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Angelino

Santos escogió a Garzón. Y una de las bobadas del vicepresidente consiste en pretender que a él lo eligió arrolladoramente el pueblo colombiano. Tal vez se puede sostener que esos 9 millones de votos eran de Álvaro Uribe, pero no de Garzón, por muy uribista que se haya vuelto.

Antonio Caballero
11 de agosto de 2012

Sí. sabemos perfectamente que el vicepresidente Angelino Garzón tuvo un lamentable accidente cerebrovascular isquémico (eso que los ignaros llamamos un derrame cerebral); y sabemos que todavía está convaleciente en su casa; y sabemos que a su familia no le gusta que le hagan preguntas indiscretas sobre su estado de salud: le parece una falta de respeto. Pero eso no es serio.

Garzón es el vicepresidente: la persona llamada a reemplazar al presidente si a este se le cae el avión o, qué sé yo: si al presidente le da un derrame cerebral. Su estado de salud no puede ser un secreto de familia, ni puede resumirse en las expresiones corteses de unos parlamentarios en visita protocolaria que dicen haberlo visto 'activo' y 'dinámico'. Pero en este país, que es a la vez insensible y sensiblero, lo que importa es fingir lo del respeto, etcétera. Y fingir además -y esto es más grave- que precisamente porque está enfermo y apenas convaleciente se toman en serio las bobadas que se le ocurren (y que muestran de paso que su convalecencia no está muy avanzada), para no ofenderlo. Pues por lo visto no se ha recuperado aún del todo, al menos en su "costado izquierdo", como dijo, tal vez con cierto sarcasmo, el presidente Juan Manuel Santos, quien escogió a Garzón como compañero vicepresidencial precisamente para blindarse electoralmente por ese costado, que era el más débil suyo. Con la inesperada consecuencia de que ahora Angelino le funciona mejor el derecho: el del Puro Centro Democrático uribista.

Otra cosa es esa: que Santos escogió a Garzón. Y una de las bobadas del vicepresidente consiste en pretender que a él lo eligió arrolladoramente el pueblo colombiano. Lo cual es cierto formalmente hablando: hubo 9 millones de votos por su papeleta. Pero quien lo escogió para que figurara en la papeleta fue el entonces candidato presidencial Juan Manuel Santos. Se puede tal vez sostener que esos 9 millones de votos no eran en realidad de Santos, sino de Álvaro Uribe: pero no de Angelino Garzón, por muy uribista que se haya vuelto. Nadie sabía que lo fuera entonces. Pastranista sí, y a lo mejor también Santista, y con pasado izquierdista. Oportunista, sí. No debe sorprender a nadie que lo haya saludado con entusiasmo el también ubicuo senador Roy Barreras: "¡Angelino ha vuelto! Está ejerciendo física y mentalmente su posición de vicepresidente".

Esa es otra cosa más, la tercera: que el vicepresidente no ejerce posición distinta que la de esperar el fallecimiento o el derrame cerebral del presidente, para lo que no se requiere especial esfuerzo físico ni mental. Y con eso volvemos a las bobadas de Angelino.

A la mayor bobada, que es su tesis sobre la Asamblea Constituyente que buscan los uribistas, y que él un día dice apoyar y al otro no, según con quién converse. Y de la cual explicó en la televisión, durante la visita de los parlamentarios, que tendría la inmensa importancia de "constituir un diálogo fraterno y sincero entre el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Álvaro Uribe"

¡Un diálogo fraterno entre esos dos! ¡Sincero entre esos dos! Bueno: simples detalles. Pero ¿algo tan serio como la convocatoria de una Asamblea Constituyente simplemente para dirimir las divergencias ni siquiera ideológicas, sino metodológicas apenas, que hay entre dos políticos? Repito lo dicho más arriba: esto no es serio.