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Carta abierta a la nueva ministra de comunicaciones

El nombramiento de Martha Lucía Pinto de Hart como ministra de Comunicaciones ha levantado ampolla dentro del sector. Andrés Felipe Rodríguez, especialista en el tema de telecomunicaciones, escribe sobre los temas más importantes que deberá enfrentar en esta cartera.

Semana
30 de junio de 2002

Respetada Ministra:

No es secreto para nadie que su nombramiento ha generado inquietud dentro del sector de comunicaciones del país, uno muy especializado y globalizado, lejos del otrora incipiente sector que vieran los 80 y parte de los 90. No obstante, esta carta no pretende ser un memorial de agravios, sino una de las múltiples recetas que a su escritorio llegarán en los próximos días, procurándole consejo y guía.

El sector de comunicaciones cuenta con infinidad de intereses antagónicos, por eso siempre que usted tome una medida tendrá feliz a la mitad del circo y decepcionada a la otra mitad. Verá usted a gran parte del sector presionándola para que continúe adelante el proceso de PCS (o Sistema de Comunicación Personal, Ministra) y a otro tanto diciéndole que no hay afán, que las condiciones no están dadas, que mejor el próximo año, y que de hacerlo tendría que cobrar un trillón de yenes... Acto seguido, alguien le cambiará de tema y esgrimirá ocho razones por las cuales se debe liquidar Telecom, más aún con la crisis evidenciada en los últimos días, que contrasta con las voces de aquellos que consideran un error estratégico y casi apátrida la desaparición de la empresa.

No obstante, lo más importante no será elegir entre unos u otros, sino elegir algo y sostenerlo con claridad y firmeza; y siempre que elija, por favor piense primero en el consumidor. Estas deberían ser sus dos máximas.

Claridad y firmeza porque el sector de comunicaciones es intensivo en capital, atraviesa por una crisis en el ámbito global y la primera condición para encontrar la inversión necesaria es la seguridad jurídica y política que refleje el país. Si usted es reconocida por enviar señales unívocas, habrá logrado algo importante.

Atender primero los intereses del consumidor, no los de tal o cual actor ni los del Ministro de Hacienda, debería ser su segunda máxima. Procure generar sana competencia, bajos precios y servicios de alta calidad e innovación. Las comunicaciones son factor clave en el desarrollo de un país, y el peor error es encarecer sus costos por cuenta de regulaciones innecesarias, barreras de entrada para la prestación de servicios, o el cobro desmesurado de tasas y licencias (pedirles a sus asesores que le cuenten el cuento de los 150 millones de dólares de la larga distancia, y el de la cifra récord a nivel mundial que pagaron las empresas celulares por sus licencias).

No obstante, antes de digerir cualquier otro asunto, usted tendrá que lidiar con los temas que le mencioné al principio: Telecom y PCS. Frente al primero, sus opciones son todas menos el estatu quo: desde liderar la venta o cesión de los activos de Telecom a algún operador privado que esté en capacidad de garantizar el servicio en las regiones apartadas del país, hasta liquidarla para sanearla y rediseñarla bajo un esquema público (pedirles a sus asesores que le cuenten el cuento de cómo es que hacen los empleados para jubilarse a los 43 años). Ninguna de las opciones será cosa fácil. En el primer camino se enfrentará con la escasez de capitales y con el duro trecho político que esa privatización, así sea camuflada, implica (pedirles a sus asesores que le cuenten el cuento del fallido intento de privatización en la época del presidente Gaviria); el segundo le traerá una pelea con el Ministro de Hacienda como para alquilar balcón y tendrá el sabor amargo de insistir en la viabilidad de empresas estatales, en contra de la experiencia probada a nivel mundial.

Por otro lado el asunto de PCS. Colombia es uno de los países con menor nivel de crecimiento de telefonía móvil en los últimos años, debido no solamente a las altas tarifas de los operadores celulares, sino al mantenimiento de un duopolio que no encuentra los incentivos naturales de la competencia abierta. Venezuela, para citar un ejemplo cercano, creció del 4.6% en 1997 a un muy respetable 21.7% en 2000, mientras que Colombia pasó del 3.1% a un muy triste 5.3% en el mismo período, según cifras de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones, Ministra). Lo importante es que recuerde los dos principios: señales claras y el consumidor primero, dentro de ese esquema no puede fallar.

Desafortunadamente no tengo espacio para plantear otros temas importantes como la insostenible triangulación institucional del sector, Inravisión, Adpostal, y muchos otros. Así mismo no puedo dejar de advertir que pareciera descortés el tema de aclarar las siglas, pero con todo el respeto no soporté la tentación Ministra; todos en el sector pasamos por esas alguna vez. Buena suerte!

*Partner - CybeRegulation Consulting Group

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