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Conflicto en el Cauca: ¿Santos aprendió la lección?

Recuento de una escena del 2008 a propósito de los diálogos con la comunidad indígena del Cauca este viernes.

Semana
26 de julio de 2012

El domingo 26 de octubre del 2008, el entonces ministro de Defensa Juan Manuel Santos fue testigo de un evento excepcional. Ese día estaba previsto el encuentro del presidente Álvaro Uribe Vélez y los voceros de cerca de 40.000 indígenas caucanos que habían marchado hacia Cali luego de que el gobierno se negara a dialogar con ellos días atrás en el resguardo “La Maria” en el Cauca. La agenda propuesta por las comunidades se refería a los mismos angustiantes temas que han signado el conflicto de ese departamento: derechos humanos, el impacto humanitario del conflicto armado, tierras, autonomía y “desarrollo propio”.
 
Ese día el presidente llegó tarde al encuentro que ocurría en simultáneo con la fuga de Oscar Tulio Lizcano en poder de las FARC. Y a cambio de aceptar un lugar abierto dispuesto por los indígenas en medio de llamado “Paseo Bolívar”, contiguo al Centro Administrativo Municipal de Cali, prefirió subirse, megáfono en mano, a un puente peatonal cercano desde el cual interpeló duramente a los lideres indígenas. Abajo, distintos líderes sociales intentaban conciliar la posibilidad de un diálogo ordenado, mientras otros, como el padre Francisco de Roux y delegados de agencias internacionales observaban con desconcierto el tenso momento.

Yo estaba abajo, muy cerca, a la sombra de un árbol, cuando hasta ese punto llegó el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Entablamos un breve diálogo en el que me presenté como asesor del Programa Presidencial de DD.HH y DIH y vi con cuanto interés seguía la situación. Luego yo me atreví a expresar en voz alta y a riesgo de ser imprudente: -“¡Esto es un fracaso!”.
 
La realidad del Cauca es compleja pero, sobre todo, incomprendida; y una realidad que no se entiende no puede ser transformada. Menos aun, con la reiteración de enfoques y estrategias que ya demostraron o su fracaso o sus limitaciones.
 
En la crisis actual (y las que le anteceden) la problemática de orden público no deja ver un asunto mas profundo que es de orden político y que está al medio tanto del problema como de una posible solución: el reconocimiento real (a la luz de la constitución, no por fuera de ella) de lo que son las comunidades indígenas y lo que representan social, política y culturalmente.
 
La acción indígena de los últimos días desmantelando barricadas de protección de la fuerza pública y expulsando a los grupos de guerrilla no tiene antecedentes (es simbólica pero al tiempo muy contundente) y tiene implicaciones enormes, de riesgo pero también de oportunidad. Pese a que ninguno de los pronunciamientos de sus lideres ha invocado llegar a estar por fuera de la “constitución”, buena parte del país se niega a tan si quiera poder escuchar, menos razonar, sobre sus propuestas, dejando de lado la opción de un propuesta “moderada” o “intermedia”.
 
Un grupo de líderes indígenas anotaban con agudeza que “estar en todo el territorio es, por supuesto, un mandato constitucional pero no solo para la fuerza pública sino para el estado en su conjunto” y agregaban que “en gracia de discusión, el derecho a la paz tiene también rango constitucional sin que las autoridades lo invoquen en favor de dar audiencia a las iniciativas de las comunidades”. Como señaló Feliciano Valencia, vocero de la Acin y del Consejo Regional Indígena de Cauca: “¡nos cansamos de la guerra aunque respetamos al Gobierno y a la Constitución…y tenemos derecho a la paz!”
 
Si como dijo el Informe de Desarrollo Humano “Conflicto Callejón con Salida” (PNUD, 2003) nuestra violencia es compleja y por lo tanto no sirven formulas únicas o simples, ¿por qué no construir, siempre en el marco de la constitución, un enfoque y alternativas distintas de las que una y otra vez han mostrado ser ineficaces y hasta contraproducentes?
 
El estado, en cabeza de este presidente que fue testigo de aquel dialogo fracasado con el gobierno anterior tiene en sus manos la posibilidad de encarar el conflicto de otra manera, sin debilidad y sin dejar de lado la constitución pero requiere para ello ver los problemas y las soluciones de otra manera, sin dejarse apremiar por quienes ven siempre con sospecha, desprecio o temor las propuestas que surgen de las comunidades indígenas, que según lo han demostrado, solo quieren que la guerra salga de su territorio y para lo cual han mostrado coherencia, voluntad y organización.
 
*Excombatiente del M19

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