Home

Opinión

Artículo

¿Clonación?

Semana
10 de septiembre de 2001

Un laboratorio norteamericano ha publicado en su revista, ‘The Journal of Regenerative Medicine’, el dramático hecho que ha realizado, no naturalmente a través de la fecundación de un óvulo con un espermatozoide, sino artificialmente activando óvulos con núcleos de células somáticas. Así han producido in vitro varios embriones humanos hasta llegar al estadio de dos, cuatro, seis células como se ve en las imágenes a color que documentan las primeras fases del desarrollo de estas vidas humanas.

Los autores afirman que no es su intención dar origen a un individuo humano, pero lo que ellos llaman "early embrio" (embrión en fase inicial), si no es vida humana, ¿qué es? No son simplemente células, sino embriones humanos, vidas humanas personales en sus primeras fases. La prueba es que si estos embriones se colocan en el ambiente adecuado para su normal desarrollo siguen adelante y pasan por la fase de feto y de niño. "La genética moderna demuestra que desde el primer instante se encuentra fijada la estructura, o sea, el programa genético de lo que será ese viviente: una persona, una persona individual, con sus características ya bien determinadas" (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 60)

"Desde el momento en que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Jamás llegaría a ser humano si no lo hubiera sido desde entonces" (ib.) el que hoy es un hombre adulto de 30 años, 15 años antes era un adolescente; 5 años antes era un niño y este mismo es el ser humano que había nacido hace 10 años y el mismo que 6 meses antes era un feto, y seis meses antes era un embrión. ¿Cómo sería posible que a los 30 años fuera una persona humana si no lo fue desde el principio?

"Esto exige un respeto absoluto del ser humano, desde su fase embrionaria hasta el final de su existencia" (Juan Pablo II, a la Semana Social francesa, 29.11.2001).

Pero estas evidencias que la ciencia ofrece, son tergiversadas por un lenguaje pretendidamente científico que en esta como en otras disciplinas inventa unos términos para desvirtuar realidades como llamar "preembrión" al embrión y así poderle quitar el carácter de ser humano sin suscitar tantos contradictores.

"La Iglesia Católica alienta la investigación en biomedicina cuando está orientada a la prevención y la curación de enfermedades, el alivio del sufrimiento y el bienestar del hombre" (Juan Pablo II, Mensaje a la Semana Social de los católicos franceses, 26.11. 2001).

Pero es consciente de que cuando la ciencia "experimenta" con embriones humanos o cuando los "produce" por clonación, está manejando los destinos de personas humanas.

Por esto, a pesar de las declaradas intenciones "humanísticas" de quien anuncia curaciones sorprendentes siguiendo este camino, que pasa a través de la industria de la clonación, es necesario un juicio objetivo pero firme, que muestre la gravedad moral de este proyecto y justifique su condena inequívoca. El fin bueno que se propone no convierte en buenos los medios malos que se emplean. Y esto es lo que se hace con la clonación con fines de salud de seres ya existentes: se producen unos seres humanos para luego destruir su vida al utilizar elementos suyos como repuesto para reparar otro ser ya existente.

Con la clonación para estos fines se está creando una discriminación que entra tempranamente en la cadena de las muchas discriminaciones ya existentes en el mundo actual: un embrión vale menos que un feto, un feto menos que un niño discapacitado, un niño discapacitado menos que un niño sano, un niño sano menos que un adulto... En cambio el imperativo moral exige mayor cuidado y mayor respeto de los seres que no están en condiciones de defender y manifestar su dignidad intrínseca (cf. ib.)

El que la clonación de seres humanos aun para fines terapéuticos no sea lícita, no crea un callejón sin salida para la investigación en favor de la curación o alivio de enfermedades hasta hoy incurables. "Las investigaciones sobre las células estaminales indican que pueden recorrerse otros caminos, lícitos moralmente y válidos desde el punto de vista científico, como la utilización de las células estaminales extraídas, por ejemplo, de un individuo adulto (cada uno de nosotros tenemos varias) de la sangre materna o de los fetos que han sufrido un aborto natural. Este es el camino que todo científico honesto debe seguir con el objetivo de garantizar el máximo respeto del hombre, es decir, de sí mismo" (Juan Pablo II, ib.).

Bogotá, noviembre 30 de 2001



*Director del Departamento de Doctrina y Ecumenismo

Conferencia Episcopal de Colombia

Noticias Destacadas

Luis Carlos Vélez Columna Semana

La vaca

Luis Carlos Vélez