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A controlar el trabajo infantil

Juan Manuel Urrutia, director del Instituto de Bienestar Familiar, escribe sobre los programas que se están llevando a cabo para erradicar y controlar las condiciones laborales de más de un millón y medio de niños trabajadores en Colombia.

Semana
29 de julio de 2002

El Bienestar Familiar ha venido trabajando con el Ipec, la OIT y el Ministerio de Trabajo para entender correctamente el fenómeno del trabajo infantil. Una de las ventajas del foro que realizaron la semana pasada Unicef y la Universidad Javeriana, y en general del trabajo que se ha hecho en los últimos años, ha permitido dimensionar el problema. Para empezar, hay que tener en cuenta las estadísticas y saber que son un millón 378 mil y no 100.000 o tres millones de niños los que trabajan. Eso es importante y se ha logrado por la articulación de las entidades del Estado en todos los temas relacionados con la infancia en Colombia. Esas estadísticas nos dicen que hay muchos niños y niñas que abandonan sus estudios para dedicarse a apoyar de alguna forma la generación de ingresos para las familias por lo que Unicef ha apoyado un modelo de intervención mediante el subsidio condicionado y que en Colombia opera a través del programa Familias en Acción. Este tipo de intervención se creó con el fin de resolver una situación coyuntural de crisis económica en familias de países como México, Brasil, Costa Rica, y que además pretende resolver un problema estructural en el que la familia tome conciencia de que hay formas de mantener al niño en la escuela, rompiendo así con el ciclo continuo de pobreza.

Desde hace dos años Familias en Acción viene dando a alrededor de unas 300.000 familias colombianas un subsidio que pretende reemplazar esa capacidad de generación de ingresos del niño o de la niña para que sigan estudiando y permanezcan en el hogar.

Estas aciones están concentradas en los 400 municipios más pobres del país, en los estratos cero, uno y hasta dos del Sisben, justamente por que las estadísticas que hay hoy en día nos permiten establecer que la intervención debe ser en esos sectores. Ciudades como Bogotá y Medellín también están comenzando a articular sus propios programas de subsidios condicionados para desarrollar este mismo tipo de acciones.

Otro tipo de intervención que está a cargo del Estado es la de reafirmar una reglamentación e implementar con más fuerza los convenios internacionales.

Pero hay que partir de la base de que no necesariamente toda forma de trabajo infantil es inaceptable, siempre y cuando las labores se desarrollen en un medio de protección de los derechos de los niños y las niñas, y se concentren sus esfuerzos en la erradicación de las peores formas de explotación. Decir que hay que eliminar toda forma de trabajo infantil es ir en contra de patrones y costumbres culturales que están enraizadas en las sociedades de nuestros países.

Por eso es importante crear espacios que motiven la creatividad, den seguridad y garanticen el desarrollo de los menores. Para tal efecto se han creado proyectos como el de escuelas saludables y en los que hemos venido trabajado con la dirección de infancia y cultura del Ministerio de la Cultura, donde se han desarrollado una serie de esfuerzos que van creando espacios para que niños y niñas practiquen otro tipo de actividades que harán que las cifras comiencen a bajar lentamente.

También se ha venido trabajando con los gremios, Fenalco y la Andi especialmente, para asegurar que las relaciones laborales estén debidamente reglamentadas y tengan las mismas condiciones de trabajo que tiene cualquier adulto en cuanto a salarios, seguridad social, etc.

*Director del Instituto de Bienestar Familiar





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