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Comprando fincas en tiempos uribistas

Como necesito demostrar que soy uribista para que me den fincas e incentivos, ahora defiendo al gobierno en todo, hasta en el escándalo de Agro Ingreso Seguro

Daniel Samper Ospina
3 de octubre de 2009

Harto de llevar a mis hijas a centros comerciales durante los fines de semana, quise comprarme una finca a sabiendas de que en Colombia un pedazo de tierra vale un ojo de la cara. Luis Carlos Sarmiento acaba de comprarse una, como salta a la vista. A la vista de uno, se entiende: no de la de él. Pero salvo el suyo y el de Adriana Eslava, hay pocos casos de gente que haya podido comprar algo en el campo. De pronto Vivian Morales. De pronto el 'Osito' Escobar.

Aproveché que tengo grandes amigos en el uribismo para intrigar por unas hectáreas a buen precio. Digo grandes en un sentido metafórico, porque mis mejores amigos son 'Pachito' Santos y el 'Pincher' Arias, que son los más bajitos. A los dos los conocí porque estudian en el jardín infantil al que van mis hijas. Pachito tiene problemas de incontinencia, pero es buen alumno. El 'Pincher', en cambio, es necio y sucio, y no puede ver un pedazo de tierra porque termina untado.

Llamé a Arias, pues, para que me asesorara. Siempre me han gustado sus modelos agrarios: modelos como Valerie Domínguez o Ana María Dávila, a quienes el ex ministro quería darles plata: ah, 'Pincher', chiquito pero coqueto y sinvergüenza.

— Quiero comprarme una finca, pero necesito que me ayudes con un incentivo: ¿sabes cómo funciona eso? -le dije.

— Sí -me respondió-: si sos rico, el Ministerio te da unos 400 millones; si sos pobre, te los cobra: ¿me entendés?

Claro que sí: lo entiendo. Y lo apoyo. Porque creo que la mejor manera de promover la riqueza es ayudar a los ricos: darles incentivos, favorecerlos. En mi gobierno, por eso, crearé un Sisbén para la clase alta; un sistema para que las familias pudientes hagan fila y reclamen una acción del Country, una aplicación de bótox y un bono para jugar golf con José Gabriel Ortiz una vez al año.

No se lo comenté a el 'Pincher' porque esa es la típica idea que se roba para su campaña; sólo le pedí ayuda para conseguir finca apoyado en sus palancas.

— Háblate con el Ministro de Agricultura -me aconsejó-: es lo mejor.

Como si fuera fácil. ¿Alguien sabe quién diablos es el Ministro de Agricultura? ¿Alguien sabe cómo se llama? ¿Qué méritos tiene? ¿De dónde salió? ¿Alguien sabe algo de él, aparte de que tiende a la gordura como se observa en la llamativa papada, a la que le doy una década para que alcance el tamaño de hamaca de la de don Jorge Cárdenas?

Pero era ignorancia mía; la verdad es que el Ministro cuenta con los exigentes requisitos para ocupar ese cargo. Son dos, básicamente: ser colombiano y ser amigo de el 'Pincher' Arias. Parece fácil, yo sé: pero vayan; vayan y aguántenselo un día siquiera a ver si es rico.

No, no es rico. Rico es el hombre al que el gobierno le da incentivos en el campo para que sea más rico, y así se lo planteé al Ministro, una vez logré ubicarlo.

— Señor Ministro -le dije:- quiero una finca y 400 millones de pesos.

— ¿Y vos tenés tierras? -me preguntó.

— No, señor Ministro.

— Difícil, papá: acá, para dar tierras, es requisito tener tierras. Y para dártelas necesito saber que sos de los nuestros.

Lo intenté. Durante unos días actué como si fuera un terrateniente paisa. Me compré un arma; decía que tenía fincas en Córdoba; fingía hablar por teléfono con Santiago Uribe; iba a La Margarita del ocho; simulaba orgasmos cada vez que veía un caballo de paso. Pero supieron que estaba mintiendo porque me pidieron la contraseña: una foto con una dedicatoria cariñosa del presidente Uribe. Y la verdad es que no tengo ninguna. Traté de conseguir una en el mercado negro, pero allá sólo tenían de Édgar Perea.

Como necesito demostrar que soy uribista para que me den fincas e incentivos, ahora defiendo al gobierno en todo, aun en el escándalo de Agro Ingreso Seguro.

De modo que cuando alguien sugiere que la política agraria de Uribe es feudalista, reviro de inmediato. Quizá no tenga derecho a ser propietario de las parcelas, pero el campesino en la era uribista es mucho más que un jornalero y se puede realizar de muchas maneras: puede volverse desplazado, incluso de Carimagua, si cuenta con la ayuda de el Pincher; o convertirse en falso positivo, que es una fórmula polémica pero efectiva de disminuir la pobreza. Por eso me he vuelto uribista: porque con gran visión este gobierno combate a los pobres aun preventivamente, antes, incluso, de que se vuelvan guerrilleros con la excusa de que no tienen futuro en el campo.

Ahora bien: cuando alguien se escandaliza de que ex funcionarios del gobierno reciban de a 400 millones para drenajes, digo que eran drenajes, sí, pero faciales, y que fueron aplicados en su mayoría al ex canciller Araújo, con lo cual parece poca plata. Y cuando alguien se indigna de que a la familia de Holguín Sardi, dueña de tantos ingenios, le hayan dado 200 millones de pesos, yo defiendo la medida: todo lo que busque que el doctor Holguín tenga un poco más de ingenio es un esfuerzo noble que cuenta con mi apoyo.

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