestran conscientes de la necesidad de implementar una política de perdón, reconciliación y no repetición frente a las víctimas y al país. Reaccionan frente a la opinión de la sociedad luego de haber ejercido por décadas una lógica de guerra en la que la opinión se valoraba como una creación artificiosa por parte del enemigo.

Hoy parecen advertir que el mundo es más que blanco y negro.

Sectores medios urbanos: se movilizaron con más dolor que temor. El dolor marcó las primeras marchas ante la posibilidad escapada de iniciar la implementación de los acuerdos de paz el día 3 de octubre. A las mismas les siguieron las marchas de la militancia social y de grupos de izquierda convencidas de que la bandera de la paz debe ser exigida a todos: ya no sólo a las FARC y al Gobierno sino también a los opositores del proceso.

Nada hay más poderoso que la convicción reafirmada por los tropiezos.

La convicción de Colombia porque llegue el fin de la confrontación armada y por fin vivir el tiempo de los cambios y las transformaciones se ha fortalecido con los resultados del plebiscito.

La comunidad internacional es actor relevante en la preservación de la esperanza pero la tarea es nuestra.

Por ello estos vientos de optimismo que surgen de lo observado las últimas semanas debemos acrecentarlos y convertirlos en la herramienta que impulse el acuerdo definitivo que permita cerrar el ciclo de guerra con las FARC y ojalá con el ELN.

* En Twitter: @alvarojimenezmi - ajimillan@gmail.com

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