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Bogotá es una promesa, cumplida para muchos, en espera para otros

Bogotá remanso. Promesa para inmigrantes. 2.500 km2 de altiplano con 10,5 millones de habitantes aporta 30 por ciento PIB. Bogotá de municipio especial a Distrito Capital con funciones departamentales. Capital de departamento que no elige gobernador ni diputados, con su propia representación en el Congreso. Sociedades urbanas industriales requieren organización desde lo nacional. Mientras Acuerdo Final se ocupa de baldíos rurales, sectores productivos deberán proponer ordenamiento rural más competitivo a nivel global.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
11 de octubre de 2017

Bogotá fue un remanso para los conquistadores que huían de los caribes, de los insectos y de las plagas. Más recientemente, ha sido un remanso para miles y miles de desplazados de las guerras civiles del siglo XIX, de la violencia política del siglo pasado, y de sus estertores en la actualidad. No solo ha sido el centro político de la república, sino también una promesa para sus inmigrantes, pues es un importante polo de desarrollo económico y social, allí se encuentran los principales centros de formación universitaria, de salud, de actividad cultural y científica, así como múltiples empresas de todo orden.

El altiplano de Bogotá, se encuentra a 2.600 metros sobre el nivel del mar, tiene 2.500 kilómetros cuadrados, de los cuales el Distrito Capital ocupa aproximadamente el 71 por ciento, con un buen clima, a pesar de estar ubicada en el trópico, sin mosquitos ni enfermedades tropicales. En la altiplanicie habitan más de 10,5 millones de personas, y 6 de cada 10 son cundinamarqueses. Está a más de 700 kilómetros del antiguo puerto de Sabanilla en el mar caribe y a 330 kilómetros del puerto de Buenaventura en el océano Pacífico, por una intrincada y lenta carreta.

Sin duda, fue un acierto elegir a Bogotá como capital, sin embargo se trata de un gigante muy activo económicamente, aporta cerca del 30 por ciento del PIB con algo menos del 20 por ciento de la población nacional, sin fáciles accesos a los puertos marítimos y por ende al comercio internacional.

La concepción geográfica del poder público ha transitado desde el federalismo hasta el Estado unitario con autonomía de las entidades territoriales, conservando la institución de municipio como unidad fundamental de la descentralización. En 1954, durante el gobierno de Rojas Pinilla, a raíz del crecimiento físico de la ciudad, se adicionaron algunos municipios circunvecinos. Más tarde, con el Decreto Ley 3133 de 1968, se reorganizó Bogotá, como Distrito Especial, sin sujeción al régimen municipal ordinario.

La Constitución de 1991, atribuyó a la ciudad el carácter de Distrito Capital, conforme a las leyes especiales que se expidieran, en el artículo transitorio 41 habilitó al gobierno para expedir el régimen si el Congreso no lo hacía dentro de los dos años siguientes, así se expidió el actual Decreto 1421 de 1993.

En mi opinión, Bogotá tiene un régimen híbrido entre municipio especial con algunas competencias departamentales, con la doble condición de capital de la república y del Departamento de Cundinamarca; sin embargo, sus habitantes no participan en la elección de gobernador ni de diputados, como tampoco elijen representantes a la Cámara por el departamento, sino por el propio Distrito Capital. Es cierto que el Decreto 1421 de 1993 organizó el funcionamiento y la financiación de Bogotá, pero no previó la forma de integrar la capital con los municipios del altiplano y facilitar sus salidas a los puertos marítimos. Ahora bien, la autonomía territorial tiene múltiples limitaciones, provenientes de la visión centralista, Bogotá no es ajena a tales limitaciones, y la división territorial en localidades no ha logrado fortalecer la democracia local.

Las nuevas realidades de sociedades cada vez más urbanas e industriales, en un mundo globalizado de grandes ciudades, exigen un régimen especial para Bogotá, no a partir del municipio, como tampoco desde la discutible concepción departamental, sino desde la perspectiva de la Nación, con atribución de competencias y recursos de ese orden, con integración de los municipios circunvecinos, con otro tipo coordinación con el departamento.

Mientras el acuerdo final con las Farc se preocupó por una reforma rural integral de reparto, saneamiento y titularización de baldíos; los sectores productivos industriales y de servicios, deberán proponer ordenamientos urbanos más competitivos a nivel global, insertos en el comercio mundial.

Si Bogotá ha sido una promesa cumplida para muchos, qué decir cuando esté conectada con los dos océanos y no esté entre montañas de espaldas a las otras regiones, será otra promesa cumplida para quienes aún la esperan.

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