Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Clara López, Navarro y Peñalosa

Excluir a Peñalosa por miedo a que en el camino busque una alianza con Uribe es torpe, pero lo es más aún excluirlo porque no respalda al gobierno de Petro.

León Valencia, León Valencia
4 de octubre de 2013

Estuve al tanto de las discusiones que se dieron entre los compromisarios que fraguaron la unidad entre los Progresistas y el Partido Verde. Supe que los delegados del Movimiento Progresista insistieron una y otra vez en que la unidad implicaba un respaldo pleno del nuevo agrupamiento al gobierno de Gustavo Petro y por consiguiente una exclusión de Enrique Peñalosa. 

Entiendo que fue eso lo que alejó al grupo que lidera Sergio Fajardo de ese proceso unitario. Peñalosa se tragó la moción de apoyo a Petro y se quedó para insistir en su participación en una consulta que escoja un candidato presidencial que le dé batalla a Santos y al candidato de la derecha uribista. Ahora oigo que Clara López, ante el llamado a participar en la consulta, también quiere vetar a Peñalosa. 

Es un grave error de estos sectores de la izquierda. Fui un severo crítico de la alianza entre Enrique Peñalosa y el expresidente Uribe en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá y he sido solidario con el gobierno de Petro. Pero ahora se trata de algo muy distinto. Ahora hay una gran oportunidad para que arraigue en la opinión un proyecto político de centro izquierda moderno, unitario y audaz. Ante esa posibilidad es obligatorio actuar con suma racionalidad y con la mayor flexibilidad. 

Si el clima de demandas sociales insatisfechas se mantiene, si las expectativas de paz siguen vigentes, si no repuntan rápidamente en las encuestas el presidente Santos o los candidatos de la derecha uribista, una propuesta de transformaciones sociales y políticas profundas puede ganar el favor del electorado y un candidato presidencial alternativo tiene muchas posibilidades de pasar a la segunda vuelta y dar una enorme sorpresa política. 

La disputa por el electorado de centro, por aquel que no tiene adscripciones políticas predeterminadas, por esa masa campesina inconforme, por esas clases medias urbanas desencantadas, va a ser a muerte en la próxima campaña electoral. Hay un pesimismo enorme en el país. Hay una crisis de liderazgo. Hay unas expectativas de cambio. 

La izquierda tradicional sola no puede ofrecer una alternativa creíble a todo este electorado. Tiene que buscar alianzas en el centro del espectro político. Le he oído esto a Navarro, le he oído esto a Clara López, pero cuando tienen al frente a líderes de carne y hueso que representan esa tendencia se echan para atrás y hacen todo lo posible para excluirlos. Una unión y una consulta entre Clara López y Navarro, sin Fajardo, sin Peñalosa y sin otros sectores sociales y políticos independientes es la reedición del Polo Democrático, es apostarle a la izquierda, únicamente a la izquierda, es perder una oportunidad de oro.

La circunstancia de Peñalosa es muy distinta en este momento. Desde el principio declinó su apoyo a Santos y luego se apartó de Uribe manifestando su respaldo al proceso de paz en curso. De manera que está ubicado claramente en la tercería. Pero lo más determinante es lo que está ocurriendo en el uribismo. 

Esa fuerza ha tomado un camino irreversible de configuración como partido político alrededor de Uribe y José Obdulio y no está mirando para otros lados, está organizando sus filas y tramitando las graves disputas internas. No veo que en primera vuelta quiera y pueda buscar alianzas en otros lados. Ahora bien, como la trampa y la desconfianza son un rasgo nacional inapelable, será necesario que la tercería pacte unas reglas de juego muy claras en el caso hipotético de un paso a la segunda vuelta.

Excluir a Peñalosa por el miedo a que en el camino busque una alianza con Uribe es torpe, pero es más torpe aún excluirlo porque no respalda al gobierno de Petro. El mejor clima para Petro es tener a Peñalosa ocupado de una campaña presidencial, obligado por las circunstancias a guardar cierto silencio frente a lo que ocurre en Bogotá y, sobre todo, comprometido con un proyecto de centro izquierda.

Esta columna ha sido escrita con el supuesto de que Clara López está determinada a ir a una consulta y está en la tarea de pactar un programa y unas reglas de juego. Me atengo a lo que ha dicho en público y a lo que me ha dicho en privado. Porque lo peor sería la dispersión en tres candidaturas. Ahí si apague y vámonos.