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Cabañuelas

Con todo y las amenazas, las de este año podrían ser las elecciones menos violentas y más libres en los últimos 20 años.

Semana
9 de enero de 2010

Tratar de anticipar lo que va a ocurrir es un ejercicio rutinario, inquietante y sabroso al que nos dedicamos todos apenas comienza un nuevo año. Y sobre todo cuando hay elementos de gran incertidumbre, como es nuestro caso por estos días, es más interesante y provechoso. Además, lo que pase este año empezará a marcar la pauta de lo que nos espera en la década que también se está iniciando. En fin, vale la pena hacer el ejercicio ya que, como dijo Woody Allen, "me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida". Entonces, procedamos.

El año que comienza parece incierto en política pero más estable en seguridad. En lo que tiene que ver con esta última, debemos atenernos a las palabras de Lord Byron cuando afirmaba que "el mejor profeta del futuro es el pasado". El pasado reciente, aclararíamos. En efecto, es de esperar que este año continúen y se consoliden las tendencias positivas de los años recientes, se corrijan un poco ciertos fenómenos por fuera de la norma, y se acentúen otros que ahora se manifiestan en forma preocupante.

En consecuencia, este año seguiremos presenciando la disminución del homicidio en el ámbito nacional, así como del secuestro, el desplazamiento forzoso y el narcotráfico. Esto será posible si continúa, como creemos, el debilitamiento de los grupos irregulares -guerrilleros y mafiosos-, como en forma gradual ha venido ocurriendo, mientras que, simultáneamente, el Estado se fortalece, se hace más eficiente en el uso legítimo de la fuerza, avanza en la consolidación de su presencia institucional sobre el territorio nacional y vigoriza el apoyo ciudadano. Así, no obstante su coyuntural y precaria reactivación en algunos departamentos como Caquetá, Nariño y Cauca, las Farc y el ELN se seguirán debilitando a nivel nacional y continuarán desmoronándose por efecto de las deserciones y las bajas, sin recuperar su antigua capacidad de reclutamiento; la desmoralización, la incomunicación, la descoordinación y el aislamiento político los seguirán socavando; el ELN será cada vez menos ofensivo y más narcotraficante; las Farc, más pobres, más débiles, más mafiosas y más terroristas.

Sin embargo, en un año electoral, como es su costumbre, las Farc intentarán sabotear las campañas políticas y los comicios dónde y en la medida que les sea posible: pocos sitios y poco impacto. Algunos actos terroristas demostrativos por aquí, alguna campaña propagandística por allá. Así, con todo y sus amenazas, y puesto que los paramilitares y la para-política ya no existen, las de este año podrían ser las elecciones menos violentas y más libres en los últimos 20 años. El riesgo vendrá de la infiltración de dineros ilícitos en algunas campañas.

De otro lado, el volumen del narcotráfico seguirá disminuyendo por efecto de la mayor eficacia del Estado para golpear y desarticular las bandas mafiosas y, en general, porque el ambiente para esa actividad ilícita será cada vez más riesgoso en nuestro país. Por eso se seguirá trasladando a Venezuela, a Bolivia y a Centroamérica, donde encuentra menos riesgo y más seguridad.

Muy seguramente el homicidio en Medellín, Cali y Bogotá va a disminuir este año por agotamiento de la guerra entre bandas de narcotraficantes y mafiosos. Al final, esto mejorará la percepción de seguridad urbana que se deterioró el año anterior. En contraste, continuará el nefasto impacto de las calumniosas acusaciones de "falsos positivos" sobre el nivel operacional de las Fuerzas Militares. Aclaro: hay casos reales que deben ser investigados y castigados, pero sospecho que la inmensa mayoría de las acusaciones es manipulada en forma interesada. El riesgo de ser acusado injustamente, lo que puede ocasionarles el fin de sus carreras, llevará a muchos oficiales y a su tropa a quedarse quietos en muchos sitios del país.

La política es más impredecible. Por lo apretado del tiempo y de las tendencias al interior de la Corte Constitucional, sólo le doy un 40 por ciento de posibilidades a que el referendo se realice. Pero si este se hace, lo votaremos más de nueve millones de ciudadanos y Uribe será reelegido en primera vuelta. Si no hay referendo, será el juego de alianzas en la segunda vuelta la que definirá el ganador. Es posible que Santos y Fajardo pasen a esa segunda vuelta. Entonces Santos tendrá el apoyo de Vargas Lleras y de Arias o Noemí, quien sea que gane la consulta conservadora, mientras que Fajardo tendrá el de Petro y, tal vez, el de Pardo. Pero, si no quiere continuar en el desierto de la oposición, Pardo tendría que entrar en razón y apoyar también a Santos. Por lo anterior, si hubiera que apostar con la racionalidad de las probabilidades, yo le apostaría a Santos, si no hay referendo. Hagan ustedes sus apuestas y ¡Feliz Año para todos!.

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