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Carta de excusas al Príncipe Felipe

Mi Príncipe: Benedetti le está prestando un gran servicio a la patria. La idea es que repita con frecuencia las visitas hasta que Chávez se rinda.

Daniel Samper Ospina
21 de agosto de 2010

Excelentísimo Señor Don
Felipe de Borbón
Príncipe de Asturias
Ciudad.

Excelentísimo Señor Príncipe:

Impúlsame a escribir esta carta el bochornoso incidente del que Vuestra Merced fue testigo durante la posesión del doctor Santos como Presidente de esta platanera tropical, donde se dan silvestres los cubios, la malaria y los locutores deportivos. Espero que no tome a mal esta misiva, escrita en nombre de todos los colombianos de a pie, como Navarro Wolf, e inspirada por los más nobles sentimientos patrios. Pero no podía permitir que pasara un solo instante más sin expresarle, su Alteza Querida, con todo el respeto del caso, que por favor no vaya a creer que todos los colombianos somos como Lucero Cortés. No se lleve esa impresión, se lo suplico. Acá también hay gente que le teme al ridículo. Acepte, Majestad, mis más humildes disculpas por la actitud que ella mostró a lo largo de dicha ceremonia, en especial por el momento cuando pasó por encima de doña Letizia, empujó a dos de sus guardaespaldas, dio un codazo a un presidente invitado y consiguió hacerse al lado suyo para, sí, Su Alteza, Usted lo recuerda, pedir a alguien de seguridad que le sacara una foto.

Tan pronto vi en la transmisión semejante situación, supuse que faltaba lo peor: que ella iba a hacer una V con los dedos sobre la cabeza de Su Majestad, y que llegarían todos sus colegas congresistas a colarse en la foto, forcejear entre ellos para caber en el encuadre y terminar tumbando a Su Excelencia.

¿Se da, allá en España, este fenómeno de que las actrices de telenovela terminan de congresistas? Acá es tradición democrática. De esa noble costumbre provienen prohombres de la patria y de la pantalla chica como un Álvaro Araújo, una Nelly Moreno, una 'Gorda' Fabiola, a quienes Su Alteza seguramente conoce.

Pero no quiero ser duro con la representante. Reconozco que, al menos esta vez, no contrató una tuna para darle una serenata, ni sacó una capa y dijo "venga lo capo, mi príncipe" mientras se reía a carcajadas de su propio chiste; tampoco terminó llorando de emoción, aplaudiendo como loca y dando pequeños brincos plenos de excitación, como suele suceder cada vez que está con un famoso.

La verdad es que este no es un país fácil de defender, Majestad. Hace unos años, Vuestra Merced Misma recibió al ex presidente Uribe en una elegante recepción a la que nuestro ex mandatario asistió con un frac que apenas le cubría las tetillas: ¿es viable un país cuyo presidente se viste con un esmoquin hecho como para jugar básquet, como para hacer striptease?

Sea esta la misiva para excusarnos por todo lo que padeció durante ese fin de semana en que estuvo en el país. Entre otras cosas, soportar el discurso del senador Benedetti: ¿sirve de algo ser príncipe si uno debe viajar a Colombia a oír un discurso del senador Benedetti? ¿Cómo hace Usted? ¿En qué piensa Su Excelencia mientras tanto?

No nos condene, se lo pido; Armandito es un accidente que puede tener cualquier nación. Hijo de la bella Curramba, es cierto que se veía particularmente gracioso hablando de "vosotros" y señalando el reguero de pobres que dejó el gobierno de Uribe, cuya mano el senador lamió durante ocho años y ante cuyas carnitas se restregaba como una mansa mascota. Pero unas por otras, Mi Príncipe: Benedetti le está prestando un gran servicio a la patria: el lunes pasado visitó a Chávez y la idea es que repita con frecuencia esas visitas hasta que Chávez se rinda.

Siquiera se fue pronto, Majestad, y no alcanzó a darse cuenta de que en Colombia, en una semana, suceden más cosas que en toda la historia de Noruega. Desde que Juan Manuel es Presidente ha pasado de todo: un juzgado se incendió. Al ministro del Interior le cayó una piedra en la cabeza. El primer día de trabajo el vicepresidente Angelino Garzón sufrió un amago de infarto. No alcanzó siquiera a dejar el blazer en el respaldo de dos asientos de su despacho y ya tuvo que irse al hospital. Gracias a dios, la nuestra es una raza pujante y Angelino no se dejó amilanar: crecido en la adversidad, digno y valiente, con la frente y la quijada erguidas, salió adelante en instantes. Atraviésele hoy día un platado de fritanga y verá que lo devora como si nunca hubiera sucedido nada.

Ha pasado de todo: se cayó un avión. Javier Hernández se afeitó el bigote. Un alud sepultó una carretera. Marlon Becerra sacó una línea de chap sticks. Y explotó una bomba frente a Caracol Radio, lo cual produjo varias manifestaciones de solidaridad con los colegas de esa cadena por tan aleve atentado, y de paso con los de RCN, por el aleve nombramiento de Pachito.

Sin embargo, somos un país hermoso. Y le pido que nos dé otra oportunidad, hermano. Hay miles de motivos para sentirnos orgullosos de ser colombianos: contamos con cinco pisos climáticos; Jota Mario Valencia aún no se ha lanzado al Congreso; no tendremos Corona, pero Angelino se destaca por sus asuntos coronarios. Y hay más de 600 tipos de anfibios diferentes, muchos de los cuales legislan, como Roy Barreras; dirigen las Fuerzas Militares, como Rodrigo Rivera; o se toman fotos con los príncipes que pasan por acá sin sentir pena de exponer tanta bajeza ante Su Alteza.

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