Home

Opinión

Artículo

Nación

Chocó económico y social

El retiro de la inversión privada en Chocó dejó como único inversionista al Estado que, según el investigador y periodista chocoano Alejo Restrepo, siempre ha visto a los habitantes del departamento como "colombianos de segunda clase". Por eso pide acciones inmediatas y preocupación del gobierno y los colombianos en general para que la situación pueda cambiar y su tierra pueda mostrar su potencial.

Semana
15 de febrero de 2004

El Departamento del Chocó es afortunado. Su ubicación geográfica permite que en su territorio se lleven a cabo proyectos de canales interoceánicos, como el Canal del Atrato-Truandó, que contará con mayor capacidad que el actual Canal de Panamá; puertos como el de Tribugá, que tendrá mayor flujo de carga que el de Buenaventura y, además, cuenta con uno de los patrimonios ecológicos más valiosos del mundo.

A través de su historia, el departamento ha tenido diferentes períodos económicos que en algún momento le permitieron ser una de las regiones más prósperas y ricas de Colombia, gracias a la explotación de oro y de platino, caucho, madera, ingenios azucareros, industrias textiles y pastas, entre otras cosas. Dicho intercambio comercial se hacía a través del río Atrato, en embarcaciones de gran calado a los puertos de las ciudades de la Costa Atlántica, el interior del país y el extranjero. Los responsables eran en parte, innumerables inversionistas nacionales e internacionales que en aquel tiempo lograron tener buena rentabilidad a sus capitales invertidos y trajeron bienestar social a este terruño.

Desafortunadamente hoy el Río Atrato se encuentra cerrado para la navegación por los actores del conflicto armado. Como consecuencia, la inversión privada se fue del Chocó.

A partir de ese momento, el Estado se convirtió en el único generador de ingresos para el departamento. Entonces de ser un departamento neto productor a simple consumidor y comercializador de los productos elaborados en otros lugares del país, por lo que ahora recibe un ínfimo margen de utilidades.

Como si fuera poco, el departamento se acostumbró a vivir de las migajas presupuestales que le transfiere el Gobierno Central, que históricamente ha visto a los chocoanos como colombianos de segunda clase. Ello se demuestra en que nunca ha tenido la voluntad política para emprender verdaderas obras redentoras, que propendan por el desarrollo integral y armónico. Otros departamentos sí lo han logrado.

Y cómo no hablar de la no inclusión de profesionales chocoanos en los organismos del Estado.

Como consecuencia de todo lo anterior, está el altísimo nivel de necesidades insatisfechas en educación, salud, saneamiento básico, infraestructura y desempleo, cuyas cifras no tienen comparación en Colombia.

A esta situación caótica se le ha sumado el asentamiento de la subversión, con sus conocidas secuelas de muertes, secuestros y desplazamiento de la población civil. El gobierno colombiano debería ponerle mayor atención a este tema, pues el Chocó es una zona propicia para la inversión privada nacional e internacional. Dicha intervención sería una fuente de ingresos para el país y de bienestar social y económico para esta circusncripción territorial marginada.

La problemática situación económica y social del departamento del Chocó amerita un conjunto de esfuerzos de todos los chocoanos, con el irrestricto apoyo del Gobierno Nacional y de la comunidad internacional. La idea es lograr una reingeniería económica y social en el departamento, para aprovechar las ventajas comparativas que tenemos con otras zonas y que nos permita el diseño de planes y proyectos de desarrollo tendientes a atacar los factores que han incidido en el atraso y precario nivel de vida en el que hemos estado sumidos todos los chocoanos.

*Investigador y periodista