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¿Contraofensiva o bombardeo mediático?

El mayor general (r) Eduardo Herrera Verbel opina que los éxitos recientes de las Farc no son en el campo militar sino en su impacto en los medios de comunicación

Semana
22 de mayo de 2005

Frente a las últimas acciones armadas de las Farc, llevadas a cabo en algunas regiones del país de incuestionable valor geoestratégico, y sin pretender desconocer la gravedad de estos hechos violentos, valdría la pena preguntarnos si se trata del inicio de una contraofensiva de este grupo armado ilegal o si, por el contrario, lo que se está presentando es un bombardeo mediático sustentado en golpes de oportunidad sobre unidades militares o policiales que están aisladas o tienen dificultades de orden estructural.

Hasta donde esta estrategia mediática de las Farc ha impactado una frágil y volátil opinión pública daría la impresión que han logrado no sólo sobredimensionar las fluctuaciones tácticas normales de este tipo de guerra no convencional, sino también incidir negativamente en la percepción de seguridad y la eficacia de la Política de Seguridad Democrática, además de cuestionar la efectividad de las estrategias militares y la propia imagen del Presidente de la República.  

No nos podemos llamar a engaños: estas acciones tácticas convertidas en éxitos resonantes a través de los medios de comunicación tienen un impacto político-estratégico nada despreciable en el campo de combate y pueden, incluso, reactivar las expectativas de victoria de las Farc, a pesar de que la correlación de fuerzas aún les sea muy desfavorable frente al Estado. Este bombardeo mediático sistemático podría continuar alimentando un ambiente de desconfianza e incertidumbre en la sociedad colombiana, circunstancia ampliamente perjudicial para la tranquilidad ciudadana interna.

No pretendo descalificar o plantear discusión sobre tesis alguna sobre si las Farc están en un repliegue voluntario o forzoso, si su capacidad armada se encuentra intacta, si el Plan Patriota ha logrado desarticular el acumulado logístico ubicado en su área de retaguardia del sur, o si se ha alcanzado un punto de inflexión estratégico favorable al Estado.

La intención única de esta columna es dar una señal de alerta sobre el momento actual de las Farc. Podríamos estar siendo objeto, ya sea como idiotas útiles o como actores pasivos, del desarrollo de una estrategia de desinformación de este grupo irregular a la cual no se le puede hacer el juego, frente a una opinión pública frágil o como parte de una irracionalidad política asumida por algunos sectores, que han tomado temas tan fundamentales como la seguridad y la paz como discurso de oposición al gobierno, subordinando el interés nacional a intereses partidistas. Desde luego, que la crítica constructiva que busca el bien del país será siempre de buen recibo.
  
Está claro que las Farc cada día son más diluidas, dispersas y menos sostenidas en su disposición de combate contra las fuerzas regulares del Estado, que además desarrollan una guerra de guerrillas acentuada y se apoyan en un terrorismo multipropósito que combinan con acciones tácticas ofensivas de un alto nivel de concentración, movilidad y sorpresa. Pese a ello, no se podría concluir ligeramente que la capacidad operacional de la Fuerza Pública ha sido desbordada y la seguridad democrática derrotada.

Por el contrario, las acciones armadas recientes no configuran una contraofensiva en ejecución por parte de las Farc, no demuestran una amplia coordinación y articulación de sus estructuras en todo el territorio nacional, ni dan pie a pensar que han alcanzado la favorabilidad del terreno o han llegado a los estadios iniciales de guerra de movimiento.

Debe reconocerse, sí, que estos golpes de oportunidad, realizados con mucha espectacularidad y con un aprovechamiento certero de los medios de comunicación, sí ponen a prueba la efectividad operacional de las Fuerzas Armadas y pueden resentir la voluntad del pueblo colombiano para perseverar en la lucha contra los actores antidemocráticos.

De ahí que sea un imperativo entender el alcance real de estas acciones tácticas ofensivas basadas en factores de oportunidad, pero de una gran incidencia estratégica y contenido mediático. De igual forma, doblegar la voluntad de lucha de estas organizaciones al margen de la ley debe ser un propósito nacional y contrarrestar la volatilidad de la opinión pública frente a estos hechos violentos es una responsabilidad que nos puede caber a todos.

* Mayor general (r). Asesor del Alto Comisionado de Paz

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