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Corrección política

¿Qué va a pensar Obama después de semejante regalo? Que los latinoamericanos somos unos resentidos. Pues sí, lo somos, y tenemos razones de sobra.

Antonio Caballero
25 de abril de 2009

En estos días hemos asistido a varias demostraciones de que lo "políticamente correcto" suele ser falso, y de que lo verdadero suele ser políticamente incorrecto. Estamos en pleno auge del 'newspeak', la 'nueva lengua' de la profética novela 1984 de George Orwell. Esa lengua en la que "guerra" significa "paz", y así sucesivamente.

En Ginebra, en una conferencia contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia, convocada por la ONU, el Presidente de Irán dijo cosas absolutamente ciertas, pero que por venir de su boca fueron consideradas políticamente incorrectas y en consecuencia rechazadas con indignación. Dijo que en la posguerra mundial las potencias europeas y los Estados Unidos, "en compensación por las espantosas consecuencias del racismo en Europa", habían "convertido en desposeída a una nación entera" y respaldado la instalación de "un régimen cruel, represivo y racista" en Palestina: o sea, el régimen del Estado de Israel. Hombre: si en una conferencia mundial sobre intolerancia y racismo no se puede decir que el Estado israelí es intolerante y racista ¿dónde diablos se puede decir? ¿O es que acaso no es verdad que a los palestinos los han desposeído de su tierra? Pues no: no se puede decir eso. Por lo visto, y como consecuencia de las consecuencias del racismo antisemita, el único racismo al que se puede llamar racismo es el antisemitismo.

Y en Trinidad, en la cumbre de los presidentes de las Américas, el de Venezuela tuvo el gesto políticamente incorrecto de regalarle al de los Estados Unidos el ensayo histórico-político de Eduardo Galeano Las venas abiertas de América Latina: ese libro admirable en el que se resumen los mil actos de vampirismo imperial perpetrados contra este desangrado continente por los varios imperios sucesivos -el español, el francés, el inglés, el norteamericano-. Poco importa, por lo visto, que la narración sea verdadera, y que sea cierto que todos esos actos de violencia han sido cometidos: es políticamente incorrecto recordarlo. Invasiones, saqueos, engaños. ¿Qué va a pensar el presidente Barack Obama después de semejante regalo? Que los latinoamericanos somos unos resentidos. Pues sí, es que lo somos: y tenemos razones de sobra para serlo. La más reciente, en plena 'obamanía', es la de que Obama haya nombrado como secretario de Justicia (Attorney General) al abogado que defendió a la multinacional bananera Chiquita Brands de la acusación (cierta: pero políticamente incorrecta) de haber financiado grupos paramilitares que asesinaban gente en el Urabá colombiano.

Tenemos tantas razones para ser resentidos, quiero decir, para estarlo, como las que tienen, digamos, los palestinos. El resentimiento por las injusticias padecidas puede no ser políticamente correcto, pero es natural. Y, sobre todo, es real. Negarlo sólo conduce a hundir al inconsciente colectivo en lo que para el inconsciente individual Freud llama la neurosis. Y que nuestros siquiatras aficionados locales -los Plinios Apuleyos, los Vargas Llosas, los Montaneres- llaman "perfecta idiotez latinoamericana".

Porque no debiéramos estar resentidos. Sino, por el contrario, agradecidos, como los plinioetcéteras. Los que entienden como una ayuda, y no como una agresión, el asesinato de sindicalistas bananeros, para poner un solo ejemplo. Ya digo que vivimos el auge del 'newspeak': y por eso los síntomas de la enfermedad son considerados como indicios de buena salud.

(No sólo en lo político: también en lo económico. No olvidemos, ya que hablo de enfermedad y de salud, que los gastos por enfermedad se contabilizan en el lado de los activos y no en el de los pasivos de las cuentas sobre Producto Interno de las naciones. Es sano estar enfermo).

Pero tiene razón el iraní Mahmud Ahmadineyad, aunque lo que dice sea políticamente incorrecto por ser él quien lo dice. Y tiene razón el venezolano Hugo Chávez, a quien le pasa lo mismo con lo que hace. ¿Y Obama? Pues a Obama le sucede que también él tiene razón en lo que dice, porque -como acaba de decir- "yo soy uno de ellos". Pero le queda muy difícil tener razón en lo que hace, porque pese a ser "uno de ellos", es además el presidente de los Estados Unidos.

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