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APURELE, SEÑOR FISCAL

Semana
31 de marzo de 1997

Ahora o nunca: esa era la alternativa política del Fiscal que planteábamos hace unos meses con insistencia. Pero en la vida, lo que llamamos el "cuarto de hora" tiende a pasar tan rápido como llega. Y el Fiscal se está arriesgando a desperdiciar el suyo por culpa de una indecisión que ya se está volviendo catastrófica. Al paso que vamos, a quienes hemos pedido con insistencia que se le mida a la competencia por la candidatura presidencial nos falta muy poquito para escribir lo contrario: Fiscal: como no fue ahora, que sea nunca. La opinión comienza a percibir en sus declaraciones la posibilidad de que está 'cañando' con sus planes políticos. De que la decisión de irse está tomada, pero que para ganar tiempo la mantiene oculta. Este juego, aunque legítimo en lo político, es peligroso. Y sobre todo peligroso para una personalidad como la del Fiscal, que convence al país por su honestidad y transparencia.Pero, a título de discusión, creámosle al Fiscal que de verdad la decisión no está tomada. Que, como dijo en El Tiempo, el dilema lo está torturando auténticamente, ante el peligro de que declarando sus aspiraciones políticas desilusione a quienes lo veían como un cruzado de la moral y de la verdad. Pero la prueba por la que atraviesa actualmente Alfonso Valdivieso es una prueba de carácter: de la capacidad que tiene, o no, para tomar decisiones en momentos de confusión, como las que debe tomar todos los días el presidente de un país.Dicho de otra manera, si fuera tan fácil la decisión que tiene por delante el Fiscal, no estaríamos en esta discusión. Es precisamente porque quedarse en su cargo es tan tentador, y porque aspirar a la Presidencia es tan atractivo, que el Fiscal está en las que está. Quienes lo admiramos y le deseamos la mejor de las suertes solo le estamos pidiendo una cosa: que escoja uno de los dos caminos, pero ya.¿Y por qué ya? Porque está perdiendo autoridad como Fiscal, y credibilidad como político. Porque está enfrentado a la toma de decisiones que afectan delicadamente el futuro de su principal rival político, Horacio Serpa. Porque no está bien la ventaja estratégica que un eventual aspirante político obtiene desde la Fiscalía, y porque no está en igualdad de condiciones con quienes ya se encuentran en la arena trabajando sus opciones presidenciales. Dos acontecimientos recientes demuestran que al Fiscal se le está haciendo tarde para quedarse o para irse. Gravemente tarde.El primero fue la renuncia de su segundo de a bordo, el vicefiscal Adolfo Salamanca, un funcionario a quien 'el sistema' veía con malos ojos por su estilo desabrochado y explosivo de criticar la corrupción. Pero la verdad es que el vicefiscal demostró siempre ser un hombre de una sola pieza, y eso lo corroboró con una renuncia que, a ojos de los analistas, es ejemplarizante de lo que debe ser el ejercicio de un cargo como el suyo: o uno se queda siendo vicefiscal, o se retira a hacer política. Al vicefiscal lo aburrió el dilema, y le pareció seguramente que no convenía mantenerlo vivo al interior de la Fiscalía. En una sorpresiva determinación se le adelantó al Fiscal y se fue. Y su decisión, aunque es seguro que no lo pretendía así, hizo más palpable que la indecisión del Fiscal ya no da más espera.El segundo hecho es el 'papayazo' que esa indecisión de Valdivieso le dio al actual procurador Jaime Bernal Cuéllar, un buen jurista que llegó a su cargo perseguido por las sospechas de su cercanía con un gobierno al que ha venido asesorando profesionalmente en el marco del proceso 8.000.Bernal tiene ante sí el reto de demostrar su independencia de este gobierno al que, irónicamente, debe fiscalizar, pero que fue, precisamente, el que lo colocó en su cargo. La semana pasada tuvo la primera oportunidad de lucirse con una carta en la que le recomendó al Fiscal, al contralor David Turbay y al ministro Horacio Serpa, que no utilicen sus cargos para hacer política.Esta recomendación al único que le hace daño es al Fiscal. Al contralor David Turbay lo debe tener absolutamente sin cuidado que le recomienden no utilizar políticamente el fortín político por excelencia que es la Contraloría. Y al ministro Serpa lo debe tener aún más sin cuidado que le pidan que no haga política desde el ministerio de la política. Y el Fiscal, ¿qué hace metido en este canasto? Sabrá Bernal Cuéllar. Ahora o nunca, señor Fiscal. Pero la verdad, la verdad verdad, es que se le está haciendo demasiado tarde.