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Arriba la cursilería!

A Nohra de Pastrana, una de las mujeres mejor vestidas y más elegantes del país, se le fueron las luces con un sastre verde que la engordaba visiblemente

Semana
30 de mayo de 2004

Debo confesar que no me perdí ni un segundo del matrimonio del año. No me pareció ni de lejos que fuera el "bodorrio" que Antonio Caballero nos describe en SEMANA. Y en cuanto a su afirmación de que todo era cursi, no conozco el primer matrimonio del mundo en que la cursilería no sea la tónica general. Es

que el amor es cursi por naturaleza. Un ponqué de novia es cursi. Un traje de novia es cursi. El ramo de novia es cursi. Y eso es lo bonito que tienen los matrimonios: todos esos kilos de cursilería que es lo que los hace tan provocadoramente atractivos de mirar.

Y de una vez por todas declaro que a mí me pareció que Letizia estaba hermosísima y el príncipe hecho un churro. Y que por más que el famoso modisto Paco Rabán dijera que el vestido de Letizia era horroroso, que estaba mal cortado, que, en general, era inmundo, a mí me pareció divino, y comparado con el pastel de tela y crema que llevaba puesto Lady Di el día de su boda, el de Letizia era de una sobriedad sobrecogedora.

Por desgracia, la crónica de Antonio no fue sobre el matrimonio sino sobre el alcalde de Madrid, que no sabíamos hasta ahora que existía pero que habrá que conocer, porque también resultó deliciosamente cursi. Por lo demás, Antonio nos habla del vino Rivera del Duero como si no supiéramos que es el mejor del mundo, o del chef Arzac, como si tampoco supiéramos que es el mejor cocinero del mundo.

¿Pero dónde deja Antonio las respuestas a los interrogantes clave de la boda del año? ¿Por qué no hubo beso entre el Príncipe y Letizia? ¿Por qué llegó la novia una hora tarde a la ceremonia? ¿La diadema de la reina Sofía que lucía Letizia bajo su velo era regalada o prestada? ¿Por qué no fue el príncipe Ernst de Hannover a la ceremonia y dejó sola a la bella Carolina? ¿Por qué no fue Lina de Moreno al matrimonio? ¿De qué conversaría el presidente Uribe con Enrique de Luxemburgo y con Sonsoles de Zapatero, sus compañeros de mesa?

Pero la crónica de Antonio también pecó por haberse saltado la descripción de la moda que se vio en aquel festín.

Los sombreros fueron los más escandalosos. Por ejemplo, la mamá de la novia, la señora Rocasolano, lucía un tutú rojo encarnado con unos cachos que ya habría envidiado el propio Lucifer.

Simoneta Gómez-Acebo, sobrina del rey, le puso a su sombrero el original toque de un taco de billar. La señora Botella, esposa de Aznar, tenía la cabeza empacada en papel de regalo. La esposa del príncipe Kubrat de Bulgaria se puso en la cabeza un anillo de Venus. La tenista Arantxa Sánchez Vicario usó de sombrero un plumero fucsia. Karina de Bulgaria una ensaladera con zanahoria y nabos cortados a la juliana. Maxima, la esposa de Guillermo de Holanda, adornaba su cabeza con un aparato extrañamente parecido a los que se usan para hacer algodón de azúcar. Y Raina de Jordania, siempre tan bien vestida, se apareció sin sombrero y sin chaqueta.

En cuanto a la moda lucida por nuestro jet set criollo, pocos osos internacionales como este casi superan el del carriel paisa que el presidente Uribe le colgó al pescuezo al casi paralítico papa Juan Pablo II.

A Nohra de Pastrana, una de las mujeres mejor vestidas y más elegantes del país, se le fueron las luces con un sastre verde que la engordaba visiblemente y del que salían pedazos de lechuga del pecho, las mangas y los muslos. Dalita, la esposa de Belisario, rompió todas las normas del protocolo asistiendo a la boda vestida de blanco y de pantalones. A Ana Milena Muñoz definitivamente no le van los trajes de noche. A ella le luce mucho más su estilo informal, de zapato bajito y camisa abotonada. Hasta vestida de tenista se ve mejor. El sombrero de Noemí parecía sacado de un árbol de Navidad. Y en cuanto a César Gaviria, yo no sé si no le alcanzaron a coger el ruedo al pantalón, pero era tanto lo que le sobraba, que se le hacían unos vistosos rollos encima de los zapatos. (Para más detalles, ver la revista Jet-Set, que está completísima).

A la que mejor le fue es a Lina de Uribe. Que ni tuvo que pasar por el trance de escoger qué se ponía para tan dinástica ceremonia, y se ahorró la jartera de que alguien tan pesado como yo le dijera al final que cómo estaba de mal vestida.



ENTRETANTO.¿Y las Farc ni mú sobre la reelección de Uribe?

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