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BEGIN: ¿ ESTADISTA O TERRORISTA ?

Semana
15 de noviembre de 1982

Soy colombiano pero también soy árabe. Ambas cosas constituyen la honra de mi vida. Por mis venas corre sangre de fenicios aquellos navegantes indómitos que inventaron los números y el vidrio, y que rompieron con sus quillas la virginidad de los mares. Mis padres y mis abuelos llegaron a esta bendita tierra colombiana hace ya muchos años, y aquí encontraron un puñado de manos amigas un plato lleno y una hospitalidad para su fatiga. Aquí se rompieron el espinazo trabajando bajo el sol y la lluvia.
Los restos de mi abuelo Abdallah que tenía cuello de toro y aprendió a derribar novillos en San Pelayo, yacen ahora bajo la paz blanca del cementerio de San Bernardo del Viento. Hago esta introducción, y me pongo a mencionar cosas del corazón en público, porque quiero que lo que voy adecir quede perfectamente claro: no escribo estas cosas por árabe. Las diría igual si mi ancestro fuera chibcha, polaco o africano.
Porque a mí, como a ustedes y como al mundo entero, me destrozó el alma la imagen que vimos tantas veces por la televisión: las madres palestinas llorando sin consuelo sobre los cadáveres de hijos y maridos asesinados en los campos de refugiados de Beirut. Porque se ha cometido un crimen contra la humanidad.
Quienes hemos condenado toda la barbarie de Hitler y sus bestias nazis contra el pueblo judío, y hemos llorado también por sus millones de mártires inocentes, señalamos ahora con el dedo a Begin y le decimos en su cara lo único que se merece: es un asesino. Y además, es.algo peor que un asesino: es un mentiroso; Primero dijo que el ejército y el gobierno de Israel no tenían conocimiento previo de la matanza. Después, cuando las pruebas de la propia prensa de su país lo apabullaron, tuvo que admitirlo, pero aseguró que las tropas israelíes no habían colaborado en la masacre de Sabra y de Shatila. También mentía: hubo soldados de Israel dentro de los campamentos a la hora del crimen y las farolas de los camiones de su ejercito ofrecieron su luz para facilitar la carnicería perpetrada por los milicianos cristianos del Líbano. ¿Cristianos? Dios debe estar avergonzado de ellos.
Nada de esto es extraño para quienes nos hemos tomado el trabajo de investigar la vida de Begin. ¿No fue él, acaso, quien comandó a los criminales del temible grupo "Irgún", por allá en 1948, la noche en que entraron a un pequeño pueblo árabe de la Palestina, llamado Dear Yassin, y pasaron a cuchillo a mujeres, ancianos niños y hombres indefensos? ¿No fue él --y lo cuenta orgullosamente en su autobiografia--quien ordenó encender los hornos de las casas del villorrio y metió en ellos a las mujeres embarazadas?
¿No fue Begin quien puso la bomba en el Hotel Rey David de Jerusalén, y provocó la muerte de tantos inocentes? ¿No fue él quien planeó el asesinato del principe que presidia la Cruz Roja Internacional? No hay motivo para la sorpresa. Begin cree que es un estadista. Begin es un terrorista.
La historia --decia Ursula Iguarán--es una rueda loca que da vueltas. Hace un año, Begin era el estadista y Arafat el terrorista. Tampoco tengo por qué ocultarlo: he condenado siempre, como hay que condenar toda barbarie, la masacre de los atletas judios en las Olimpiadas de Munich. El crimen debe ser repudiado venga de donde viniere. Ahora, en cambio, Begin es el terrorista y Arafat el estadista que convirtió una derrota en una terrible victoria moral.
Por fortuna, y gracias a Dios, los hechos han demostrado una verdad que nos llena de complacencia: Begin no es el pueblo de Israel. Sharon tampoco. El pueblo de Israel son esas cuatrocientas mil personas que desfilaron por las calles de Tel Aviv para condenar la masacre de Beirut, y para pedir la renuncia de Begin y de su ministro de Defensa.
Simon Wiesenthal, el famoso cazador de nazis, el hombre que hizo posible la justicia contra criminales como Adolf Eichmann, ha dicho en estos dias desde Viena: "después de lo que el Estado de Israel ha hecho en Beirut, los judios no tenemos autoridad moral para seguir castigando a los nazis" . Y el presidente Ronald Reagan a quien el señor embajador de Begin en Bogotá no podrá acusar de "antisemita" ni de "pro árabe", como suele decir de algunos periodistas colombianos, ha empleado esta expresión sombría: "Israel ha dejado de ser David para convertirse en Goliath" .
La revista norteamericana "Newsweek", en su última edición, trae una carátula trágica y poética al mismo tiempo: la paloma de la paz muerta sobre la estrella de David. Y publica una gigantesca fotografía, tomada durante la manifestación de Tel Aviv, en la cual se puede leer en dos idiomas--inglés y hebreo--estafrase: ¡ Paremos al monstruo Sharon!".
De manera, pues, que no hay que confundir al pueblo de Israel con los terroristas que desgraciadamente lo gobiernan. La propia prensa israelita (como el semanario "El Tiempo" o el diario "The Jerusalem Post") pide muy seriamente que Begin sea examinado por un grupo de siquiatras, porque sospechan que el primer ministro está perdiendo la cabeza. O la perdió ya. No fueron ciudadanos árabes, ni de ninguna otra parte, sino jóvenes judíos del movimiento " Peace Now", los que ingresaron al recinto de la Knesset, y abuchearon a Sharon, y le gritaron "!asesino,asesino! ",el día del famoso debate en que Shimon Peres jefe de la bancada laborista, pronuncio en medio del silencio terrible y dramático a quella frase, dirigida a Begin y Sharon: "Salgan de este recinto. Ustedes son una verguenza para el mundo civilizado. Ustedes han destruido la imagen moral de Israel".
Antes de terminar, quiero decir una cosa: yo no sé si a la Dirección de SEMANA le guste o le disguste este artículo. Probablemente le choque. Pero estoy seguro de que lo van a publicar porque en esta revista se respeta la opinión ajena. Y se respeta la verdad.
Finalmente, y a nombre de un nundo entero indignado por lo que ha ocurrido, hago una propuesta: que Begin y Sharon sean juzgados como culpables de un delito contra la humanidad. Ellos tambien se merecen su juicio de Nuremberg...

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