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Ciudadanos: ¡ A retomar el control!

Semana
19 de febrero de 2002

Promover y defender la idea de la radio y la televisión como servicios públicos, independientemente de sus propietarios y por medio de un activo trabajo de la sociedad civil en todo el mundo. ¿Se ve desenfocado? ¿Parece fuera del alcance? Bueno, en realidad así como la telefonía, la energía y el acueducto son bienes colectivos que deben preservar su cometido público, lo mismo sucede con la televisión y la radio. La particularidad es que en este caso son los propios consumidores los que deben velar por la calidad de ese servicio público.

El Consejo Mundial de Radio y Televisión, fundado en Canadá (1997) por Pierre Jeneau, ha contado desde el comienzo con el apoyo de la Unesco para la defensa del servicio público de radio y televisión y a finales del año pasado tomó en París dos importantes decisiones: nombrar un Comité Estratégico con representantes de cada una de las regiones del mundo y poner en marcha un proyecto piloto de certificación mundial de emisoras y canales que bajo unos indicadores lo más precisos posible permitirán, con la ayuda de expertos, otorgar los certificados correspondientes por países o por canales.

Con representantes de Universidad, asociaciones de televidentes y oyentes, así como de consejos audiovisuales, el Consejo Mundial de Radio y Televisión tiene un ambicioso plan que consiste primero en el diseño de esos indicadores, tarea complicada por cuanto las realidades de los países europeos en esta y otras materias son muy diferentes de las de los países latinoamericanos o africanos. Desde finales del año pasado está trabajando en los ajustes de criterios para manejar un lenguaje lo más universal posible y así hacer realmente operativo esta especie de observatorio mundial.

La segunda fase consiste en la prueba del sistema y Colombia, por estar en el Comité Estratégico del Consejo Mundial, ha quedado en la lista de países que tendrá que experimentar con el modelo a lo largo del 2002. La tercera y cuarta fases consisten en aplicar el modelo a una selección de países por regiones y para 2004 se tiene previsto que el sistema esté instalado en todo el mundo.

¿Por qué esta preocupación y este amplio trabajo sobre el servicio público de radio y televisión? En la evolución de los medios electrónicos se pueden distinguir al menos tres modelos: el de propiedad estatal, el privado y el de servicio público, independientemente de su sistema de propiedad. Los dos primeros han mostrado en parte su fracaso. La mal llamada televisión pública demostró problemas administrativos expresados a través de los altos niveles de burocracia que creó, su ineficiencia para lograr la sostenibilidad financiera y sus descensos en la calidad y la innovación debido a la tranquilidad por las subvenciones estatales y el no tener que concurrir en un mercado en condiciones de competencia. Como si esto fuera poco, su orientación hacia la defensa de los gobiernos de turno desgastó la idea en muchos países y de paso debilitó más el concepto de lo público.

Por su parte, la radio y la televisión privadas han demostrado su habilidad para hacer dinero (claro, igual para perderlo) y el crecimiento de programación facilista, de baja calidad y la pérdida del sentido del servicio público que están prestando. El predominio del entretenimiento barato, la ausencia de innovaciones –con la única excepción quizás de la llamada Real Tv-, el marginamiento de programas de debate que contribuyan a la formación del juicio público en las audiencias han acabado por mostrar su más grande contradicción: sus agendas van por un lado y las de sus públicos van por otro.

Con la globalización y las prácticas neoliberales, se ha agravado el problema. Las producciones nacionales han perdido mucho de su sabor por adaptarse a los estándares mundiales, es decir, una especie de gusto neutro y "universal" que deja de mostrar acentos locales buscando no perder mercados para sus producciones. Para muchos canales privados no importa tanto por ejemplo cómo interpretar nuestro contexto sino hacer estas Mac producciones fáciles de vender afuera.

El tercer modelo es el del servicio público, que no se preocupa tanto por la propiedad de canales y emisoras, sino por la calidad de los contenidos y de los formatos. Ni el mercado ni el Estado son capaces de cumplir a cabalidad con las misiones de servicio público confiadas a la radio y a la televisión. Este tercer modelo no trabaja ni por los intereses particulares ni por la imagen del Estado. Piensa en los ciudadanos y sus necesidades de entretenimiento, información y educación, esta última señalada en América Latina como una de las expectativas ciudadanas de mayor importancia frente a este servicio público.

Este se perfila como un servicio que no le teme a la televisión generalista, que explora formatos de calidad, que apunta a la universalidad de sus audiencias en los contextos nacionales, que establece claros criterios de independencia y que incluye valores como la diversidad cultural y la atención a las expectativas de las minorías.

En América Latina las necesidades informativas, de educación y de participación ciudadana serán claves en el diseño del modelo. Según lo observado en la reunión de noviembre en París, su perfil se inclina de modo más nítido por la verdadera inclusión de la sociedad civil a través de sus organizaciones y de los ciudadanos del común, en este ambicioso trabajo de promoción y defensa del servicio público de radio y televisión.

* Coordinadora del Grupo de Investigación en Comunicación Urbana de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín.

Miembro del Comité Estratégico del Consejo Mundial de Radio y Televisión, por América Latina

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