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Argentina: un país sin Ministro y sin Economía

Semana
29 de abril de 2002

Un nuevo giro en la crisis argentina que no termina de definir su rumbo, es la consecuencia inmediata de la renuncia del ministro de Economía Jorge Remes Lenicov cuya sustitución ha sido demasiado complicada por la negativa de varios candidatos al puesto, pero que finalmente recayó en el representante argentino ante la Comunidad Europea, Roberto Lavagna. Los 110 días de ejercicio del poder de Eduardo Duhalde evidencian la incapacidad de su administración para resolver la crisis que se detonó primero con la caída de Fernando de la Rúa y que se agudizó después con tres sucesivos cambios de Presidente.

Nuevamente la sensación de debilidad del Gobierno se ha apoderado de la opinión pública, y los escenarios que se plantean giran en torno al caos: en sólo 24 horas Duhalde tuvo que afrontar la renuncia de su ministro y amigo Remes Lenicov luego de que los legisladores se negaran a tratar en el Congreso el Plan Bonex (el proyecto de ley que preveía el canje compulsivo de los plazos fijos reprogramados por bonos); la resistencia por parte de los gobernadores provinciales a la designación en la cartera de Economía de Alieto Guadagni (otro de sus hombres de confianza), y la negativa del economista Javier González Fraga para asumir dicho cargo.

Detrás de las bambalinas de la Casa Rosada, todavía se dice que muchos bregaron por la vuelta del renunciante ministro, pero no queda claro si eso fue debido al fracaso en la búsqueda de su reemplazo o si se trataba de un reconocimiento tardío al manejo moderado que había establecido con el emisario del Fondo Monetario Internacional (FMI), el indio Anoop Singh, sumado a una entrada en razón acerca de la necesidad urgente de que el país tome determinaciones tan sensatas como las que pretendía Remes Lenicov y que siempre fueron boicoteadas.

Un detalle significativo: los 14 puntos del acuerdo que Duhalde firmó el miércoles 24 de abril con los gobernadores, resaltan que el Gobierno está dispuesto a evitar que el país quede aislado de la comunidad financiera internacional y que las provincias se alinearán detrás del ajuste demandado.

El destino de Remes Lenicov había empezado a desdibujarse durante su última visita a Washington, cuando al arribar al corazón financiero del mundo recibió por parte del secretario del Tesoro de EEUU, Paul O’Neill, quejas, reproches y negativas: el Gobierno argentino no había hecho los deberes (no todos, al menos) que el FMI le había encomendado (léase: derogar la Ley de Quiebras y la Ley de Subversión económica, realizar un plan para la devolución de los ahorros enjaulados en el denominado "corralito financiero" y elaborar un cronograma de reformas estructurales y sustentables).

Ya con el tema de los recursos de amparo, los jueces habían autorizado legalmente el retiro de gran parte de los fondos de los bancos, lo que agudizaba la crisis del sistema bancario que se encuentra al borde del colapso definitivo y que sufrió su primera estocada en noviembre del año pasado cuando se produjo una mega-fuga de capitales que impulsó al entonces titular de Hacienda, Domingo Cavallo (hoy preso "a pedido popular por la crisis económica" bajo la "excusa" de la causa de las armas), a adoptar el sistema de congelamiento de depósitos como medida de prevención.

Para muchos, los sucesivos desaciertos del Gobierno para contener el conflicto social y la cada vez más agonizante economía han sido el motor que impulsó al Presidente a intentar un cambio de rumbo dramático y demostrarlo con un hecho tan significativo como lo es un cambio de Gabinete.

De ahora en más, los más optimistas esperan que Duhalde reformule su visión y ponga el pie en el acelerador para emprender de una vez las reformas estructurales que la Argentina necesita para recuperar la confianza interna y externa.

Para los más pesimistas, sin embargo, con la salida de Remes Lenicov y la nueva renegociación que el Presidente ha iniciado con los gobernadores -la mayoría de ellos pertenecientes a la fuerza política del mandatario, el Partido Justicialista (PJ)- se pone de manifiesto la dependencia del Ejecutivo frente a los poderes provinciales y los sindicatos, y se acrecienta la vulnerabilidad del Gobierno, que se puede disparar ante cualquier estallido social relevante.

Las idas y vueltas permanentes del Gobierno, sumadas a las vacilaciones constantes de Duhalde, venían reforzando la ya arraigada desconfianza, no sólo de los organismos multilaterales de crédito y de los inversores extranjeros, sino también de la población en su conjunto, que el viernes 19 de abril anocheció con la noticia de un feriado bancario que se prolongó toda la semana y al que se le agregó la falta de reposición de dinero en los cajeros automáticos (con muy pocas excepciones). Para imaginar el patetismo de esta situación, basta con saber que los jubilados y pensionados, al estar cerrados los bancos, cobraron sus haberes en panaderías, sindicatos, clubes e iglesias.

Muchos nombres se barajaron para ocupar el cargo que dejó vacante Remes Lenicov: mientras en un primer momento se hablaba del economista Jefe del BID Guillermo Calvo (quien arribó este viernes desde Washington y se estima que quedaría como asesor de Lavagna) y de los descartados de primera hora Guadagni y González Fraga, durante los días siguientes de acefalía en la cartera, los principales candidatos al puesto fueron Juan Schiaretti, Humberto Petrei (hombre del gobernador cordobés Juan Manuel De la Sota, quien había advertido desde el principio que no aceptaría el cargo con un tipo de cambio fijo) y el flamante Lavagna, quien –según dicen fuentes del Gobierno- fue el único que se animó al "sí" y finalmente se quedó con la "despreciada" cartera.

Dos cosas son seguras: que el Gobierno estudia abandonar la libre flotación del peso e instrumentar un tipo de cambio fijo frente al dólar ante el fracaso de la medida para reactivar la economía, que impulsa anclar el dólar a 2,50 pesos por 90 días (el último cierre antes del feriado bancario y cambiario dispuesto por Banco Central fue de 3,15 pesos), y que fue aprobado el proyecto presentado por el Ejecutivo, bautizado con originalidad como "Ley Tapón" o "Ley Antigoteo", que apunta a frenar el drenaje de depósitos del "corralito" por medidas cautelares de la Justicia.

El mayor problema que enfrenta ahora el presidente Duhalde para su proyecto de "total renovación" del Gabinete radica en que, hasta el momento, muchos de los candidatos propuestos dentro del PJ para ocupar la titularidad de los ministerios vacantes se fueron cayendo uno a uno. Pareciera que en la coyuntura, las figuras políticas relevantes de Argentina no quieren correr el riesgo de quemar las velas durante esta transición, a la que ya muchos le están reclamando un adelanto de las elecciones que habían sido pactadas, en principio, para septiembre de 2003.

Una visión más maliciosa, basada en el reciente ejemplo de las dificultades advertidas para encontrar voluntarios respetables para reemplazar a los ministros salientes, permitiría pensar que tal vez –y sólo tal vez- el mayor reaseguro que tiene el Presidente argentino para permanecer en su sillón, es que muy pocos (o nadie, por ahora) quiere hacerse cargo de un país en llamas.

* Editora en jefe del Observatorio Electoral Latinoamericano y Coordinadora de Contenidos de Nuevamayoría.com

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