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Colombia-nadas

¿Qué tal Gaviria y su misión de alto nivel a Lima, donde exigió al régimen que dé plenas garantías electorales cuando ya no se necesiten?

Semana
7 de agosto de 2000

No tuve mucho Exito la Semana pasada. Ni mi carátula de IBM y Celera dando luz al androide que quizá nos desplace de la faz de la Tierra, ni mis enfoques tan divertidos sobre las UVR y otras linduras hallaron eco en el consejo editorial.

Pero esta semana si que no peco. En lugar del romance futurista entre el genoma y el computador, propondré la carátula de Armando y Betty haciéndose cús-cús. Y en cuanto a la línea noticiosa, esta vez me apertreché de recortes y casetes de la competencia para que la gente de SEMANA vea que ya no ando tan despalomado.

Empezando, digamos, con los alcaldes y sus alcal-nadas. Como el alcalde de Palermo, Huila, que persuadió a sus con-opitas de estructurar el POT en torno a un aeropuerto internacional (cosas de la era global). El de Tunja, que no dejó ninguna zona, barrio o calle para las ‘casas de lenocinio’ —aunque admito que para nadie es fácil imaginar una casa de esas en una ciudad como esa—. O el de Villavicencio que, por razones de seguridad, acabó sacando las bombas de gasolina del perímetro urbano.

Los alcaldes mayores hacen alcal-nadas mayores. El padre Hoyos tuvo el lamparazo de no girar salarios a la Personería y a los concejales de la oposición, hasta ganarse dos días de cárcel por desacato a una tutela. Y Peñalosa, que posa de tipo serio, resolvió aprovechar la conmoción que produjo una matanza para proponer “el desarme total”: explicó que en Bogotá circulan 100.000 armas amparadas y 500.000 ilegales, sin notar que así le estaba añadiendo una estrofa al colombianísimo Simón el Bobito.

Andrés no posa de serio. Pero igual, decidió cabalgar sobre la indignación por el secuestro de una niña, para amenazar con penas “no negociables” de 40 años en las dos super-cárceles “sin acceso a celular”. ¿Será que nuestro Presidente se golpeó la cabeza? ¿O será que ya no tiene tiempo de ver TV Hoy?

Y, ya que rocé las alturas, diré que las colombia-nadas dan para exportar. ¿Qué tal el ex presidente Gaviria y su misión de alto nivel a Lima donde ‘exigió’ que el régimen dé plenas garantías para la competencia electoral, después de que el régimen se acabe y las garantías ya no se necesiten?

Del Congreso no hay que hablar con ligereza, mientras esté dedicado a una tarea que es vital para la patria: escoger entre Nader y Tito y entre Basilio y Zamir para la próxima legislatura. Pero toca mencionar varias leyes que quedaron para firma del señor Presidente. La que declara el tejo “deporte nacional” (única idea clara y distinta del señor ex presidente Turbay, como nos consta a usted y a mí). La que proclama el 18 de agosto “día nacional contra la corrupción” (pobre 18 de agosto). La ley de honores al Señor Caído de Girardota (que es caerle al caído). La que impide sacar de las calles 7.579 buses y busetas con 22 o más años de uso, cuando hay una sobreoferta de parque automotor de 42 por ciento. Y, claro, la que eleva el salario de los diputados a un 188,9 por ciento del que reciben los gobernadores (que es parte del apretón fiscal de las regiones).

La colombia-nada mejora mucho cuando varias instancias o autoridades trabajan “de la mano” (como dice Andrés). Es la increíble y triste historia del inconstitucional y cándido Consejo Superior de la Carrera Notarial y de los 835 desalmados que llevan nueve años de sacrificio, sin haber logrado presentar el examen que dé fe de que pueden dar fe. La del precio de la gasolina, que se amarró al petróleo y al dólar por razones de Estado y que cada mes se desamarra por razones de Estado. O la historia del ISS, que un día le meten miles de millones y al otro día piensan liquidar.

Y si algún día triunfa la insurgencia, nos seguirán gobernando con colombia-nadas (lo de “gobernando” es un mero decir). El vocero de las Farc aclaró que “la comunidad internacional no nos dijeron nada sobre secuestro y respeto al DIH” (y eso que Simón Trinidad es gente-bien de Valledupar, que ha oído hablar de concordancia). Carlos Castaño fue más castizo: “Ejecutamos 12 guerrilleros de civil”. Claro que Alfonso Cano, el ideólogo, había precisado hace algún tiempo que “el gobierno no puede negociar con Castaño, porque los paramilitares están fuera de la ley”.

Así que uno no sabe si reírse o llorar. Y mientras me decido, cojo camino para el Alto de Gualanday, donde dicen que una paloma de hielo lleva días de resistir bajo el sol inverosímil de mi trópico. A ver quién es el despalomado.