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La desconfianza nacional

El descreimiento generalizado nos puede llevar a peligrosas aventuras políticas, a un incremento de la justicia por mano propia y al decaimiento de la economía

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
1 de julio de 2017

Nunca hemos creído suficientemente en los políticos, pero confiábamos en algo más. Hasta hace unos años valorábamos a los honorables magistrados de las altas cortes y en muchos casos los considerábamos incorruptibles, admirábamos a la policía y al ejército, veíamos sin tanta prevención los medios de comunicación y, en un país mayoritariamente religioso como éste, nos producían respetabilidad los jerarcas de la iglesia católica.

Las cosas han cambiado y los estudios de opinión indican que la desconfianza nacional es el mal de nuestros días.

Particularmente grave es lo que ocurre con la justicia. De acuerdo con la última encuesta Gallup del mes de junio, el sistema judicial colombiano tiene una desfavorabilidad del 81 por ciento y la fiscalía general ha tenido un retroceso en este mismo indicador de más de 20 puntos porcentuales desde el año 2000.

Estos datos demuestran por qué cuando el ente acusador imputa cargos a los sospechosos del atentado del Andino nadie le cree o por qué aunque los jueces hayan autorizado la detención preventiva de los implicados, el caso sigue en entredicho ante la opinión pública. Lo que resulta más inquietante todavía, es que esta ausencia de confianza en el aparato judicial explique –más no justifique– los casos de justicia por mano propia que se presentan cotidianamente. ¿Puede haber algo peor que un sistema judicial al que ni los criminales le temen ni las víctimas confían en él?...

En materia política, el descreimiento frente a nuestros dirigentes es proverbial. Sólo un 13 por ciento de los colombianos, según la encuesta de Yanhaas, cree en el presidente Santos, el 81 por ciento de los encuestados por Gallup aborrecen los partidos políticos y, en general, salvo contadas excepciones, los políticos más visibles, aún los que tienen más chance de llegar al poder en 2018, tienen negativos muy altos.

Ya sabemos lo que pasa cuando los electores dejan de creer en los políticos que tienen en el partidor y, lamentablemente, en Colombia no estamos exentos de embarcarnos en aventuras riesgosas y populistas como en las que se metieron los venezolanos con Chávez en su momento o en la que se encuentran naufragando los norteamericanos con Trump.

Ni siquiera la ‘Santa Madre Iglesia’ se salva de este fenómeno de desconfianza generalizada. Aunque su imagen favorable sigue siendo superior a la desfavorable, en los últimos 17 años, según Gallup, ha perdido 19 puntos de aceptación.  

Ciertamente, estamos frente a una realidad nacional distinta y ya no sólo nuestras instituciones perdieron su credibilidad, sino lo que es más grave: los colombianos no confiamos el uno en el otro, sin importar parentescos o cercanía afectiva.

Según la última encuesta mundial de valores aplicada en Colombia por el Departamento Nacional de Planeación a finales de 2015, la confianza interpersonal no supera el 4 por ciento mientras en los países escandinavos está por encima del 50 por ciento. Es verdad que no vivimos en Dinamarca sino en Cundinamarca, pero admitir que confiamos tan poco en el otro complica sin duda la convivencia, enreda eso que llaman pomposamente el posconflicto e impide que la economía cotidiana fluya, haciendo que hasta la amistad tenga que certificarse en notaría.

Mientras tanto, uno se pregunta si estos datos inquietarán a quienes construyen políticas públicas o a las cabezas institucionales que se están quedando progresivamente sin legitimidad ni respeto. ¿Seguirá el establecimiento estirando la pita sin detenerse a reflexionar por qué ha perdido su credibilidad? ¿Seguiremos los colombianos en esta espiral de desconfianza en el otro, viendo enemigos por todas partes y perdiendo la capacidad de trabajar en equipo?

No sé a ustedes pero a mí me aterra vivir en una sociedad permeada por la desconfianza en todo y en todos. ¿Es viable un país así?

Twitter @JoseMAcevedo

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