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ANÁLISIS

Las FARC no disparan

Otra Colombia surge cuando se asoma el posconflicto.

Armando Neira, Armando Neira
24 de febrero de 2015

El debate de las construcciones en el humedal La Conejera, en Bogotá, alcanzó una dimensión nacional en parte por el nombramiento del ministro del Medio Ambiente, Gabriel Vallejo, en calidad de alcalde ad hoc por los impedimentos del titular, Gustavo Petro, ya que uno de los urbanizadores es familiar suyo.

El dólar rompió la barrera de los 2.500 pesos. El impacto es enorme, en una cotización que no se presentaba en seis años, tanto para importadores como exportadores. El valor de la divisa influye tanto en cuestiones macro como en el sueño del anónimo ciudadano al comprar un tiquete aéreo para ir a pasear al extranjero.

La senadora Viviane Morales insiste en su tesis de la familia óptima al oponerse frontalmente a la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo. Incluso ha puesto el listón tan alto que recogió 230.000 firmas para promover un referendo con este propósito.

Medio ambiente, economía, sexualidad. Más música, moda, cine, infraestructura (metro para Bogotá, carreteras interdepartamentales) internet y televisión son algunos de los temas que más han consultado en las diferentes páginas de información los colombianos en enero y febrero.

¿A qué hora empezamos a mirar otra realidad? Es posible que en el escenario esté surgiendo lentamente el país después de la guerra. Un sueño que se hace realidad en una vasta parte de nuestra geografía. “Casi en el 92 % del territorio podemos hablar de que estamos viviendo en condiciones de posconflicto”, asegura el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón. “No es que no haya inseguridad, no es que no haya violencia, no es que no haya criminalidad. Lo que ocurre es que esa criminalidad y esa violencia son de un tipo muy diferente al que tuvimos y muy parecido al que tienen la mayor parte de los países de ingreso medio en el mundo y los países de América Latina”. El Estado que sufrió como pocos el flagelo infame del secuestro muestra ahora, según Pinzón, una realidad diametralmente opuesta: “En el 94 % de los municipios ya no hay un solo secuestro”.

Y en aquellos lugares en donde aún se libran cruentas batallas el escenario también está cambiando. Según la Fundación Paz y Reconciliación, la vida se impone sobre la muerte. En el 2013 hubo 361 muertos pertenecientes a la fuerza pública. En el 2014, la cifra bajó a 289. En el 2013 hubo 341 muertos pertenecientes a la guerrilla. En el 2014, la cifra bajó a 296. Es lo que los expertos llaman el “desescalamiento” que se ha ido dando en la medida que avanzan las conversaciones de paz entre el Gobierno y las FARC en La Habana.

Las noticias de combates y soldados asesinados cada vez son menos e incluso ahora se ve a los guerrilleros  debatiendo sus ideas en radio y televisión. Esto no es el paraíso, porque las heridas están todavía vivas, pero sí puede hacerse una lectura distinta: en muchas regiones el dolor de cabeza más grande es el de las minas, un problema típico de lugares en posguerra, que tienen que empezar a pensar cómo desminar sus campos y dejar libres los terrenos que se usaron para combatir.

Y aunque la Defensoría del Pueblo ha denunciado que en algunos lugares siguen las extorsiones y amenazas, también es categórica en afirmar que las acciones bélicas han bajado a niveles históricos en un país acostumbrado desde hace medio siglo a imponer sus tesis políticas a punta de tiros.

La situación ha mejorado sustancialmente desde el 20 de diciembre pasado cuando la guerrilla declaró el cese unilateral indefinido al fuego y a las hostilidades. Las FARC no disparan y se asoma otro país. Uno que habla y discute con vehemencia de medio ambiente, economía, sexualidad, internet. Es lo que en las secciones de periódicos y revistas se llama vida moderna.

*Director de Semana.com
Twitter: @armandoneira