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Corrupción y ambiente

Existen los recursos, existe el conocimiento y las instituciones. ¿Hay alguien capaz de pensar la política más allá de cuatro años?

Brigitte Baptiste, Brigitte Baptiste
8 de agosto de 2017

Cuando un recurso natural está siendo sobreexplotado y se avizora su colapso existe la opción de actuar rápidamente si la evidencia lo permite. Lamentablemente la complejidad de los procesos ecológicos hace muy difícil esta labor pues la ciencia solo permite predecir fenómenos de manera proporcional a la tasa de cambio en que estos se desarrollan. Me explico: manejar maderas valiosas de las selvas del Magdalena requiere comprender las dinámicas poblacionales de árboles cuya capacidad de reproducirse con éxito y llegar a la edad adulta implica décadas. No es lo mismo que engordar pollos a 45 días o sembrar arroz a 90…

La sincronización de los procesos productivos y modos de vida de comunidades basados en el aprovechamiento de recursos biológicos requiere ante todo un monitoreo constante de las variaciones que implica la interdependencia de un sistema social y uno ecológico; una selva no es una mina o una fábrica. Por ese motivo las inversiones en el mantenimiento del capital natural, que a veces llamamos conservación, son un componente crítico de la lógica productiva de cualquier país. El monitoreo de los bosques no se solventa con mantener una serie de imágenes de satélite para hacer la crónica de la muerte anunciada, tampoco el de las pesquerías con muestreos ocasionales en los puntos de desembarco: ambos fenómenos requieren un esfuerzo específico y un trabajo técnico equivalente al que hace el Ideam con la información hidrometeorológica o el Dane con las cifras del costo de vida. La Aunap hace un esfuerzo importante para saber qué sucede con los peces, pero claramente requerimos más apoyo a su trabajo. Curiosamente, hoy en día sería mucho más fácil monitorear cualquier cosa gracias a la tecnología y las capacidades de cómputo de las que disponemos: la ciencia ciudadana, el modelamiento estadístico compartido y colectivo (BioModelos, por ejemplo) y herramientas analíticas de acceso abierto hacen que cualquier colombiano, incluso sin saber leer y escribir, pueda contribuir. Y hay miles de jóvenes en el sistema educativo formal que se beneficiarían de participar en una iniciativa que les permita a la vez conocer su país. Me atrevo a sospechar que nada de esto sucede porque no conviene que se sepa nada: la ignorancia sigue siendo el mejor aliado de la corrupción… Lo grave es que si no corregimos esto, seremos incapaces de construir sostenibilidad, pues la gestión ambiental requiere buena información, capacidad interpretativa y procesos de retroalimentación para transformar las políticas. Todo, por una fracción de lo que cuesta una hidroeléctrica.

La deforestación colombiana solo se previene y arregla con un plan de mediano a largo plazo que garantice ingresos mínimos a los propietarios de las tierras que debamos restituir a bosque o a alguna forma intermedia de cobertura compleja, por decir cacao con sombrío o ganadería en sistemas silvopastoriles. Ayudaría ajustar la tasa de descuento financiera para cada una de estas actividades y detonar diferentes horizontes de responsabilidad, que se compensan de manera agregada entre ellos y en el flujo de servicios ecosistémicos que toda la sociedad necesita. Una economía diversificada para un país megadiverso, donde caben minería e hidrocarburos en sus justas proporciones. Indudablemente una tarea conjunta del Estado y el sistema financiero, no un problema biológico: en vez de dilapidar subsidios en el mercado electoral, bien podríamos construir un mecanismo para construir sostenibilidad, al menos en el sector agropecuario. Existen los recursos, existe el conocimiento y las instituciones. ¿Hay alguien allá afuera capaz de pensar la política más allá de cuatro años?

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