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Crecer y distribuir

Keynes predicaba que hay que distribuir para crecer. Y cuando se aplicaron sus recetas con el New Deal de Roosevelt, se generó la más larga etapa de crecimiento de Estados Unidos en su historia

Antonio Caballero
8 de abril de 2006

Dice el ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla en la entrevista que aquí le hace María Isabel Rueda que en la campaña electoral de 1974 "Gómez decía que el país tenía que crecer para luego distribuir, y López decía que primero había que distribuir. Ambos puntos de vista muy respetables". Le pregunta entonces María Isabel:

-¿Y quién tenía razón?
Y responde el Ministro:
-Álvaro Gómez.
Pero no explica por qué.

Y lo cierto es que no hay manera de saberlo, ni aun si la periodista o el Ministro hubieran aclarado en qué consiste "tener razón" y con respecto a cuáles objetivos. Pues como puntos de vista podrán ser respetables los dos, pero para comparar sus resultados respectivos en la práctica habría que haber ensayado ambas recetas. Y en los treinta y dos años transcurridos desde aquella campaña sólo se ha probado una de las dos: la de Gómez. O, más exactamente, la primera mitad de la receta de Gómez: la parte de "crecer". El propio López fue el primero en aplicarla en cuanto fue elegido presidente, derrotando a Gómez en buena parte porque los votantes, que todavía no le conocían bien las mañas, le creyeron que lo de "distribuir" iba en serio.

(Más tarde él mismo sería a su vez derrotado por Betancur porque los votantes le creyeron a éste que iba en serio lo del "sí se puede". Que tampoco, claro. A los pobres votantes colombianos los han capado muchas veces).

Pero vuelvo a lo de crecer y distribuir. De acuerdo con las cifras esgrimidas por todos los gobiernos desde aquel remoto año de 1974, la economía del país no ha dejado de crecer, a un ritmo modesto, sí, pero incesante. ¿Y se ha distribuido algo de los frutos de ese crecimiento? También en eso las cifras, aunque menos publicitadas, son unánimes: no. Han pasado nada menos que treinta y dos años, ocho presidentes, no sé cuántos ministros de Hacienda, incluyendo a Carrasquilla; pero por lo visto no ha sido posible todavía que llegue el nebuloso "luego" que prometía Álvaro Gómez. Todo lo contrario. Lo que hemos visto es que, a pesar del crecimiento constante e ininterrumpido, la distribución es hoy todavía más desequilibrada que en aquel entonces. Así lo registra incluso el Banco Mundial, del cual tal vez no sobra decir que ha dado albergue a casi todos los ministros de Hacienda que en estos treinta y dos años se han sucedido en Colombia, desde el Botero de López hasta el Junguito de Uribe.

¿Cuánto hay que crecer, o durante cuántos decenios consecutivos hay que dedicarse a crecer, para que por fin llegue el momento apropiado para empezar a distribuir? No se lo preguntó María Isabel Rueda al ministro Carrasquilla. Tal vez la inconcreta promesa sea como el astuto letrero que cuelga en las fondas antioqueñas: "Hoy no fío, mañana sí". Pero en fin: el caso es que el tiempo, inexorablemente, va pasando. Gómez ya murió, López ya no es ningún muchacho. Como decía John Maynard Keines hablando del largo plazo en economía:

-En el largo plazo, todos calvos.

A juzgar por las fotos, el ministro Carrasquilla tiene todavía una abundante mata de pelo. Pero ¿y en el largo plazo?

Aunque no sé si es una impertinencia citarle a Keines a un ministro que cree que Álvaro Gómez "tenía razón" cuando decía que hay que crecer primero para distribuir después. Keines predicaba exactamente lo contrario: que hay que distribuir para crecer. Y cuando se aplicaron sus recetas teóricas en la práctica -con el New Deal de Franklin Roosevelt-, la distribución más equitativa de la riqueza y los ingresos entre los ciudadanos de los Estados Unidos generó la más larga y acelerada etapa de crecimiento económico de ese país en toda su historia.