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Novena para el nacimiento del divino Ordóñez

Del doliente auxilio / Del parlamentario / Con que te eligieron / Tantos dinosaurios.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
21 de diciembre de 2013

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres –en un sentido estrictamente metafórico, se entiende: no contra natura, que es pecado–; que les disteis en Alejandro Ordóñez la prenda de vuestro amor, para que, hecho un macho en las entrañas del Estado, tumbase al alcalde Petro para nuestra salud y remedio: yo, en nombre de todos los mortales, os doy gracias por tan soberano beneficio, y os ofrezco la pobreza y humildad del alcalde depuesto, y las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, porque en eso convirtió la Plaza de Bolívar: en un pesebre. Concédele al procurador la Presidencia para que more eternamente. Amén.

Oración a la Madre

Soberana Entidad, que por vuestra burocracia gigantesca y vuestras facultades ilimitadas, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre, os suplico que sostengáis, en segunda instancia, el fallo contra Petro: ¡oh dulcísima madre!, haced que los del Polo que eligieron a Ordóñez sean dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

Oración al Padre

¡Oh santísimo Uribe, esposo de Pachito y padre putativo de Alejandro! Infinitas gracias doy a vos, parcero, porque escogistes a Alejandro para tu soberano beneficio; abrazalo, papá, en fervoroso deseo, y recibilo sacramentalmente, así sea contra natura, y solo por una vez. Y muy discretamente. Amén.

Oración al Divino Ordóñez.

Acordaos, ¡oh dulcísimo Ordóñez!, que dijisteis en la venerable Margarita (del Ocho), estas palabras tan consoladoras para nuestra Constitución agobiada y doliente: “Todo al que quiera destituir, lo destituiré por los méritos de la Iglesia y nada me será negado”. Llenos de confianza en vos, venimos a exponeros la miseria que dejó Petro seguros de que despacharéis sin vaselina a otros reinsertados. Amén.

Día primero.

La virgen María (del Pilar) estaba engolfada en la oración cuando, ¡oh misterio sublime!, Uribe Padre deslizose como una sombra sobre ella y la tomó como morada, pese a que era blanca. Pero hete aquí que, antes de presentarse, envió al arcángel Valencia Cossio, para pedirle su consentimiento.

­– Hacedlo sin que me consienta porque qué asco– respondiole.

La virgen ha dado su consentimiento. Valencia Cossio se ha esfumado, pero nos dejó a su hijo, que ahora aspira al Congreso. Esto pinta bueno.

Día noveno.

Van la virgen María del Pilar y Uribe y no encuentran posada diferente a Augusto, a Augusto Posada, pobres. Se dirigen entonces a Usaquén donde hallan una humilde pesebrera que acaba de limpiar el general Plazas Vega. Allí se posa la virgen y acude toda la Santa Derecha para el alumbramiento.


Desplazan a los pastores que la habitan, que posteriormente aparecerán en Cúcuta disfrazados de guerrilleros, porque no estarían recogiendo café. Quitan al burro y sientan a Pacho Santos para que con su vaho caliente al niño. José Felix Lafaurie aporta una vaca y a su esposa, y las dos irracionales hacen lo propio con su aliento. Puja la Santa Madre. Hace barra Enrique Gómez. Graba la contralora.

Cae Óscar Iván en las encuestas. Se sube las enaguas Ilva Myriam Hoyos. Huye Fernando Londoño con unas acciones. ¡Y al fin el verbo se hace carne, concretamente papada, para rescatarnos del relativismo moral, el derecho a la libre animalidad y los libros subversivos que tanto daño han hecho a nuestra humanidad!

¡Ha nacido el Todopoderoso! Se acomoda el divino Ordóñez en la paja, anticipándose a su gloriosa adolescencia, y no tarda Pablo Victoria en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres. Lávale el senador Gerlein la colita al redentor. Brilla en el cielo la misteriosa estrella esvástica y ya se pone en marcha la caravana de reyes magos, de los cuales Gómez Méndez es la cuota afro, que depositarán ante sus pies incienso, mirra y oro, y uno que otro fajo con dinero para que lleve a la fiesta de matrimonio de su hija, que será de sobres.

¡Oh, adorable niño, que solo eres un conservador chapado a la antigua, que reza en latín y quema herejes! ¡Adoremos la barriga rolliza; las mejillas rozagantes, los colmillos afilados; el pañal divino y las tirantas que lo sostienen! ¡Admiremos su milagro de convertir a un mal alcalde en un prócer nacional!

Gozos para todos los días.

(Coro: Ven, ven, ven/ A la Presidencia, Ordóñez/ Ven, ven, ven/ A la Presidencia/ No tardes tanto, no tardes tanto/ Ordóñez ven)

¡Oh, Alejandro Hermoso! / que ya nos salvaste / de Piedad y Petro/ y otros menos arios;/ cilicio del pobre;/ pastor del regaño/ Adonai potente/ de los cavernarios.

(Coro)

Del doliente auxilio/ del parlamentario/ con que te eligieron/ tantos dinosaurios/ arma francachela/ con dudosos varios/ y pasa prontico/ de árbitro a arbitrario.

(Coro)

Ayuda a Restrepo/ que está desterrado/ Cárgate a Cepeda/ tras Gerardo Hernández/ el proceso daña/ como a Belisario/ y hunde más a Santos/ que otro paro agrario.

(Coro)

Protégele a Uribe/ su divino hermano;/ enciende una hoguera,/ lánzate en dos años./ Niega el Holocausto,/ dame un relicario/ deglute a Fajardo/ Salva a Uribe, Mario.

(Coro)

Ven que ya Laureano/ desde el cenizario / vive ya en las uñas/ de tu negra mano/ Ven con tu cuartel/ que viene a enseñarnos/ la imprudencia que hacen/ verdaderos fachos.

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