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Candidatos: lo bueno, lo malo y lo feo

Semana
12 de marzo de 1990

Existe el candidato perfecto? No, como se verá a continuación, en el siguiente análisis sobre las cualidades y defectos de los aspirantes a la consulta popular. (Lloreda, el candidato conservador, será objeto de posteriores análisis).
·William Jaramillo
Lo bueno: A su merecida fama de senador exigente, que no traga entero, que estudia sus temas y que los domina, Jaramillo añadió su fama de General contra el narcotráfico. Como alcalde de Medellin le "zapateó" innumerables veces al cartel, y con esas dos cartas de presentación en la mano, la de ser un estudioso y un valiente, el ex alcalde de Medellín se lanzó a la pre-candidatura presidencial.
Lo malo: La situación frente al narcotráfico evolucionó muy rápidamente y William Jaramillo se quedó sin tema. Lo que, como dirian los publicistas, lo "desposicionó", hasta el punto de que muy seguramente los bajos niveles que registra en las encuestas de opinión no se deben tanto a que no guste, sino a que definitivamente el electorado no logra distinguirlo.
Lo feo: Tiene un estilo demasiado histriónico. Como candidato presidencial no alcanzó una proyección nacional, porque se quedó siendo "el candidato de Medellín".

·Jaime Castro
Lo bueno: Al contrario de su anterior contendor, este ex ministro boyacense sí proyecta una visión nacional de los problemas. Tiene las propuestas presidenciales más serias, entre todos los aspirantes, y a pesar de la gigantesca desventaja que registra en las encuestas de opinión, ha manejado esta imagen de "perdedor" con una gran dignidad. Su fuerte está en la gran concepción del derecho público que tiene en la cabeza. Su falta de representatividad política la ha llenado con una indudable representatividad intelectual.
Lo malo: No tiene votos. Los temas que maneja en la campaña "no venden", porque por muy importante que sea la problemática municipal en Colombia, no toca ni el estómago ni el bolsillo de los electores.
Lo feo: Es un candidato "ladrilludo".

.Alberto Santofimio
Lo bueno: Es formidablemente inteligente, audaz, frentero y maneja una simpatía descomunal. Y aunque mencionar sus cualidades como orador se ha vuelto un lugar común, a Santofimio hay que reconocerle que no se improvisa tan maravillosamente como él lo hace si la agilidad en la lengua no corresponde a la agilidad en la cabeza.
Lo malo:El problema de Santofimio es que para los políticos, como para las mujeres, no existe nada más grave que perder la reputación, y Santofimio la perdió. De ahí que, por muchas cosas brillantes y acertadas que diga, es más factible que Santofimio no recoja un voto nuevo, y sí más bien que vaya perdiendo gradualmente los viejos.
Lo feo: Colombia no puede tener un presidente sin "visa a USA".

·Hernando Durán
Lo bueno: No hay duda de que entre todos los candidatos tiene la mejor hoja de vida. Nadie pone en duda su experiencia política y administrativa, ni su carácter y valentía. Es totalmente coherente, jamás se contradice, y eso lo hace tranquilizadoramente predecible para el electorado. A diferencia de otros de sus contendores, no es oportunista: actúa con convicción.
Lo malo: Como candidato se la juega por un establecimiento político gastado, frente al cual los electores podrían terminar escogiendo más bien la renovación.
Lo feo: Su imagen a lo "bull dog" está pasada de moda.

·Ernesto Samper
Lo bueno: Samper es brillante, honesto, simpático, cálido, rebosante de sentido del humor y con una creatividad pocas veces vista para decir las cosas y hacerse entender. Posee una capacidad descomunal para trabajar en equipo y rodearse de gente inteligente, hasta el punto de que posiblemente el mejor equipo de expertos connotados en cada tema lo tenga su campaña.
Lo malo: Sus propuestas registran una crisis de credibilidad, porque la gente siente que muchas de ellas no son serias. Tienen un contenido demagógico y populista que Alan García se encargó de poner out.
Lo feo: No ha ocupado nunca un cargo de manejo del Estado.

·César Gaviria
Lo bueno: Quizás lo mejor que tenga César Gaviria es la demostración reciente de que posee la madurez para manejar las peores crisis del país. Como ministro de Hacienda le correspondió diseñar una de las reformas tributarias más modernas de América Latina, y como ministro de Gobierno enfrentar nada menos que el paro nacional de 1988 y el secuestro de Alvaro Gómez. Sin hacer ostentación de poder, en las ausencias del Presidente de la República fue firme, equilibrado, sutil, y demostró poseer una proyección de líder que está recogiendo dividendos. Es tal su prestigio, que hoy por hoy supera, o por lo menos empata, a ese fenómeno que fue Galán en las encuestas de opinión. Hasta lo que sus enemigos esgrimen como su peor defecto, sus pecados clientelistas forman parte de sus cualidades si se es Presidente de un país como Colombia.
Lo malo: A pesar de todos sus méritos, existe la sensación de que su actual estrella política es heredada de Galán, y que el destino ha sido su mejor lotería.
Lo feo: No tiene, como dice mi admiradísimo Abelardo Forero Benavides, "voz de golpe de Estado". Y no le caerían mal unas clasecitas de "glamour presidencial," porque con la habilidad para manejar el Estado no sobra saber combinar la corbata.

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