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¿Conejo a la paz?

Los efectos positivos de esa paz se reflejaron en la Asamblea Constituyente de 1991 donde se construyó uno de los pocos acuerdos nacionales de nuestra historia.

Semana
11 de noviembre de 2010

Cuando se cumplen 25 años de la toma del Palacio de Justicia, se levantan voces que plantean que debe llamarse a juicio a los sobrevivientes del M-19. Argumentan desde la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad, hasta la necesidad de la verdad sobre los luctuosos hechos, pasando por el tratamiento igualitario que debe haber para todos los participantes en esa toma, guerrilleros y militares.

Lo primero que debo decir es que ello constituiría un total incumplimiento de la palabra empeñada por el Estado colombiano. Esa paz de 1990 fue solamente un indulto a cambio de nuestra desmovilización. No más. Ni reformas económicas o sociales, ni favorabilidad política. Nuestra tesis, a diferencia de la de las Farc, fue que lo que cambiaba era la forma de buscar el acceso de un grupo como el nuestro al poder político. Eran votos en vez de balas. Así de simple.

Los efectos positivos de esa paz se reflejaron en la Asamblea Constituyente de 1991 donde se construyó uno de los pocos acuerdos nacionales de nuestra historia. Ella no hubiera sido posible sin la paz del M-19, pues el voto decisivo en la Corte Suprema de entonces para permitirla, fue explicado como un voto por la paz de Colombia. Esa Asamblea y el apoyo público que recibimos, atrajo a otras tres guerrillas a desmovilizarse, el EPL, el PRT y el Quintín Lame. Así que no fue una pacecita de poca monta, sino un hecho histórico en este país de violencia endémica.

Se han firmado paces en otros países del mundo y hoy varios de los antiguos insurgentes gobiernan sus naciones. El Salvador, Uruguay, Nicaragua, Sur África y hasta Brasil tienen Presidentes que fueron antiguos guerrilleros. En ninguno de ellos ni en ningún otro sitio donde ha habido paces exitosas, se les ha ocurrido incumplir los pactos.

Se afirma que en Argentina se derogó el indulto para los militares de la dictadura, pero ellos eran miembros del Estado que se auto-perdonaron. Eso es otra cosa. Allí no hubo acuerdo entre opuestos.

Se dice que es injusto que los militares del Palacio estén hoy presos y los guerrilleros libres. Esto es el resultado de una equivocación cometida en 1990. Como el indulto había que solicitarlo, los del eme lo pedimos y los militares no, argumentando que no se podían poner al mismo nivel que los insurgentes. Eso permitió que los juicios contra ellos continuaran con los resultados que dan pie a lo que sucede hoy.

En cuanto a la necesidad de la verdad para sanar heridas, creo que en lo concerniente al M-19 no hay mucho que agregar. En lo personal no puedo decir nada que me conste, pues no participé de ninguna manera en la decisión de realizar esa toma, ni fui informado de ella antes de llevarse a cabo. Me recuperaba en el exterior después del atentado que casi me cuesta la vida y no tenia mando sobre estructura alguna en ese periodo. Estaba por fuera de la línea de mando.

Que Pablo Escobar financió la toma. Me niego a creerlo analizando los hechos, pero no puedo decir sí o no de modo definitivo. Simplemente no lo sé. Es la verdad llana aunque me metan preso por afirmarlo.

Hemos cumplido y hasta sobre-cumplido con la palabra empeñada en 1990. Hemos hecho política con decencia y eficiencia. Enterramos a Carlos Pizarro en paz, asesinado por la espalda. Fuimos actores decisivos en uno de los momentos más destacados de nuestra historia en 1991. Parece increíble que nos quieran hacer conejo. ¿Será que tienen razón quienes plantean que en asuntos de paz el “establecimiento” nunca cumple su palabra?


*Actual gobernador del Departamento de Nariño, ex senador de la República, ex constituyente y ex militante del M-19.

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