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Con las Farc es posible un acuerdo de paz

Poner punto final a la violencia de las guerrillas y enfrentar el reto de la criminalidad mafiosa, son tareas pendientes en una Colombia que sigue polarizada en su interior, y causando demasiadas preocupaciones en la región.

Semana
5 de agosto de 2010

Se termina el gobierno de Álvaro Uribe y el propósito de derrotar a las FARC no se logró. Están debilitadas –es cierto- y desarrollando una guerra defensiva, pero siguen siendo una fuerza de 8.000 combatientes y 5.000 milicianos, con presencia en diez departamentos del país y posibilidades de expansión a otros diez. Por ello están lejos de ser irrelevantes, así no constituyan una amenaza de envergadura al Estado ni sean el principal factor de desestabilización, lugar que lo ocupa la compleja criminalidad de los poderes mafiosos, neo paramilitares o bandas criminales (Bacrim), según la denominación desde la orilla ideológica que se les enuncie.

La semana anterior alias ‘Alfonso Cano’, el principal dirigente de esa organización armada, dio a conocer un video de 33 minutos donde critica al presidente Uribe, reafirma que poseen unas convicciones que no están dispuestos a abandonar, lamenta la muerte y la mutilación de cientos de militares y llama a un diálogo para buscar caminos de entendimiento. Estas afirmaciones fueron respondidas por el vicepresidente Angelino Garzón con exigencias sensatas: liberen a los secuestrados, dejen de secuestrar y hagan un cese del fuego, como manifestación de buena voluntad. Así, sería posible considerar caminos diferentes a la confrontación militar. En similar dirección se expresó el ministro del Interior designado, Germán Vargas Lleras, quien afirmó que el gobierno entrante no niega la posibilidad de un entendimiento con las guerrillas.

A pesar de que las mayorías del país no quieren saber nada de diálogo o negociación, la búsqueda de un acuerdo con las FARC y el ELN para que dejen la violencia y se conviertan en fuerzas civiles está sobre la mesa, y el Estado no la puede descartar. Mucho se ha insistido en que no es posible la derrota y el aniquilamiento del último de los guerrilleros, y es incierto el camino de controlarlos al punto de volverlos irrelevantes, muy a pesar de que el presidente Uribe insista en que “la culebra sigue viva, pero la tenemos con una horqueta al cuello”. Las cifras siguen mostrando una importante capacidad de actuación de las guerrillas.

El gobierno de Juan Manuel Santos no va a mostrar mayor iniciativa en dialogar con las guerrillas, en la medida en que no existe el ambiente propicio. Pero debe dar señales inequívocas de que los tres temas centrales a trabajar –si queremos acercarnos a la paz- van a contar con una acción dinámica por parte del Gobierno, a saber: una política de atención a las víctimas, una verdadera reforma agraria, y cambios de fondo para hacer política con garantías y transparencia. Si esto se logra, podríamos acercarnos a construir un acuerdo de paz duradero. Los tres temas fueron mencionados por Alfonso Cano como puntos de interés de las FARC, y son puntos a trabajar en la sociedad civil y a discutir con el gobierno.

Las FARC y su dirigencia deben pensar muy bien cómo proceder, en el escenario de una Colombia que no los aprecia ni los respeta. Pero también es cierto que esa Colombia urbana mayoritaria no entiende ni conoce las realidades ocultas del campo marginado, donde en ciertos sectores la guerrilla aún encuentra cobijo.

Es posible que en los próximos cuatro años de gobierno sea factible construir un acuerdo de paz con unas guerrillas que de algún modo se constituyan en fuerzas para el desarrollo y la convivencia, a pesar de tantas heridas, rencores y odios acumulados en un conflicto tan largo. Poner punto final a la violencia de las guerrillas y enfrentar el reto de la criminalidad mafiosa, son tareas pendientes en una Colombia que sigue polarizada en su interior, y causando demasiadas preocupaciones en la región.

*Coordinador del Programa de Política Pública de Paz de la Corporación Nuevo Arco Iris.
lcelis@nuevoarcoiris.org.co

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