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¿Y nuestro carril-bici qué?

Sí hay espacio para la bicicleta en la ciudad, eso es sólo una cuestión de voluntad.

Carlos A. González Guzmán, Carlos A. González Guzmán
24 de septiembre de 2013

La iniciativa “Bicis por la vida”, organizada de nuevo por el colectivo ciudadano La Ciudad Verde, volvió en el 2013 en versión recargada. Lo que arrancó el año pasado como un experimento en seis ciudades colombianas, este domingo 22 de Septiembre se convirtió en un movimiento global en el que participaron más de 240 grupos ciudadanos de 37 países alrededor del mundo, para decirle a sus gobiernos municipales: “Aquí le pinto un trozo del carril-bici que necesitamos, ahora usted póngase manos a la obra para implementarlo”.

La ley nacional 1083 del 2006 de planeación urbana sostenible lo dejó bien claro: la prioridad en las ciudades colombianas la tienen los modos de transporte no motorizado (peatón y bicicleta) y el transporte masivo. Así que, por estos días en los que diversos municipios están puestos en la tarea de realizar la revisión o modificación del Plan de Ordenamiento Territorial, lo primero que debería estar sobre la mesa para discusión, al menos en su componente de movilidad, es el plano y el cronograma de la propuesta de red de ciclo-infraestructura y el de la red de transporte masivo. Si aún no lo ha visto, vaya pregunte dónde está, porque hay que sentarse a discutirlo.

Actualmente, en el mundo, hay mucha más conciencia de la importancia de la movilidad en bicicleta en la ciudad, ya no sólo como elemento recreativo sino también para viajes de movilidad obligada, es decir, la de aquellos viajes relacionados con motivos de trabajo o estudio. Por eso, ya no es tan fácil para las administraciones locales disuadir a los grupos ciudadanos haciendo uso de argumentos débiles del tipo: “es que no es posible tener bicicletas andando por toda la ciudad”, “es que los usuarios de la bicicleta son una minoría”, “es que la bicicleta es sólo para los domingos, nadie la va a usar para ir a trabajar”, “es que no hay espacio para la bicicleta en la malla vial”, “es que la bicicleta sólo cabe en grandes separadores viales y de esos no hay por toda la ciudad”, etcétera. 

No son más que excusas. Los técnicos municipales que siguen repitiendo tales excusas lo saben bien y, aunque se les explique con plastilina, les cuesta asumir que es necesario cambiar su anticuada visión de la movilidad formada en los años 70, en la cual el automóvil era el amo y señor de la ciudad. Por ello, los ciudadanos debemos responder al unísono: “sí es posible una red para la bicicleta a escala de ciudad, múltiples ciudades en el mundo lo demuestran”, “los usuarios de la bicicleta no sólo cada vez somos más, sino que, además, la ley 1083 del 2006  nos da prioridad en la ciudad”, “la bicicleta ya no es sólo recreativa, ahora tiene un gran potencial para la movilidad obligada, sobre todo, en trayectos de corta y mediana distancia”, “sí hay espacio en la malla vial, un alto porcentaje de esta se usa de manera ineficiente o está subutilizada”, “el carril-bici como elemento de la ciclo-infraestructura requiere un mínimo del espacio vial existente y de pocos recursos públicos para que por fin los ciclistas tengamos nuestra red en la ciudad”, etc.

La cuestión ya no es si en la ciudad queda algún espacio residual para poner ahí a los usuarios de la bicicleta, sino que ahora nos tenemos que plantear el tema de cómo redistribuir el uso de la actual malla vial para darle espacio a la bicicleta, ahí está la clave. Ya no se trata sólo de ciclo-rutas sino también de carriles-bici. Las fantásticas ciclo-rutas, aquellas que tienen su espacio en grandes alamedas y amplios separadores viales, no son ya el único elemento, ahora la ciclo-infraestructura incluye al carril-bici como un nuevo elemento, aquel que se implementa en la actual calzada vial, por medio de una ligera reducción del ancho de los carriles mixtos existentes y una efectiva demarcación y señalización orientada a la seguridad vial. Donde hay malla vial puede haber bicicleta, es sólo cuestión de regular la velocidad del automóvil, pintar el carril-bici y señalizarlo para hacerlo seguro, así de sencillo.

Necesitamos abordar el tema de la bicicleta desde una perspectiva integral para la ciudad: ¿cómo fomentar que más viajes urbanos de corta y mediana distancia se realicen completamente en bicicleta?, ¿cómo fomentar la intermodalidad de la bicicleta con el transporte público para aquellos viajes urbanos y metropolitanos de larga distancia?, ¿cómo potenciar el disfrute de los ejes ambientales y de los centros históricos en bicicleta?, ¿cómo incrementar aún más el uso de la bicicleta con motivos recreativos? Estas son algunas de las preguntas que todos deberíamos estar afrontando. Felicitaciones a todos aquellos grupos ciudadanos que, con el acompañamiento de la autoridad local, salieron a pintar trozos de carril-bici en la ciudad el pasado domingo, ahora es tiempo de que las alcaldías valoren dicho acto simbólico y salgan con sus equipos técnicos a hacer de dichos carriles-bici imaginarios toda una realidad.

La promoción de una movilidad más sostenible, segura y humana es una prioridad, y lograr una eficiente red de ciclo-infraestructura a escala de ciudad es uno de sus retos inmediatos. Evidentemente, se trata de una tarea conjunta entre ciudadanos y administración local, que requiere de un cambio de todos en la visión de ciudad. Mientras tanto, La Ciudad Verde y su ‘Bicis por la vida’ se lo seguirán recordando a las alcaldías del mundo año tras año. Así, a lo mejor un día cualquiera, el Alcalde y su Secretario de Tránsito nos dan una grata sorpresa.

*Consultor e investigador en movilidad y urbanismo. PhD (c) Estudios Urbanos, Universidad de Cambridge.
En twitter: @cargonza6