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Así no se gobierna

Con base en esta ‘doctrina Pizano’ muchas cosas cambiarían para mal. La administración pública comenzaría a ser clandestina

Semana
24 de septiembre de 2001

Lo que comenzo siendo un procedimiento responsable, propio de un gobierno responsable, para impedir que dos empresas aéreas terminen fusionándose sin reglas de juego para proteger a los usuarios de un virtual monopolio, ha terminado siendo el ejemplo exacto de cómo no se debe gobernar en Colombia.

El señor superintendente de Sociedades, Emilio José Archila, había tomado la decisión de objetar la fusión de las aerolíneas Avianca y Aces. El propio gobierno lo apoyó (¿remember el Ministro del Transporte diciendo “eso no pasa nada: si es del caso, traemos aerolíneas extranjeras a que presten el servicio...”?). Pero en cambio, muchos observadores económicos, editorialistas y columnistas expresaron una gran preocupación —me incluyo— de que la decisión tomada significara la muerte por asfixia de ambas aerolíneas, que vienen pasando un mal rato desde hace tiempos.

Los argumentos a favor de permitir la fusión eran contundentes. Pero el superintendente sintió la necesidad, para lo cual estaba en todo su derecho —además de ser su deber— de exigirles a las empresas aéreas que ampliaran los ‘seguros’ que estaban dispuestos a ofrecerles a los pasajeros, para disipar la posibilidad de que se salvaran pero a costa de deteriorar el servicio para los usuarios. En conclusión: las preocupaciones del doctor Archila no eran por encontrar una protección antimonopolio sino una protección para los usuarios de ese nuevo monopolio, cuya existencia es prácticamente inevitable no sólo por la situación económica de las empresas, sino por el futuro laboral de sus empleados y por una razón de ‘filosofía pambeleana’: es mucho mejor un país con aerolínea que sin ella.

Hasta ahí el proceso parecía impecable. La opinión especializada se puso claramente a favor de la fusión, pero todo el mundo respetaba las preocupaciones de Archila. Las compañías aéreas parecían resignadas a cumplir con la exigencia del Super, por lo que aceptaron preparar una nueva solicitud de fusión mediante un recurso de reposición. Y a todas estas el Presidente de la República parecía mantenerse respetuoso de la decisión de su subalterno, tomada con base en criterios técnicos y no políticos. Pero además, la fama de Archila como funcionario de carácter terco y de comportamiento intachable blindaba al Presidente contra el proceso que estaba en marcha (aunque pocos pongan todavía en duda que Archila le había consultado previamente al Presidente).

Mientras se tramitaba la reposición, Archila amplió la explicación sobre la decisión que había tomado, como es deber de cualquier funcionario público. Si hubiera optado por esconder sus argumentos incluso se habrían alimentado injustamente algunos insidiosos rumores que sugerían que en la decisión de negar la fusión de las aerolíneas lo que había en el fondo era la sacada de clavo de un añejo distanciamiento político entre el presidente Pastrana y el Grupo Santo Domingo.

Y en este punto de los acontecimientos fue cuando se empezó a gobernar mal. Las aerolíneas recusaron —con argumentos jurídicos muy flojos— a Archila, alegando que había opinado sobre el sentido en el que pensaba dar su fallo, lo cual no es nada claro. Lo que el Super dijo es que tomaría la decisión “que más le convenga a 40 millones de colombianos”, pero no dijo cuál.

Archila no aceptó los argumentos de su recusación. Pero el ministro de Desarrollo, Eduardo Pizano, les dio la razón a los recusadores, alegando que los funcionarios no pueden hablar hasta tanto sus decisiones queden en firme. A Archila, desautorizado por su propio superior, no le quedó más remedio que renunciar. No apoyarlo en la causa de su no recusación significaba, en la práctica, un reversazo en el apoyo que unos meses antes el propio gobierno le había dado a su controvertida decisión de no aprobar la fusión.

(Por lo demás, con base en esta ‘doctrina Pizano’ muchas cosas cambiarían para mal en el país. Los funcionarios públicos no podrían volver a explicar sus decisiones en los medios de comunicación. La administración pública comenzaría, en Colombia, a ser clandestina).

Ahora el Presidente tiene 15 días para escoger superintendente ad-hoc. No quisiera estar en sus pantalones, porque de aquí en adelante nada puede salir bien. Si aprueba la fusión Avianca-Aces la versión general será la de que al superintendente Archila lo sacaron para eso. Pero si no aprueba la fusión... los rumores de una vieja sacada de clavo con Santo Domingo y de una nueva con Jorge Cárdenas, gerente de la Federación de Cafeteros, propietaria de Aces, se sumarán a un nuevo dolor de cabeza del presidente Pastrana que francamente es uno de los pocos que habría podido evitarse.