Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

¿Acabar con la revocatoria?

Introducir modificaciones en la mitad del partido puede resultarle al CNE una jugada que atenta ciertamente contra la democracia.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
6 de mayo de 2017

Esta semana en RCN RADIO que dirige Yolanda Ruiz, debatimos sobre el asunto de las revocatorias que se están intentando en varios lugares del país y si el Consejo Nacional Electoral debería endurecer los requisitos a la hora de convocarlas.

Para la periodista María Elvira Samper, los problemas surgen desde la elección misma de los alcaldes que, como en el caso de Bogotá o Bucaramanga, terminan ganando con un pírrico 30 por ciento de los votos y arrancan sus mandatos con una debilidad política manifiesta y unos detractores que desde el día de los comicios se apoyan en la revocatoria para hacer oposición.

El profesor Jorge Restrepo, por su parte, opina que la revocatoria es necesaria como mecanismo de presión para que los mandatarios se esfuercen en el desarrollo de su gestión y coincide en que los líos están en el sistema de elección.

Unos y otros estamos de acuerdo con que deberíamos reabrir la discusión sobre una segunda vuelta en la contienda por las alcaldías en las principales ciudades del país, debate éste que en otros momentos de nuestra historia reciente propusieron algunos senadores fallidamente como fue el caso de Juan Lozano en su paso por el Congreso.

Ahora, confirmados nuevamente los problemas de diseño institucional que tenemos en esta materia, convendría plantear hacia el futuro la existencia de esa segunda vuelta para las alcaldías.

Dicho esto, considero que a la revocatoria, como mecanismo de participación ciudadana, no sólo hay que preservarla tal y como está sino que además hay que defenderla. Pensando en casos particulares, algunos proponen cambios generales para las revocatorias que acabarían por desvirtuarlas o volverlas apenas una figura de papel.

Con los ajustes que se hicieron en el 2015 a través de la ley 1757, la revocatoria quedó bien concebida: una disminución en los umbrales que la hace realista y posible y unos plazos que le dan sentido al mecanismo para que no se realice antes de lo prudente ni después de que resulte inútil y costoso.
Pretender introducir modificaciones en la mitad del partido sin las competencias para hacerlo puede resultarle al CNE una jugada que atenta ciertamente contra la democracia.

Así como en su momento critiqué las marrullas de Petro para evitar la activación de este mecanismo, hoy considero inconvenientes las movidas para que desde los escritorios de los magistrados se frenen las revocatorias. El pulso hay que librarlo en democracia y los peñalosistas que tienen buenos argumentos para defender al alcalde –entre otros, que lo que podría venir si tumban a Peñalosa definitivamente no es mucho mejor– deben medirse el aceite en las urnas con todos los riesgos que ello implica.

Son las reglas de juego. Es la Constitución que tenemos, mala o buena. Acabar con la revocatoria, desvirtuándola como algunos quieren, no es la solución, mucho menos si esos cambios que se proponen llegan a la mitad del partido y tienen nombre propio.

Twitter @JoseMAcevedo

Noticias Destacadas